miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mi corazón herido





Siento que mi corazón late fuerte, apresurado, desmesurado. Un pensamiento se apodera de mi mente, y es tal que ese corazón mío en desfase predestina un desmoronamiento, una caída tan estrepitosa como desmoralizante. Mi mente trabaja a la velocidad de un torbellino, causándome un desasosiego de proporciones incontrolables. Un indicio claro de desilusión comienza asomarse en mi espíritu, mi entrega no da frutos y las promesas resultan ser un espejismo, utopía que amenaza mi existencia. Presagio una búsqueda intensa y sistemática hacia la figura de mi Cristo, sé que será difícil olvidar, en mi camino me acompañará la desdicha, el quebranto, el desconsuelo, pero en Dios todo pasará. Nunca olvidaré, el recuerdo me hará más fuerte y nunca resistiré amar y entregar el corazón porque es de Dios consagrarlo y ofrecerlo al prójimo sin condición alguna.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario