Probablemente tu supuesta quietud afectiva y paz interior han sido violentadas por una pertinaz e inconsecuente actitud de quién menos esperabas en el preciso momento en que te encontrabas en reflexión para dilucidar tus proyectos y cambiar el rumbo de tu vida. Si observas a ese hombre con la posibilidad de revivir el ingrato pasado que tuviste con él y aún lo sufres en tu corazón como si nunca se se hubiese marchado de tu vida, es necesario poner en marcha un plan S.O.S. en el que pongas tu cerebro y corazón en armonía absoluta. La decisión futura que tomes debe encaminarse a la completa autorealización que como mujer debes alcanzar, libre de atavismos arquetípicos y sentimientos de culpa que frenan tu desarrollo y limitan los deseos de ser tu misma. Nunca dejes que nadie te pise la sombra ni rebase tus capacidades. De lo que siempre debes sentirte orgullosa es de tu pasado y presente, de lo que eras y de lo que ahora eres. Una vez que logres superar la barrera del prejuicio cultural y logres adentrarte de lleno en el infinito de tus posibilidades sin necesidad de un hombre a tu lado, excepto cuando tu lo decidas en tiempo y forma, entonces habrás arribado a la antesala de la independencia y desarrollo pleno de tus facultades. Nada ni nadie podrá frenar tu sueños, y cuando esos sueños se hagan realidad entonces sabrás lo que significa ser una mujer plena y totalmente realizada a la que ningún fantasma del pasado o presente podrá atrapar con sus garras de orgullo, pasión y egoísmo. Que Dios te ayude en ese legítimo deseo de olvidar a quien no supo valorate, ni quererte lo suficiente por su falta de hombría y honestidad, que se yo. Y no se te olvide que a veces lo “mucho” que un hombre pueda ofrecerte es en realidad muy poco para llenar tus altos estándares de mujer sincera, casta, virtuosa y realizada, que no orgullosa, altiva, engreída y petulante.
