Sunday, May 15, 2011

TOCANDO LA PUERTA

Alguien me dijo que ÉL estaba allí, detrás de mi ventana. Me
Asomé, pero no lo vi.
¡Yo lo llamaba!

Traté muchas veces de apreciarle, de mirarle, pero sin éxito. Abría mi ventana según mi entendimiento.
¡Yo le pedía!

Caminé por el corredor, me dirigí a la puerta. Divisé hacia afuera, pero pasó lo mismo que las demas ocasiones. Exactamente lo mismo: no estaba ÉL.
¡Yo le rogaba!

Mi pesadumbre era mayor cada vez y sentía que la carga era insoportable.
¡ÉL no me escuchaba!

Pasaron los años de mi vida hasta que en el umbral de mi muerte y con el alma contenida en el puño de mi mano supliqué, imploré por ÉL como nunca antes, así lo sentía en mi corazón, de tal suerte que al abrir mi ventana escuché un ruído adormecedor lleno de la paz y tranquilidad que yo nunca había experimentado antes. Entonces pude verle y mi corazón palpitó, el torrente salpicó cada fibra de mi ser.
¡Ahí estaba la luz!

DIOS, perdona mi necedad y mi soberbia.
Ahora sé que estabas ahí pero nunca te abrí mi ventana. Nunca me digné abrir para tí mi puerta. Mientras TU me hablabas,a tí mi corazón cerraba.

Ahora, al filo de mi muerte encuentro el gozo que por mucho tiempo busqué. Estos instantes que valen mas que todos los años que supuse haberte conocido, cierran el ciclo maravilloso de un deseo que se cumple por tu infinita misericordia.

El pasado quedó atras. Ahora es el presente, aunque corto,  lleno de vida en mi propia muerte. Pero contemplo el futuro infinito lleno de luz, amor, compasión, en una palabra: lleno de tu hijo
CRISTO JESUS.

                                                                                                                          

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