CUANDO LA MUJER
ENTREGA EL CORAZÓN
Si en verdad estás enamorada y crees haber
encontrado el amor que has esperado
desde siempre, entonces algo maravilloso está sucediendo en tu vida. Si esto es así, entonces
sueñas con él de modo que hasta tu vida onírica ya tiene un protagonista. También tus
ensoñaciones están impregnadas de él y tu imaginación se restringe a un sólo
deseo, el de sentirte amada por ese hombre que consideras desde ya tu príncipe
azul. Cuando lo dejas de ver, incluso, por un tiempo razonable, tu corazón demanda por su presencia, y es
que para el amor la razón se pierde, y toda lógica y sentido común se desvanecen
cuando se entrega el corazón. Asi que cuando estás con el amor de tu vida, como
lo llamas, todo dolor y preocupación se reduce o inclusive desaparece
mágicamente. Lo deseas, lo necesitas y no te hace bien dejarlo de ver por algunos
días. Tienes la urgente necesidad de tenerlo junto a tí para que te susurre
palabras lindas al oído, que te abraze y te haga sentir protegida, suya y bien amada. De hecho, lo has soñado como el
padre de tus hijos porque estás convencida de que es el hombre de tu vida. Ríen y
lloran juntos por las cosas de la vida, por las cosas buenas y por los dramas
personales, pero tu felicidad es evidentemente mayor que tus penas y
sufrimientos. Las pocas diferencias entre ambos se diluyen en ese amor tan
grande, por lo cual sientes que nada ni nadie podría acabar con lo hermoso del
sentimiento que experimentas. Con todo ello, ese hombre parece estar marcado por tu
prescencia; se ha vuelto loco por ti. Te ama profundamente y nada ni nadie le
importa más que tu ser. Una mujer enamorada como tú es capaz de cualquier sacrificio
porque el amor es limpio, auténtico; es profundo porque tu corazón está de por
medio y, desde luego, es un sentimiento que te libera, que desata, que te deja ser y
permite amar sin condición. No obstante, ese amor tan grande te provoca cambios
importantes en tu grupo social, con tus amigas más íntimas y con el resto de las
personas con las que habitualmente interactuabas. Te has vuelto
retraída, concurres menos a las actividades de tu grupo social y frecuentas menos
a tus amistades. Tu vida gira en torno a ese hombre, al amor de tu vida. Eres, por
supuesto, una mujer profundamente enamorada. Además de todo lo aterior, pareces estar colgada de las
nubes, lo cual te convierte en practicamente otra persona; has dejado de ser y muchas de tus amistades te definen como “diferente” y hasta dicen desconocerte. Y es que el amor ha
llegado a tu vida y te has enamorado perdidamente, y eso justamente lo que te ha cambiado". Ahora bien, si
piensas estar enamorada o crees estarlo y no has experimentado lo que la mujer ha vivido en el relato anterior,
entonces es probable que todo sea una ilusión en la que te cobijas para sentir
la seguridad y el amor de un hombre en tu vida, pero solamente es eso, una ilusión. Por
ello debes saber que si aún no sientes que el amor toca a tu techo, puede ser
que no sea tu tiempo. Puede que lo estés amarrando y no lo dejas expresarse. Quizá sientes
que debes mantenerlo a tu lado cada momento del día hasta asfixialrlo y dejarlo sin
vida. Puede ser que sea motivo de reflexión y de auto
cuestionamiento lo que, en todo caso, debes saber que la base de una
relación de amor, de un verdadero y auténtico amor, está en el ofrecimiento mutuo
de los corazones, en la aceptación y comprensión recíproca y en el gozo que se
experimenta al saberse presente e importante en la vida del otro.
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