Déjeme recordar una
frase que, por lo menos, cualquier persona ha escuchado una vez en su vida, y que
casi todo el mundo acepta de forma incondicional sin detenerse para analizarla
a fondo, y solamente mostrar su acuerdo sin mayor cuestionamiento. Esa frase es “
todo tiene solución, menos la muerte”
¿Sabía usted de la
falsedad de esta declaración? ¿Usted la acepta tal cual? Permitame decirle, que no hay afirmación más falsa que la anterior. ¡Por supuesto que la muerte tiene
solución! Pero la misma está en las manos de cada quién, en las manos de
usted. De ahí que cada persona debe tomar las providencias en vida con un
corazón nuevo en donde habite y reine Cristo.
Es en la vida actual
cuando tienes la oportunidad de solucionar tu muerte y traspasar a una vida mejor
que la que vives actualmente, a la vida eterna. Resolverla dependerá de
tu fe y de tus obras en el nombre de Dios, de nadie más.
Ahora bien, si eres de
los que tienen una visión estrecha de la vida (hablando en forma genérica) y solo
se limitan a vivir y gozar hasta el día en que el cuerpo perezca, entonces
invariablemente la muerte te espera. ¿Eres de los que solo mencionan el nombre de
Dios solo porque con ello das la apariencia de ser bueno y casto? Si solo
publicitas el buen nombre de Dios sin sentirlo en tu corazón, entonces yo te
pregunto, ¿de qué lado estás? Si solo es mera apariencia ante los demás, solo
frases huecas sin mostrar el rostro de Cristo en tus actos, entonces solo estás
hablando de Él para vanagloriarte, aunque pocos lo adviertan. Es la búsqueda de Gloria
personal a base de una declaración, “saludando al mundo con sombrero ajeno” En
tales circunstancias, la muerte penetrará en tu corazón y no habrá nada ni nadie
que pueda remediarla. Por su puesto, en eso estamos totalmente de acuerdo. Bajo
estas condiciones la muerte será irremediable. Recuerda que podrás engañar a
cualquiera, pero a Cristo que todo lo ve no puedes ocultarle absolutamente nada
de lo que piensas, haces y sientes.
Debo decirte algo que
realmente debe interesarte, y es que aún es tiempo de encontrar la solución a tu
muerte; ahora es el tiempo, mañana no sabemos lo que vendrá. Unete a Cristo, toma
tu cruz y siguelo; vive como Él quiere que vivas, aceptando todos sus
mandamientos y aplicándolos en tu diario vivir. Convertirse a Él es la manera en
que uno vence a la muerte para ganar el cielo, y es un proceso que dura toda la vida
terrenal, en verdadera lucha que se fragua en la arena del mundo sin tregua alguna, hasta que
Dios nos llama a cuentas.
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