Sé que estás
ahí con la eterna e ilusionada espera de que vendrá. Has esperado mucho, pero no
te importa por que le amas. Has luchado contra todos, incluso contra miembros de
tu familia y, sin embargo, sigues en pie de lucha. Tu amor es tan grande que practicamente
lo das todo y no deseas otra cosa en la vida que estar a su lado. Los días se
suceden unos a otros como vueltas de página en el libro de tu vida leyendo todas
las historias marcadas en tu corazón; la vida, si, ella misma se te va en un santiamén permaneciendo
oculta de entre la sombras en su búsqueda y aún permaneces esperándolo. Has llegado al ocaso de tu
vida, tus fuerzas han amainado, tus ojos reflejan muchos tiempos idos, pequeños y
grandes relatos de vida dulces y amargos que nunca volverán. Ha llegado el
tiempo, tu tiempo, es hora de partir, Dios te llama y debes ir, entonces, trémula de
la emoción como si fueses una chiquilla, levantas tu diestra al cielo, estrechas
tu propia mano como si alguién más te estrechara a su vez y al instante ya no estás, has dejado de ser
tú para convertirte en otro con naturaleza y propósito distinto, tu rumbo ha
cambiado, tus horizontes vuelan por lugares donde al tiempo y el espacio son
cosa desconocida.
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