Tuesday, September 4, 2018

UN LIBRO PARA GOZAR: LA AUTOREALIZACIÓN DE LA MUJER

                                



La AutorealizaciN de la Mujer by Manuel Paredes (2013, Paperback ...





  UN LIBRO - POEMA PARA LA MUJER DE HOY Y SIEMPRE



Autor: Manuel Paredes

La autorealización de la mujer es un libro/poema dedicado a las féminas con sueños de superación y desarrollo en nuestro tiempo, con justo apego al crecimiento espiritual. Puedes adquirir el libro en Amazon. Gracias.




Thursday, August 23, 2018

FÁBULAS MARAVILLOSAS



FÁBULAS
MARAVILLOSAS
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CINCUENTA FÁBULAS LITERARIAS
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PRIMERA EDICIÓN BAJO LA SUPERVISIÓN DE MANUEL PAREDES

AUTOR: MANUEL PAREDES
© NINGUN DERECHO RESERVADO
PUEDE COPIAR Y REPRODUCIR ESTE MATERIAL SIN NINGÚN PERMISO ESPECIAL DEL AUTOR.
AGOSTO 2014
HOUSTON, TEXAS.

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PRIMERA FÁBULA
FÁBULA DE LA ARDILLA Y EL GATO MONTÉS

        La ardilla corría presurosa, y detrás de ella la seguía un gato montés con intenciones nada amigables. La minúscula y asustada ardilla no miraba hacia atrás ni por equivocación. En su estrepitosa y alocada carrera por su vida, la ardilla esperaba encontrar un árbol lo suficientemente delgado y con ramas tenues y frágiles de modo que el gato no pudiese ascender, a riesgo de desplomarse por su propio peso. Sin embargo todos los árboles eran de tallo grueso y de ramas bastante gruesas, e igual tanto ella como el gato ascenderían y sería difícil escapar de su predador. Sin darse cuenta, en el camino había arrojado todas las bellotas que había almacenado en su hocico.  Después de todo eso la ayudó apresurar el camino. Después de correr por mucho tiempo, la ardilla pareció desfallecer, mas el gato parecía intacto en su ánimo de atrapar a la presa, y aun mantenía las fuerzas suficientes para seguir avanzando a la misma velocidad. De pronto, la ardilla avizora desde lejos el árbol que tanto deseaba. Renace la esperanza de vida para la ardilla al ver en aquel tronco la salvación. Su cara se ilumina de felicidad y su cuerpo adquiere una vitalidad adicional, de modo que su velocidad se incrementa dramáticamente, y el gato veloz  lo advierte, cae en desánimo, disminuye el paso, y cuando observa que la ardilla se interna en el frágil palo de ramas endebles y quebradizas, renuncia a su propósito inicial de atrapar a la ardilla.

MORALEJA: Cuando la fe se debilita, somos presa fácil de la ignominia y la concupiscencia. Sin embargo, cuando la fe en Dios arde en tu corazón, el mal se aleja con más pena que gloria. Busca a Cristo en todo tiempo, no solo en el oprobio y en el sufrimiento.

SEGUNDA FÁBULA
LA FÁBULA DEL LEÓN, LA HIENA Y LA CEBRA

        En un rincón de la selva africana, había dos acérrimos enemigos que peleaban todos los días de sus vidas, tanto por la comida como por el territorio donde vivían. Una noche, el león salió a cazar en busca de una presa que le satisfaciera el hambre que padecía desde hacía tres días. Muy cerca de él se encontraba una hambrienta hiena, la cual también tenía ya varios días de no probar alimento alguno, y sus tripas le demandaban por lo menos un trozo de carne para saciar sus necesidades primarias. De repente el león se agachó parando las orejas, puesto que algo se aproximaba muy cerca de donde estaba situado. Miraba para todos lados, y no obstante la oscuridad reinante su refinado olfato le dictaba que a pocos metros de su presencia una cebra se paseaba pastando por el lugar. Agudizando su oído y olfato, el felino se dispuso a planear el ataque hacia su presa natural. De pronto, un silencio sepulcral se apodera del escenario, y la cebra, advirtiendo el peligro, levanta sus orejas como pretendiendo escuchar el ruído que le dictáse huir del lugar. Justo en el momento en que la cebra se disponía correr, unas garras filosas se incrustan sobre su espinazo en tal forma que le desgarra la piel. La cebra siente su final cuando los colmillos del enorme gato se clavan en su cuello imposibilitándole jalar aire a sus pulmones. Casi consumada la parte de ésta cadena alimenticia, un aullido se levanta en medio de la sabana africana. El león presciente lo peor; mira para todos lados sin despegarse del cuello de su presa, y como si sus ojos pudieran penetrar en la oscuridad. Situado ahí frente a su pretendido alimento del día, la mira con un aire de fatalismo y resignación obligada. Y es que una jauría de hienas lo tenían cercado, y la  presencia de sus enemigos era muy estrecha. El león emprendió la inteligente huída antes de resultar afectado en una potencial escaramuza entre la desigual confrontación.

MORALEJA: Dice el dicho, “nadie sabe para quién trabaja”.  Nuestros esfuerzos en la vida siempre tienen un destinatario, algo o alguién que nos motiva a levantarnos cada día para luchar. Sin embargo, muchas veces no imaginamos a donde irán todos los frutos de nuestro trabajo. A pesar de todo, debemos mostrar una actitud positiva ante ello, principalmente porque el trabajo nos hace feliz a muchos otros, y ello debe ser motivo de orgullo y alegría. Después de todo, dice la palabra de Dios, ”que tu mano derecha no sepa lo que tu mano izquierda haga.

TERCERA FÁBULA
LA FÁBULA DEL ARMADILLO

        El armadillo escarbaba con ímpetu el suelo del campo humedecido por la fría llovizna otoñal. Buscaba saciar su hambre con lombrices, las cuales, según sus cálculos olfativos, yacían debajo de la tierra que despertaba su necesidad primaria de alimentarse. Su excitación era mayor porque los olores que captaba al ras del suelo le comunicaban a su delicado olfato que bastantes animales se movían al interior de la negra y pastosa tierra. Así que escarbó y escarbó hasta penetrar a una profundidad de cuarenta centímetros, pero no encontró nada, absolutamente nada. Perplejo, no atinaba a darse una explicación razonable del por qué aún no encontraba insecto alguno, si su experiencia le decía que, incluso a los veinte centímetros de profundidad ya debería de haber encontrado siquiera una lombriz, así fuera de muestra, pero ni siquiera eso había logrado. Un tanto confuso, decidió seguir hurgando la tierra. Ya sus fuerzas aminoraban pues había cavado ya los sesenta centímetros, y sin rastro de lombrices, termitas o cualquier otro insecto viviente al interior del suelo, solo tierra y más tierra. Cansado de cavar, dejó aquel agujero para relajarse del magno esfuerzo realizado. De pronto una voz interior le decía que siguiera escarbando, que pronto obtendría el premio a su esfuerzo. Mas sin embargo, otra voz le dictaba que se retirara, que nunca encontraría algo de valor en ese lugar. Disonante, no supo que hacer momentáneamente. Otros armadillos se encontraban merodeando el lugar, y algunos no se atrevían a husmear en el agujero hecho por su igual. Entonces, la voz que clamaba retirarse se impuso a la que le decía que siguiera en su afán de encontrar lo que buscaba: comida. Decidió abandonar el lugar, frustado y cansado en búsqueda de otros espacios para cavar por insectos. Una vez ido del lugar, otro de los armadillos hambriento y en busca de comida se acercó al hoyo. Lo olfateó con intensidad y una gran excitación lo llenó dentro de sí. y comenzó a escarbar. Solo bastaron dos centímetros de profundidad sobre la tierra cuando una gran cantidad de termitas apareció ante sus ojos. Su hambre fué saciada y la de otros que deambulaban allí mismo junto a él.

MORALEJA: Nunca desistas en tus esfuerzos. Ve hasta el final con fé y determinación. Mantente obstinado en tus objetivos y focaliza bien lo que quieres. La lucha es frontal y debes permanecer hasta el final, justamente cuando tus metas propuestas se hayan alcanzado. Dice el dicho, ”El que persevera, alcanza.”

CUARTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LOS PATOS

        Las nubes estaban cargadas, y solo bastaba una gota más para que se derramara el elemento condensado. Los patos sobrevolaban muy por encima de los arbustos, que parecían no tener fin, y debajo de las grises y espesas nubes, dejando tras de si un graznar que retumbaba en lo más profundo de la tundra canadiense después de su regreso desde algunas partes del Perú y Colombia, bellos lugares de clima templado al que migraban en la estación del otoño saliente, debido al crudo invierno del norte. Ese día de verano presagiaba una estación llena de bendiciones para los patos, debido a que el alimento traducido en insectos, frutas,hojas frescas y hasta raíces, mantenía excedentes nunca antes visto por ellos. Las miles de aves arrancaban el silencio del bello escenario, pintoresco y hermoso, de trazos inextricables y colores  inspirados en un realismo suntuoso, nada a la imaginación y de espléndida belleza; un verdadero obsequio para la vista. En un santiamén, todos los animales sin excepción se posaron sobre una explanada de pasto verde, uniforme, húmedo y rico en insectos para la alimentación de semejante parvada. En realidad, otras aves acudían al mismo lugar para alimentarse, entonces la competencia por la comida era intensa habitualmente. Pero este año las cosas no eran igual que los veranos pasados, en los que la oferta de comida era rebasada por la demanda de animales en el área. Ahora los patos se paseaban con sus patitos por doquier, y la comida abundaba incluso sobre la superficie. Ante tanta bendición, a nadie se le ocurría almacenar alimentos, pues era tanto el sustento que no había necesidad de hacerlo. Se vivía al día, con la seguridad que al siguiente se encontraría la comilona disponible. Con un atardecer crepuscular, los patos se disponían a retirarse a sus guaridas. Las bandadas eran enormes de tal suerte que el vuelo de tantos animales, momentáneamente se robaba la claridad del fin del día. Llegó la noche, sosegada por una frescura húmeda que alimentaba la esperanza de un descanso laxo y de un nuevo amanecer contenido de las bondades que la naturaleza les otorgaba en esta ocasión. No obstante, este equilibrio sería roto esa noche, por esa misma naturaleza que tan solo horas antes les daba en abundancia lo que tanto deseaban, ahora se avecinaban tiempos difíciles. Justo a media noche, cuando todos dormían, la tranquilidad fue violada por un estruendo que pareció romper los troncos de los árboles, como si el cielo bajara y retumbara impetuoso en los oídos de los miles de patos asustados por la forma en que su sueño se vió interrumpido. Enseguida, toda la noche llovió sin cesar. Y llovió con tal fuerza, que los animales no pudieron conciliar el sueño, y en ese desvelo generalizado, los patos no daban crédito por lo que pasaba, pues después de la inicial noche tranquila y apacible, les sobrevino una de naturaleza violenta y amenazante. Entre vientos fuertes, lluvia pertinaz, relámpagos y truenos que zumbaban los oídos, la noche dejó de ser para dar cabida a una grisácea claridad matutina, sombría y melancólica. La lluvia cesó, mas sin embargo el sepulcro de agua había enterrado sus anhelos, sus esperanzas depositadas en una fe tenue, ligera, de una sutileza que al menor suspiro se arrancaba de tajo con su raíz tan breve como endeble. Los subsiguientes días fueron de calamidad debido a que el agua y el viento se habían llevado todo aquello que los patos consumían para sobrevivir. De un día a otro la vida les había cambiado de manera que la muerte comenzó a asomarse en el colectivo. Los pequeños, los enfermos y los patos más viejos comenzaron a sucumbir azotados por su condición, sumado ello a la falta de alimentos. La mortandad colectiva llenó el espacio antes coronado de vida y felicidad. Los pocos que sobrevivieron expandieron sus alas y remontaron el vuelo hacia otros destinos menos crueles y ásperos.

MORALEJA: A veces la vida nos trata bien, es afable, benévola y todo parece estar de nuestra parte. Estamos tan ocupados en el presente disfrutándolo tanto que no dejamos entrever el futuro a corto plazo, es mas, ni siquiera el futuro inmediato. Y muchas veces no miramos el futuro porque nos inquieta, nos asusta debido a que no estamos preparados para afrontarlo, ni queremos asomar las narices por ahí. Pero cuando llega, porque a todos nos llega tarde que temprano, las penurias nos abaten, nos destrozan en nuestros proyectos, en nuetros anhelos y la supuesta fuerza personal para enfrentar la vida se debilita en un instante, como un castillo de naipes. Es tiempo de prepararnos para y ante lo inevitable. Darle la espalda a los nada deseables acontecimientos que ocurrirán en tu vida es como negarse a sí mismo que la buena vida tiene su contraparte. Afronta con valor lo que vives ahora, disfrutalo,y encara lo que vendrá con verdadera fe en el Señor para que estés fuerte y no te derrumbes, porque de que vendrá, vendrá, nos guste o no.

QUINTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LAS GALLINAS

        Papá granjero les cantaba con mucho amor a sus gallinas ponedoras, al mismo tiempo que las alimentaba con maíz esparciéndolo sobre el suelo. Las gallinas cacareaban de felicidad por el trato cariñoso que recibían de su amo y señor. Él mismo disponía de un terreno amplio y generoso para sus gallinas, repleto de insectos, lombrices y toda clase de pequeños organismos que saboreaban con intensidad cada día de sus vidas. Todas eran felices y la comunidad de las gallinas despertaba el deseo de convivir gozándose unas con otras a plenitud. Papá granjero aseguraba una protección total día y noche, aguardándolas y protegiéndolas con el mismo cariño de siempre. Cierto día, la víspera de la estación veraniega, papá granjero tuvo que salir al pueblo para arreglar algunos asuntos relativos a su granja, además de comprar semillas para siembra y alimento para sus animalitos, lo cual le llevaría algunos días fuera de su rancho. Todos los animales quedaron al cuidado y protección de uno de los ayudantes del papá granjero. Al paso de las horas, aquel solo atendía a los animales a su cargo como una obligación más en la granja sin cantarles ni mostrales cariño alguno. Al siguiente día, una de las gallinas comenzó a cacarear en forma distinta, lo cual despertó la preocupación del resto de las gallinas. Unas gallinas se apresuraron a hipotetizar en torno a la conducta de la gallina en cuestión, otras más se pusieron de acuerdo en jugarle una mala pasada como lección a la gallina con el objeto de que se alineara como las demás, bajo el mismo camino y bajo el mismo redil. Otro grupo de gallinas comenzaron a reclamarle del por qué de su conducta improcedente, y unas gallinas más se aliaron a la gallina cacareando como ella misma lo hacía, sin importarles lo que las demás dijeran al respecto. Aquello fué el desorden mayor cuando la calidad y cantidad de huevos disminuyó dramaticamente. Así se sucedieron los días, con divisiones, discordias, rencores, malos entendidos y, sobre todo, una acentuada falta de amor entre unos y otros, como si hubiese caído una maldición sobre ellas. Al cabo de seis largos días, papá granjero volvió a su granja encontrando en sus gallinas caras tristes y llenas de miedo y preocupación. Todas las aves acudieron a su encuentro, y con un fuerte y amoroso abrazo les cantó a todas y a cada una de ellas las canciones de amor que acostumbraba cada día; el granjero les dijo cuanto las había extrañado, cuanto las amaba y que jamás volvería a separarse de ellas para no hacerlas sufrir más. Volvió a cantarles con verdadero afecto y cariño, al mismo tiempo que las alimentaba como solo él sabía hacerlo y en la forma como a las gallinas les encantaba. Las divisiones desaparecieron, el rencor  sembrado entre ellas no volvió, y la incertidumbre con la que se amanecían cada día sin papá granjero se esfumó en un instante. Bajo la protección y el amor de papá granjero todo vino a ser igual que antes, donde la paz y la felicidad reinaron por siempre.

MORALEJA: Cuando nos abrigamos en el amor de Cristo, nuestra felicidad se desborda y viene a ser el estilo de vida que no deseamos cambiar por nada del mundo. Pero a veces, ocurre que con el libre albedrío que Papá Dios nos ofreció a todas sus criaturas hacemos un uso indebido de las facultades que involucra, y nos separamos de Él. Enseguida expresamos a los cuatro vientos: “es que mi Dios me ha abandonado”, pero no es así. Cuando dejamos nuestros destinos a nuestras propias fuerzas, caemos en problemas con los demás,comenzando en el hogar que es el lugar más importante, luego con los amigos, escuela, trabajo, etc. Por eso la alianza con Dios Padre debe ser definitiva y permanente. Con Él a donde sea, sin Él a ningún lado.

SEXTA FÁBULA
LA FÁBULA DEL LOBO GRIS Y EL TOPO

        Una nueva versión del lobo, el cual siempre ha sido encasillado como un animal maligno e ideseable en una forma por demás tendenciosa y equivocada, dará a nuestros amigos lectores otra visión no trillada ni estigmatizada acerca de la vida de este maravilloso animal del reino salvaje, habitante tanto de bosques como de tundras, desiertos, praderas y otros hábitas alrededor de muchas partes del mundo. Tal era el caso de un lobo gris mexicano que traspasaba la frontera de México y Estados Unidos sin mayores complicaciones, hasta que en unos de esos días en pleno trasiego de buscarse la comida para sobrevivir en el inhóspito desierto de Sonora, se encontró con la novedad de que un muro de proporciones gigantescas estaba siendo construído en la divisoria de ambos países. Le pareció extraño, pero no lo tomó muy en serio. Decidió corer paralelo al susodicho muro, hasta que llegó al final de la construcción y accedió de un lado a otro de la frontera natural. Como habitualmente lo venía haciendo por generaciones y generaciones a lo largo de muchísimos años, inclusive antes de que el ser humano arribara a esos lugares. Entonces, vagando al norte el lobo gris se internó en lo profundo del desierto hasta perderse en los vericuetos de su hábitat. Llegando a lo que parecía ser su guarida, una especie de cueva enclaustrada en una breve elevación rocosa cubierta de matorrales, el lobo se introdujo con toda familiaridad, como si hubiese estado allí antes. Después de algunos minutos salieron unos cachorros de lobo de la cueva mencionada, tres para ser exactos, un ejemplar hembra adulta y nuestro lobo viajero. Los cachorros jugaban y retozaban entre sí, mientras los adultos se acicalaban el uno al otro haciéndose compañía mutua. Ambos adultos se echaron al suelo y los cachorros no tardaron en subirse encima de ellos para sentir la protección y el amor de sus padres. De repente, un ruído se escucho en unos matorrales a unos pocos metros de donde estaban ellos, y el macho adulto se incorporó para averiguar lo que ocurría. Husmeó entre el enramaje, pronto supo que se trataba de una víbora de cascabel tratando de moverse sobre pequeñas piedras sobre el suelo. Sin inquietarse, el macho se devolvió con los suyos restándole importancia al evento aquel. Así pasó el tiempo, y después de doce meses los cachorros se habían convertido en unos verdaderos lobos, enormes y fuertes. Era el tiempo de dejar a papá y mamá y valerse por si mísmos enfrentando la vida para la cual habían sido preparados en todo ese tiempo por sus propios progenitores. En su despedida viajaron hacía el sur, y en el trayecto se encontraron con un muro, justo aquel que su propio padre habíase encontrado en su camino tiempo atrás, pero esta vez la inmoral barda resultaba mucho más larga, y cada día crecía según amigos de la propia especie los cuales tenían la misma oportunidad de toparse en el camino. La inmensa mole de hierro y concreto parecía no tener fin, pero en su afán de llegar a su destino, los lobos andaron paralelos a la barda. Tiempo después, y con un recorrido aproximado de cuarenta millas, vieron el final de la inconclusa obra divisoria. Prosiguieron su camino sin mayores complicaciones. Tiempo posterior, volvieron de regreso a la casa paterna, mas sin embargo resultó imposible traspasar el altísimo muro construído, al cual no se le observaba un final, y después de recorrer aquello por más de tres días, las fuerzas amainaron y tromaron la decisión de regresar, y la posibilidad de volver a ver a sus padres se esfumó. Sin embargo, antes del viaje de regreso, se percataron de un hoyo, al parecer construído por algún animal. Lo husmeaban con curiosidad preguntándose al mismo tiempo que hacía ese agujero tan cerca del muro que los imposibilitaba andar del otro lado. De repente, un topo sale del hueco y los lobos se retiran unos metros atrás. El topo se dirige a los lobos con un dejo de desconfianza interrogándolos - ¿Qué hacen ustedes por aquí? – Uno de los lobos da un paso adelante y le responde asertivamente – Venimos de lejos e ibamos rumbo al norte, pero tendremos que regresar, pues ese muro no nos permite llegar a nuestro destino – El topo voltea a ver a los dos apesadumbrados lobos, y con una mirada inquisitiva se dirige de nuevo a ellos – Hagamos un trato – ¿Qué clase de trato? – Digamos que ustedes necesitan algo en este momento, y yo necesito también una cosa de parte de ustedes – Los lobos estaban sorprendidos, pues no sabían que era lo que tramaba aquel mamífero especialista en escarbar la tierra. Uno de los lobos preguntó - ¿Qué es lo que deseas de nosotros? – El topo, que hasta entonces había estado en agujero a medio salir, se impulsó hacía afuera y se sentó al borde de su obra. Respiró hondo y se dispuso continuar hablando –  Mis crias y yo, al igual que ustedes, necesitamos pasar para seguir el camino al norte. Hace días me propuse cruzar esta valla oradando la tierra profundamente, y creo que ya lo logré. Es cuestión de algunos detalles y ya. De este modo mis crias y yo pasaremos sin ninguna dificultad. – Un lobo interrumpió al topo - ¿Quieres decir que has construído un tunel para cruzar hacía el otro lado? – Así es mi querido amigo, y se que usted lo necesita,¿no es así? – Tiene usted razón señor topo, nosotros también lo necesitamos, pero ¿cuál es el trato para que usted nos permita pasar a través de su tunel? – Ah ya veo que entiende señor lobo. De este modo podremos llegar a un acuerdo que beneficie tanto a ustedes como a mi – Usted dirá don topo – Antes prometanme que respetaran el trato, a mis crias y a mí mismo – Está bien, prometido. No les haremos daño y respetaremos lo que usted quiera que hagamos. Palabra de honor – Confiando en ellos, el topo soltó lo que necesitaba compartir – Mis crias están a una distancia considerable de aquí.Las he dejado en mi cueva por seguridad, como ustedes entenderán. Pero yo estoy tan cansado que no puedo caminar más, y necesitaría descansar unos días para regresar por ellas, lo cual sería muy riesgoso. Aquí entra el trato. Yo les digo donde están mis crias, las traen conmigo, y yo les permito pasar al otro lado por mi tunel. Que les parece, es un trato justo, creo yo -  Nos parece un trato más que justo – respondió uno de ellos – Feliz por el convenio, el topo sonrió para sí pensando en que todo saldría bien. Al fin y al cabo los lobos se observaban confiables, dignos de fe, y no era como los cuentos los pintaban, crueles, malos y vengativos. Nada mas falso que esas ideas. Así transcurrió el día, y en menos de lo que canta un gallo los lobos ya traían de regreso a las crias del topo, las cuales sumaban seis. No podía ocultar la emoción, y al verlos llegar sanos y salvos los tomo a todos con mucho cariño, se echo al piso y, sin excepción, los pequeños comenzaron a mamar de la fuente de vida provista por la naturaleza y diseñada especialmente para ellos. Emocionado el topo les agradeció por su ayuda, y les dijo que podían pasar a la hora que ellos quisieran para continuar su camino. Los lobos prefirieron esperar a que su compañero del desierto estuviara listo con sus crias para pasar primero, con el objeto de resguardarlos de los peligros que siempre acechaban en el desierto. Y así fue. Una vez que estuvieron del otro lado, se despidieron deseándose toda clase de suertes, prometiéndose que ambos animales estarían siempre puestos a ayudarse en situaciones de conflicto.

MORALEJA: A veces uno se deja llevar por las apariencias, o por el efecto del prejuicio al buscar ayuda y depositar nuestra confianza en alguién. En ocasiones, el estigma daña más de lo que realmente es la persona que lo sufre. De este modo, podemos encontrar a muchísimas personas con mayor calidad moral, pero con un estigma negativo que los cubre y los exhibe equivocadamente ante los demás, que otros que sin estar estigmatizados por la sociedad suelen ser de mala influencia para el resto de la comunidad que no lo ignora.

SÉPTIMA FÁBULA
LA FÁBULA DEL OSO PANDA

        Muy lejos de cualquier comunidad de hombres, allá en los bosques semitropicales del  suroeste de China a una altitud de tres mil metros, un joven oso panda se quejaba con su parentela de la escasez de alimento. La familia de los pandas de toda la China estaban atravesando por un período crítico de insuficiencia de su alimento base, el bambú, que solo florece en esa región del mundo. El más viejo de los pandas de la familia le recordó al quejumbroso panda que, aunque la caña del bambú era el principal alimento para todos ellos, en tiempos de carencia del citado alimento, todos, y sin excepción, debían de consumir algunos otros productos tanto vegetales como animales que aquella zona aislada del mundo ofrecía. Mas el disgustado y aspaventero panda, con gesto arrogante y soberbio se alejó de su familia sin decir nada. Durante los tres días siguientes no se le vió con la manada, y tanto papá como mamá panda estuvieron bastante preocupados por su suerte. La primera noche no pudieron conciliar el sueño de la pesadumbre. Al día siguiente, mantuvieron la esperanza de que el joven y orgulloso hijo regresara, pero no fue así. La segunda noche ambos padres riñeron entre sí, culpándose el uno al otro por la conducta de su hijo ausente. Al amanecer, ambos padres dejaron de dirigirse la palabra, aunque la preocupación no disminuía por el hijo que no estaba con ellos. Los quehaceres del día mantuvieron ocupados a los padres, de modo tal que la angustia fue menor. Al atardecer camino a casa papa panda regresaba cansado y retraído. Su esposa lo aguardaba en casa con desasosiego. Ya en casa ambos se pidieron perdón mutuamente, y el hogar se inundó de paz, pero hacía falta una cosa: el joven panda. Entonces, papá y mamá panda decidieron reanudar el diálogo acerca de su entristecida situación. Decretaron orar a Dios y a la Virgen María esa noche por primera vez en sus vidas que, aunque no eran creyentes, ambos eran buenas personas, buenos padres y excelentes miembros de la comunidad montañosa. Oraron toda la noche con fervor desconocido y con una fe que sorprendía, incluso a ellos mismos. Así transcurrió esa noche. Al amanecer se notaba el cansancio en sus hombros decaídos, pero un hálito de luz podía verse al interior de sus ojos, un destello inexplicable de amor y esperanza  que nunca se había visto antes. En sus caras se dibujaba una sonrisa serena y apacible, no obstante el dolor profundo por la ausencia repentina de su hijo y por la incertidumbre acerca de su paradero. A pesar de todo, en sus corazones se albergaba la esperanza de que el hijo perdido apareciera de un momento a otro. Y no estaban equivocados, puesto que sus peticiones habían sido escuchados por el Señor; por que ellos habían abierto sus corazones al Cristo sin tapujos ni prejuicios, y que con tan inusitada vehemencia le pidieron la intercesión a Nuestra Señora de Guadalupe, nada más y nada menos que la madre de Dios. Al cabo de una horas, poco después de mediodía el joven hizo su aparición para sorpresa de sus padres. Aquel panda se miraba un poco desaliñado, desprovisto de sus gafas naturales, manchado por todos lados, y sobre todo, hambriento, muy hambriento. La mamá panda fue la que lo recibió con gran cariño y ternura abrazándolo y acariciándolo con el amor que solo una madre puede dar. Así mismo el padre no podía ocultar su felicidad. Sus ojos se humedecieron y volvió su mirada al cielo dando gracias a Dios primeramente, y a su madre por haber intercedido ante su hijo para la culminación de este milagro. En pocos días, el joven panda se incorporó a su nueva vida, y digo a su nueva vida porque ese panda era otro muy  distinto de aquel que se había alejado de sus padres y de su hogar hacía tan solo una semana. El nuevo panda era humilde y respetuoso, obediente con sus padres y en su comunidad, un panda arrepentido de su vida anterior, un panda envuelto con el manto divino del Espíritu Santo.

MORALEJA: En muchos hogares del mundo, las formas de resolver los problemas ordinarios y los de mayor gravedad son ciertamente los mismos métodos que se han empleado por mucho tiempo, no obstante los cambios importantes entre los miembros de la familia. Es cierto que lo que se pretende es acabar con los problemas, pero hay padres que no practican el cambio de estrategias y suelen estabilizarse en sus soluciones, y por tanto los problemas también se estabilizan. Hay una forma sublime de trabajar en la solución de lo que nos aqueja. Es cuestión de recordar que hay un Dios que desea lo mejor para ti y para los tuyos. Si eres muy devoto de la Virgen, pues pídele su intercesión, pero házlo con fe y con amor. Insiste en el cambio para tus hijos, en un milagro que transforme sus vidas. Quizás lo que ha hecho falta en tu hogar es la fe en Cristo y no te das cuenta de eso, o bien no lo estás sopesando en forma justa. Si recobras ese valor, aquilátalo, presérvalo y ponlo en marcha para y con los tuyos. Notarás en lo sucesivo que en tu hogar reina la paz, y el amor vuelve a brillar en tu vida y en la de tu familia, no en tu tiempo, pero si en el tiempo de Nuestro Señor Jesucristo.


OCTAVA FÁBULA 
LA FÁBULA DEL PAVO, EL JABALÍ Y EL DEPREDADOR MISTERIOSO

        Numerosos  guajolotes o pavos, bellas aves tanto domésticas como salvajes, y un jabalí con toda la manada, animal que representa a una variedad de cerdo que habita en forma salvaje, se encontraban cada vez más preocupados porque, por mucho tiempo habían estado siendo azotados por unos depredadores que nos los dejaban vivir en paz. Ambos animales se conocían y sabían de sus debilidades ante la astucia y la fuerza del que los frecuentaba con el propósito de atacarlos y comérselos. Ante tanta infamia y desesperados porque nadie acudía en su ayuda, un buen día el líder de los guajolotes y el de los jabalíes decidieron juntarse para unir sus fuerzas y habilidades y hacerle frente a su depredador. En la reunión, el jabalí expresó a los guajolotes que todos los de su manada estaban equipados con unas patas que les permitían ser veloces, y pocos animales les daban alcanze. El problema era que nunca podían advertir la llegada de su depredador por lo astuto que era, y cuando se daban cuenta, el carnicero ya estaba encima de ellos. Tocó el turno al cabecilla de los pavos y en su discurso mencionó que ellos eran muy despaciosos en tierra, pero que tenían la habilidad de volar lo suficiente como para trepar los árboles de la zona, y de ese modo estarían dispuestos a contribuir mirando encima de los árboles atisbando la prescencia del depredador y dar el aviso a todos antes de su llegada. Acechar al enemigo sería su contribución para proteger, tanto a  pavos como a jabalíes. Debido a que la contribución de los jabalíes no era muy precisa, el jefe de ellos mencionó que cada día harían una oración pidiéndole a Dios que los protegiera del enemigo. Les pidió a los pavos unirse a sus oraciones, a lo que ellos accedieron de buena gana. Ambos animales estuvieron de acuerdo en ayudarse mutuamente según sus posibilidades, orar cada día juntos, estar al acecho para prevenirse, dar los avisos y ponerse a salvo.
        Una mañana fresca y brumosa, la gran parvada de guajolotes y la numerosa manada de jabalíes se encontraban entre retozando y comiendo lo que la naturaleza ofrecía, a saber,  frutas,semillas,hojas, etc. En eso estaban cuando uno de los guajolotes vigilantes da el aviso de que el depredador se acerca sigilosamente. Los jabalíes entienden el mensaje y emprenden la carrera en sentido contrario a la del depredador. Todos los pavos vuelan y se posan en el primer árbol que encuentran, de cualquier manera el carnicero está imposibilitado para subirse a cualquiera de ellos. Después de unos instantes no se observa animal alguno y el silencio es sepulcral. Los pavos se quedan quietos y sin hacer el menor ruído. El predador aparece en escena y advierte que nadie se encuentra allí. Un tanto confundido vuelve a merodear alrededor sin éxito. Después de ello, decide alejarse frustado por el intento que había resultado en vano para sus intereses. Una vez alejado del lugar aquel predador, un nuevo aviso permite que los jabalíes vuelvan de nueva cuenta, y los guajolotes desciendan de los árboles. Todo vuelve a la normalidad y ambos animales se muestran satisfechos de la ayuda mutua y del éxito de su trabajo en equipo.

MORALEJA: El trabajo en comunidad y en equipo nos permite ayudarnos y avanzar más rápido en nuestros propósitos de protegernos y de salvaguardar la felicidad, y aún nuestras propias vidas. Dios nos dice que “allí donde se encuentren dos o más en mi nombre, ahí estaré Yo”. Y donde Cristo se encuentre, la paz y la felicidad reinará por siempre.

NOVENA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA CIGARRA

        La cigarra voladora agitaba sus alas transparentes con ímpetu,rebosante de vida y felicidad. Su ruído típico resonaba en la víspera de su apareamiento. Su sonido de amor podía escucharse a mucha distancia del lugar, y muchas bellas chicharras escuchaban su canto deseosas de encontrarlo junto con su autor. Un revoltijo de damas presurosas se dejaban venir a lo que parecía ser la fuente de tan hermosa y seduciente serenata. Embelezadas por la dulce melodía, se volvían unas con otras confundidas por el sitio exacto de la tonadilla. El cantautor posaba sobre una hoja verde y de regular tamaño. Era difícil apreciarle debido a la oscuridad, mas sin embargo las hermosas chicharritas vestidas con sus alitas de muda reciente podían facilmente ser observadas por el trovador nocturno. No apuraba su turno y simplemente esperaba pacientemente a que el destino le pusiese a cualquiera de las chicharritas en su camino. El ruído era casi ensordecedor, y las miles de cigarras alrededor con su sonido retumbador en búsqueda de su amante trovador, no desalentaban su vuelo ni paraban con su sonsonete, estridentes y más aún radiantes con su esplenderoso fulgor. Un instante bastó para encontrar el amor, sentirlo profundamente trastocando las entrañas, y cada fibra de su entidad se deleitaba de mil colores con su esplendorosa prescencia. En ese instante cigarra macho y cigarra hembra, por mandato divino unieron sus alas y amalgamaron sus deseos, y lo que antes pareció ser un barullo, ahora el sonido y los vuelos estaban ceñidos a un deseo que iba más allá de lo natural, lo inextricable del órden sobrenatural, lo que la Deidad ha preescrito. Sobrevino la madrugada, y muy entrada la noche el vehemente despliege de las chicharras desapareció por completo y un silencio se apoderó por completo de la oscuridad, silencio no enmudecido, sino silencio que hacía brotar de su interior llamas de amor, dicha y alegría.


MORALEJA: Dicen que “el amor llega cuando menos te lo esperas”, y  “el que espera desespera”.  Es difícil  para muchos aceptar los designios de Dios, sobre todo cuando las cosas no salen de acuerdo a las expectativas. Pero lo que si es un hecho insoslayable es de que el amor nunca debe ser forzado. Por el contrario, este sentimiento tan sublime debe ser apreciado, preservado y,  cuando arribe a tú corazón, debes alimentarlo día a día para que no perezca. El amor es lo más grande que nosotros los seres humanos podemos experimentar, y al ser tan grande y excelso no puede ser forzado por ninguna fuerza humana.

DÉCIMA FÁBULA
LA FÁBULA DEL ÁGUILA Y EL PEZ

        El águila resplandecía majestuosa y soberbia en la cima de la montaña, y con su gesto adusto y serio fijaba su mirada penetrante en todo aquello que pudiera ser amenazante para sus aguiluchos. Éstos no hacían otra cosa que emitir ruidosos y monótonos sonidos y abrir sus picos para recibir lo que su protectora madre pusiese en su interior para saciar el hambre que taladraba sus tiernas entrañas. En cierto momento, los aguiluchos apagaron sus chillonas voces entendiendo a un mensaje sutilmente sonoro de su progenitora, y ésta fijó su vista en algo que parecía lejano, muy a la distancia imperceptible al ojo de cualquier ser humano. Sin pestañeo alguno, se dispuso en posición de vuelo, agachó su cabeza sin dejar de focalizar visualmente su objetivo, extendió sus enormes y maravillosas alas en una simetría perfecta. Esperó unos segundos, sus ojos se exhibían inmóviles. Avalanzó un tanto su cabeza hacía adelante en forma cadenciosa, sus patas agarradas a la piedra montañosa se impulsaron al tiempo que sus alas se expandían en toda su esplendorosa magnitud emprendiendo el vuelo, al principio propulsado por sus alas, luego planeando a través del aire en una sincronización perfecta de movimientos. Su vuelo horizontal inicialmente se fue tornando ligeramente vertical. Daba vueltas alrededor, en otras su vuelo era directo, hasta que de pronto sus alas se encogieron replegándose, como formando un cilindro con su cuerpo, sus patas se ciñeron más a su figura dejando tras de sí sus afiladas garras. Debajo de ella, un lago sereno y apacible, cristalino y limpio mostrando sus bondades a todo aquel que se propusiese contemplarlo. La hermosa águila se acercaba al banco de agua, entonces su velocidad era increíble, su vuelo en línea perpendicular se dirigía invariablemente a las quietas aguas de la laguna. Prevío a su cita y segundos antes, sus alas se expandieron nuevamente, sus garras aparecieron dispuestas a capturar alguna cosa, y en un santiamén, sin perder vuelo, introduce sus puntiagudas garras y toma presa a un pez, luego se impulsa hacía arriba para agarrar vuelo alto nuevamente, el pez se mueve a los lados como queriendo desprenderse de las poderosas tenazas que lo martirizan y le oprimen. En vano, todo es en vano para el triste pez. Mientras tanto, el águila dirige sus fuerzas hacía sus retoños quienes le esperan pacientes, y quienes al verla de nuevo se alborotan y resuenan escandalosamente esperando se atendidas por su madre. Pasado el día y con el atardecer encima, los aguiluchos, una vez satisfechas sus necesidades mas vitales, duermen plácidamente, y al sentir el calor de la prescencia de su madre a un lado de ellos sus corazones, se llenan del amor y de la seguridad necesarias para poder crecer sanamente y llegar a ser como mamá algún día, fuerte, grande, implacable ante el enemigo y protector amoroso con los suyos.

MORALEJA: Los vínculos primarios en la vida de los seres humanos los establece la madre. Siendo la principal protagonista de la relación parental, ella juega un papel preponderante en la salud tanto física como mental del ser humano. La madre es quién nos da la seguridad y la que nos hace sentirnos protegidos ante las amenazas del exterior. Es la madre un ser lo bastante fuerte como para defendernos de los peligros que nos acechan, y con ella vamos de la mano en nuestros primeros años de vida, eventos tan importantes que sin ella, la madre,  no pudieramos concretar muchas de las necesidades emocionales al principio de la vida.

DECIMAPRIMERA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA CUCARACHA Y EL ROEDOR

        En plena oscuridad y dentro de una cocina muy ajetreada, la cucaracha se paseaba de entre las patas de la mesa siguiendo la ruta que su olfato le índicaba para encontrar la comida. Del mismo modo, un roedor se movía en torno al mismo olor que despedía lo que parecía ser un delicioso banquete para los caminantes al ras del suelo. Casi al mismo tiempo ambos animales dieron con el objetivo, pero la cucaracha había llegado unos segundos primero que su contrincante, no obstante unos segundos antes de que comiera del manjar el roedor se acercó y con un tono pseudoconciliador le dijo a la cucaracha – Seré primero que usted señora cucaracha porque yo soy más grande y fuerte. Además yo llegué antes que usted – La cucaracha replicó indignada – ¡Pero si yo llegué primero! Es mentira que usted llegó primero señor roedor – Ante el desafío de la cucaracha, el roedor respondió jactancioso – Bueno, nada de eso importa ya. Simplemente porque soy más fuerte que usted seré el primero en comer de esta delicia. Le guste o no así será – Esta bien – dijo un tanto resignada la cucaracha – pero quiero que sepa algo, le nombraré rata ante todo el reino animal, y todos te llamaremos tal cual por ser ventajoso y ratero, un ladrón sin escrúpulos – Aquel roedor respondió con cinismo – llámeme como quiera, pues no me importa. Desde entonces, el famoso roedor que suele merodear las casas, y aún introducirse en ellas, se les cococe también con el nombre de ratas. Sus apariciones son nocturnas y subrepticias en pos de algo para comer. Cuando la noche es silenciosa y nadie puede advertirlas, ellas aparecen en escena como cualquier delincuente nocturno en búsqueda de un tesoro deseado.

MORALEJA: En los caminos de la vida solemos encontrar personas tanto bien intencionadas como mal intencionadas. De todo hay en el rebaño del Señor. Los que sobresalen por su astucia son aquellos que son ventajosos de la situación y se valen de argucias para ganar algo, sin importar si pasa por encima del prójimo. Debemos ser cautos al respecto. Debemos amar al prójimo, cierto, pero no debemos ser cómplices de la mentira y de las malas intenciones que algunas personas practican como credo.

DECIMASEGUNDA FÁBULA
LA FÁBULA DEL RATÓN, EL GATO, EL PERRO Y LA MUJER

        El gato miraba a hurtadillas al ratón, el cual con gran bocado en hocico no advertía la prescencia escurridiza del gato, y quien escondido detrás de un buró se disponía atacar al ratón, el cual también había decidido regresar a su guarida. En eso estaba cuando el gato se le pone de frente de un gran salto y el ratón casi se paraliza del susto. Inmediatamente toma la determinación de tirar el pedazo de carne en su hocico hacia un lado, y después de ello correr del lado opuesto rumbo a su hogar. Así el gato elegiría el pedazo de carne que a él mismo, y de este modo salvaría su pellejo una vez más. Con miedo hizo lo acordado en ese instante por él mismo, deseando que el gato no lo eligiera y fuera tras sus huesitos. Entonces, el gato se avalanzó sobre el pedazo de carne arrojado por el propio ratón, quien en ese momento ya había arribado a su refugio. El ratón entristeció por el suceso acaecido, pues su cena se malogró esa noche. El gato parecía radiante de felicidad, pues un trozo de carne vino alegrarle su corazón, y por supuesto su contraída barriga. Lo que el gato no sospechaba es de que el perro se había introducido a la casa y era observante de todo cuanto pasaba en ese momento. Postrado en la alfombra café marrón como el color de su pelaje, que de paso usaba como camuflaje, y quizás por ello había pasado inadvertido sin que gato ni perro lo notaran, justo en el instante en que el gato se aprestaba a comer el  pedazo de carne, se paró emitiendo un gruñido que alertó al gato. Sin mirar a ningún lado en específico, soltó aquella porción de comida y se alejó a toda prisa escondiéndose debajo del sofa. El perro sonrió y de un estirón se apropió de la apetecida comilona. Un segundo después disponíase a devorarlo, no obstante la señora de la casa dióse cuenta de lo acontecido y de un escobaso dióle sobre el espinazo del perro corriéndolo del interior de la casa, de tal suerte que el trozo de carne voló por los aires para finalmente parar en el cesto de basura. Los tres nombrados animales apetecieron el manjar, pero ninguno pudo disfrutarlo plenamente.

MORALEJA: La vida suele dar vueltas muy a menudo, de modo que a veces estamos arriba y otras abajo. Cuando las oportunidades llegan debemos aprovecharlas inmediatamente, porque si nos demoramos en hacerlo ellas mismas desaparecerán de nuestra faz y muy posiblemente nunca las lleguemos a ver de nuevo. Del mismo modo, cuando una buena cosa arribe a tu hogar y a tu vida, cuídala y protégela, no sea que el envidioso que merodea haga uso de sus artimañas y te despoje de las bondades recibidas.

DECIMATERCERA FÁBULA
FÁBULA DE LA GARRAPATA Y EL PERRO

        El perro dormía un tanto inquieto al tiempo que una garrapata se posaba sobre su pelaje. Hurgó en él, se introdujo hasta llegar a un mundo de grandes troncos negros sostenidos sobre la base de una superficie suave, tibia y un tanto contenida de sebo o saín quizás. Agazapándose entre el hirsuto pelaje animal, la garrapata se instaló en definitiva en un lugar solitario alejado de cualquier otra prescencia animal habitante de tan singular lugar, lo cual le animaba sobremanera en su espíritu individualista. Por su parte, el canino permanecía dormido sin darse cuenta de lo que le acontecía en su propia entidad, hasta que de pronto un ruído como de un petardo lo despertó de una pesadilla en el que un millar de garrapatas se posesionaban de su cuerpo con la intención nada amigable de devorarlo. Ya en sí se dijo de mil maneras que, afortunadamente aquello solamente había sido un mal sueño. Al pararse sobre sus cuatro extremidades sintió una especie de rasguño sobre su lomo, lo que enseguida le causó comezón sobre esa parte del cuerpo, entonces levantando su pata derecha trasera se rascó con ímpetu arqueando su cuerpo para poder llegar al lugar donde el prurito se ocasionaba. Mientras tanto, la garrapata recibía los empujones y talladuras sobre sí haciéndola vibrar del miedo a ser aplastada inmisericordemente. No fue así, mas sin embargo su cuerpo quedó tan maltratado que tuvo que reposar algunos días antes de volver a succionar su alimento. Mientras tanto, el perro gozaba de rebosante salud, y ni un remedo de rasguño y comezón se allegaba a su sano cuerpo. No obstante, al cuarto día la garrapata estaba más fuerte, decidida y, sobre todo, más hambrienta que nunca, y volvió sobre su necesidad de alimentarse de la sangre del huésped. Adherido una vez más a la piel del perro, picó profundo hasta extraer la viscosa miel que tanto ansiaba. Al instante, el perro se estremeció de dolor al sentir el aguijonazo ahora sobre su columna vertebral, muy cerca de la cola. Al notar la imposibilidad de rascarse en esa parte de su cuerpo, tomó la decision de volcarse sobre el suelo para aliviar la picazón. Así lo hizo, y entonces la garrapata se vió interrumpida en su cena con movimientos bruscos y fuertes, su cuerpecillo convulsionado por el rudo y violento jaloneo, se desprendió de la piel del perro cayendo al ras del suelo. Con el cuerpo deshecho no pudo más y pereció desvencijada, maltrecha, desmembrada. El perro detuvo la loca revolcada y se irguió en medio de una densa polvareda. Un alivio sobrevino, y la sensación de que un peso de encima se había desplomado le produjo un sentimiento de bienestar y tranquilidad. Días después otra garrapata se instaló nuevamente en la piel del perro y la historia se volvió a repetir. Una y otra vez la misma situación se fue sucediendo al paso del tiempo, hasta que finalmente muere obsesionado con la idea de que nunca más sera mordisqueado por una garrapata.

MORALEJA: Para muchos seres humanos los traumas del pasado son como aguijones dolorosos en el presente que se clavan causando gran dolor a pesar del tiempo transcurrido. Hacemos cualquier cosa con tal de aliviar nuestra pena, lo cual parece dar buen resultado aunque más temporal que definitivo. Después sobreviene la misma circunstancia, y nos parece que no podemos hacer nada humano que la erradique del todo de nuestras vidas. Se suceden los años, pasamos por la adultez, la madurez y arribamos a la tercera edad y nuestros traumas originarios, más que desaparecer están más presentes en nuestras vidas, como grandes quistes que se han crecido y abultado en nuestro espíritu, en nuestro corazón pese a nuestra oposición, y aún el dolor emana de ella.

DECIMACUARTA FÁBULA
FÁBULA DEL CANGURO Y EL DINGO

Un canguro en el campo pastaba
Pero siempre con su vista se alzaba
Un dingo por allí se paseaba
El canguro a saltos escapaba

El dingo afanoso lo seguía
de bravío y tezonudo se distinguía
corría y corría en aquella sequía
Pero el canguro ni verlo quería

¡Qué grandes saltos el canguro daba!
Ya la distancia entre ambos aumentaba
pero su corazón mayormente palpitaba
y un cuerpo que cada vez se cansaba

Dingo con su paso acelerado
Sentía cada vez la presa de su lado
Canguro a su vez desesperado
Presentía con terror ser devorado

Un esfuerzo muy denodado
Un crepúsculo de vida añorado
Un intenso deseo de ser amado
Lo impulsó a saltar un río muy calado

Dingo observa muy desilusionado
Cómo su presa se ha escapado
El canguro muy emocionado
Un obstáculo más ha sorteado

MORALEJA: La vida siempre nos depara situaciones complicadas, pero debemos estar siempre con una actitud valiente y positiva para encararlas. Nunca decaer ni darse por vencido. Al contrario, los grandes esfuerzos siempre son premiados, sobre todo cuando tu actuación frente a la inicuedad del mundo, y aún de la propia ignominia está basada en la fe y la esperanza de un Cristo vivo y generoso dentro de tu corazón.

DECIMAQUINTA FÁBULA
FÁBULA DE LA CUCARACHA Y LAS HORMIGAS

        La cucaracha observaba que un par de hormiguitas se acercaban a un pedazo de cristal que despedía un olor dulce. Ella también se disponía a llevarse el pedazo de azúcar cristalino derramado sobre el suelo del garaje de una casa. Los animales detuvieron su marcha antes de acercarse al aperitivo. La cucaracha les sugirió que le dejasen a ella posesionarse del cristal de azúcar puesto que era uno solo cristal y ella era solo un animal, en cambio ellas, las hormigas, eran dos y de cualquier manera solo una se alimentaría, lo cual sería muy injusto. Las pequeñas hormigas accedieron y dejaron que la cucaracha se comiera el pedacito de azúcar. Al día siguiente, la cucaracha y las hormigas dejaron sus refugios en busca de alimento. Ocurrió que en dicha búsqueda, el alimento apareció en el camino de ambas especies de animales, pero en este caso resultaron ser dos cristales de azúcar. La cucaracha se adelantó y les cuestionó de que si ellas se repartían los cristales, se vería injusto de que ella como cucaracha no recibiése nada, y si se quedaban con un cristal, sucedería exactamente lo mismo que la ocasión anterior, y no sería justo que una sola hormiga se alimentara y la otra permaneciera sin digerir absolutamente nada. Las hormigas se miraron a los ojos y parecieron acceder no de muy buena gana a la lógica de aquella cucaracha. Segundo día consecutivo y las hormigas no habían probado alimento alguno, así que ya se imaginaran el retumbar de las tripas por el hambre. Tercer día: una vez más cucaracha y hormigas proceden a buscar el sustento de cada día, encontrando las hormigas no una ni dos ni tres, sino muchos pedazos de cristal. Miran a la cucaracha un tanto trémulas para escuchar lo que tenga que decir, pero en este caso ella muy campante y sonriendo para sí se aleja del lugar sin decir nada, absolutamente nada. Las hormigas se ponen requetecontentas y hasta hacen planes para dividirse el manjar encontrado. No lo pueden creer. La cucaracha, con su silencio y alejamiento, había tomado la decisión de no tomar ningún cristal del montón encontrado. Una vez dividido aquello de atractiva apariencia, las hormigas se disponen a engullir sus raciones respectivas y, ¡oh que sorpresa!  Las caras de las pequeñas se transformaron en expresiones de desagrado, repulsión, y luego de unos segundos experimentaron náuseas sobreviniendo el vómito. Los cristales de apariencia apetecible resultaron ser cristales de sal, de la más pura sal de mar. Desde lejos, la cucaracha los observaba  con una sonrisa malévola.

MORALEJA: A veces los mejores amigos que dices tener son tus peores enemigos, pero no te has dado cuenta de ello, principalmente por que visten de ovejas, mas por dentro su corazón es de un perfecto lobo.

DECIMASEXTA FÁBULA
FÁBULA DE LA PATA Y LOS SIETE PATITOS

        La pata les indicaba el camino a sus siete patitos, los que con paso firme iban detrás de ella sin perderla de vista. Suavemente se internó en el agua, y espero a que cada uno de los pequeños hiciera lo mismo, y para asegurarse que cada uno se posara sobre el agua los fue contándo conforme así lo hacian. Mamá pata era muy cuidadosa y celosa de sus siete retoños. Un buen día, y muy cerca del río, uno de los patitos, el ultimo en la fila, se retrasó mientras la pata, un tanto distraída pensando en lo que sus pequeños comerían, no se dio cuenta de ello. Siguieron avanzando, pero ahora la fila indicaba seis patitos. Cuando la pata lo advirtió pareció que el corazón le daba un vuelco, y preguntó desesperada a los demás patitos que había pasado con el hermanito. Ninguno supo que responder, excepto uno de ellos. Le dijo a su madre pata que ella misma les había enseñado a no ver para atrás, que solamente la vieran a ella para no perderla de vista, y que por esa razón no sabían que había pasado con su hermanito, el último en la fila. Mas preocupada por encontrar al patito, la madre no escuchó con atención lo que su propio hijo le decía, entonces buscó y buscó y el patito perdido nunca apareció. Resignada la pata, y pensativa por lo que dijó su pequeñito, cuestionó su propio procedimiento de preveer para que sus hijos no se perdieran. Enseguida les dio instrucciones para que ninguno se extraviase, y también instrucciones especiales en la eventualidad de que ello ocurriese. Ahora los patitos se sentían mas confortables, provistos de las herramientas necesarias para guiarse en el camino en forma mucho mas segura. Sabiendo de ello, también mamá pata logró sentirse mucho más relajada y contenta de que sus hijos poseían la manera de hacerle frente al peligro.
MORALEJA: Enseñale el camino a tus hijos guiándolos de frente, nunca dándoles la espalda, hasta que logren estar lo suficientemente preparados para hacerle frente a las vicisitudes de la vida.


DECIMASÉPTIMA FÁBULA
PRIMERA FÁBULA DE LA PALOMA, EL PERRO Y LA ARDILLA

        La paloma mensajera es enviada con una carta para ser entregada lo antes posible en un pueblo alejado. Toma la carta con el pico y emprende el vuelo. Volando a media altura, a la paloma se le suelta del pico la carta que necesita entregar. Ésta cae al suelo del patio de un gran perro, quién inmediatamente se da cuenta de  lo ocurrido. Entonces el perro espera a que la paloma baje por su carta, y en su momento atraparla y comérsela. La paloma advierte el peligro y desiste de la idea de descender y tomar la carta. Decide esperar unos minutos. Tal vez el perro se movería y en un descuido, aprovecharía la situación y ¡zaz! tomaría la carta nuevamente y la dirigiría a su destino original. Después de quince minutos de espera la paloma se muestra inquieta, mientras el perro permanence en su casita echado y sin perder de vista a la paloma. Posada en el árbol, una ardilla se acerca a la paloma y ésta le platica toda la situación por la que está pasando. La ardilla se presta a auxiliar a la paloma. Le dice a la paloma que bajará por un extremo, se acercará un tanto a su jaula y lo provocará para que lo persiga, pero como ella es muy buena para correr lo hará en forma inmediata y se internará en las alturas de un árbol cercano. Al mismo tiempo, mientras el perro persigue a la ardilla, la paloma deberá aprovechar y capturar la carta y seguir su destino. Por esta vez la ardilla arriesgará su vida por la paloma an apuros. En otro momento tal vez la paloma tenga que auxiliar a la ardilla. La paloma acepta el compromiso. Todo se lleva a efecto tal como la ardilla lo había planeado, y el perro se queda gruñendo y ladrando de coraje por el engaño sufrido.

MORALEJA: En momentos de angustia y desesperación, necesitamos de una mano amiga que nos auxilie. No podemos hacer frente a las circunstancias adversas si estamos solos, mas aún si estamos débiles y angustiados. Todos necesitamos de otros para salir adelante en ciertos momentos de nuestras vidas, y siempre necesitaremos de la ayuda de Dios para vivir felices.

DECIMAOCTAVA FÁBULA
SEGUNDA FÁBULA DE LA PALOMA, EL PERRO Y LA ARDILLA

        Meses después, en las postrimerías del otoño, la paloma regresó de su labor de mensajera y encontró que la ardilla, la que le había ayudado a recoger la carta exponiendo su vida ante el perro, no encontraba nuez alguna debido a que el dueño de la casa había sacudido el nogal y todas las nueces se desprendieron, y así vió esfumarse su fuente de alimentación principal. No obstante,  algunas nueces habían caído sobre uno de los recipientes de comida del perro, el cual, por su puesto, ni siquiera las movió de allí, puesto que las nueces no eran de su agrado. Sin embargo, para la ardilla eran su vida, y vaya que las necesitaba debido a que el crudo invierno se acercaba, y necesitaba comer mucho para poder hibernar, de otro modo perecería en la estación de frío por la escasez de comida. Pero acercarse a la bandeja del perro representaba practicamente un suicidio. Entonces la paloma se quedó muy pensativa ideando un plan de emergencia para poder rescatar las nueces despreciadas por el perro, y tan deseadas por la ardilla. De pronto una idea surgió y la paloma la compartió en forma inmediata con su amiga la ardilla susurrándosela a su oído para que no fuese escuchada por el perro, quién los miraba desde su feudo con un gesto de pocos amigos. Entonces la paloma comenzó su plan. Inició su vuelo esquivando un panal de avispones situado en el mismo nogal vacío de nueces. Voló lejos, y mientras tanto la ardilla permaneció en espera del siguiente paso del plan de su amiga la paloma. El perro yacía abajo bajo la sombra del nogal y parecía estar muy relajado, y en unos minutos se quedó profundamente dormido. Al cabo de cinco minutos, la paloma regresó con el pico lleno de miel de abeja. Se colocó suspendida en el aire debajo del perro a unos cuatro metros de altura y dejó caer la miel gota a gota. Finalizado el acto, se alejó siguiendo el mismo camino, después del cual regresó con más miel la que depositó por encima del pelaje del perro, el cual parecía estar disfrutando de un sueño muy dulce y  reparador. Una vez que el perro tuvo suficiente miel en su lomo, la paloma se acercó al panal de los avispones, les dio aviso de que allá abajo, señalando al perro que aún permanecía dormido, encontrarían mucha miel. Los avispones se aseguraron de lo que decía la paloma enviando a un avispón a comprobar si era cierto de que había miel en el lomo del perro. El avispón regresó muy emocionado confirmando lo dicho por la ave. Entonces, todos los avispones del panal fueron avisados, y algo así como cinco mil de ellos salieron disparados directo al lomo del perro quién al sentir las primeras picaduras salió disparado del lugar asustado de verdad. La ardilla, quien hasta entonces se había convertido en testigo prescencial de todo lo que acontecía, bajó del árbol con toda la tranquilidad del mundo, recogió parte de sus nueces y se retiró a su madriguera. Después bajo nuevamente por el resto para almacenarlas en su nido y alimentarse, después de todo no había probado alimento en dos días consecutivos. Al final, ardilla y paloma se desearon suerte y se despidieron no sin antes jurar el compromiso de ayudarse mutuamente cuando lo necesitásen.

MORALEJA: Los buenos amigos siempre se ayudan en los momentos de dificultad, y están allí para cuidar y proteger los intereses y de prevenirse del enemigo. Muchas veces nos gusta mucho ayudar, lo cual está perfectamente bien, pero hay personas a quienes no les gusta que los ayuden, no les agrada recibir ayuda de los demás, dando la falsa apariencia de ser autosuficientes como un signo inequívoco de falta de humildad, de hecho un síntoma de soberbía en su corazones, lo cual es equivocado puesto que todos los seres humanos nos necesitamos los unos a los otros. Acepta y reconoce los dones que Dios brinda a otras personas, los cuales podrían ser de gran beneficio para ti en el momento menos imaginado.

DECIMANOVENA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA PRIMAVERA, LOS ANIMALES DEL CAMPO Y EL LOBO

        La liebre saltaba de gusto por el hermoso campo lleno de toda clase de flores de todos los colores, como un enorme vergel multicolor. El placer de la liebre era debido a que en ese día se inaguraba el cambio de estación y todos los animales del campo saldrían a festejar alegres y a disfrutar de las delicias de doña Primavera. Todos los años, la bella estación se vestía radiante y festiva para recibir a una cantidad enorme de animales de todas las clases y variedades inimaginables. Sin embargo, este año doña Primavera estaba muy preocupada, y la razón de ello era de peso. Los frescos vientos sureños le informaban que un depredador se aproximaba lentamente, y su propósito, al parecer, era establecerse en el fascinante campo de bellas flores, que tocadas por la brisa dejaban ver sus formas sinuosas en un compás de perfecta armonía. De hecho, doña Primavera había sido advertida un mes antes por un vendabal ocurrido justo en el ocaso de su compañero de estación que siempre le precede, don Invierno, pero doña Primavera no le concedió mucha importancia hasta que los vientos mencionados reaparecieron informándole nuevamente del hecho. Doña Primavera compartió esta noticia con los animales del campo, y estos a su vez se mostraron contrariados. Siempre habían vivido tranquilos y felices bajo el manto protector de la Primavera. Sin embargo prestaron atención de todo lo que se les decía, y que debían estar atentos a la llegada del enemigo. Para ello, doña Primavera pondría sobre aviso a todos los animales con una señal, y la clave sería una clase de vendaval corto de duración y con fuerte resoplido silbador. Al sonido de la clave todos los animales del campo tendrían que internarse en su refugio y no salir hasta nuevo aviso. La señal de para salir de los refugios sin peligro, en este caso sería la prescencia de una brisa suave seguida de un cántico de felicidad y alegría. La mañana y la tarde transcurrieron sin mayor preocupación y todo parecía marchar a la perfección. No fue hasta el atardecer, en las penunbras de la intermediación de la tarde que se retira y la noche que se instala, cuando doña Primavera ordena al vendaval su aparición con su resonante silbido. Todos los animales se ocultan en sus guaridas en forma inmediata, y el campo queda vacío, desolado, sombrío. Hasta las flores bajan la guardia y su postura da la impresión de un campo alejado de toda vida, mortuorio, lúgubre y hasta siniestro. Un flamante lobo hace su aparición en el campo, observa para todos lados, olfatea, escudriña, indaga, escarba y hasta curiosea por todos lados, y no encuentra absolutamente nada de su agrado. De pronto, aulla fuertemente como reclamándole al viento por señales desacertadas, de guiarlo a un lugar muerto, sin futuro y sin ningún proyecto de vida. La noche llega y se instala y el lobo no desea permanecer ni un minuto más en el lugar. Se encamina por donde llegó, y se aleja con premura. Después de todo, necesita encontrar comida para subsistir, y no hay tiempo que perder. Ocurrido ello, doña Primavera envía un viento suave tras el lobo para asegurarse de que éste realmente se ha alejado del lugar y no reprsenta un peligro más para los lugareños, los propios del lugar. Enseguida, el viento fresco regresa con buenas noticias. El lobo se ha alejado totalmente del lugar. Entonces, una brisa seguida de una bella melodía se deja escuchar en toda la extensión del florido campo y todos los animales del campo reaparecen radiantes de felicidad cantando al ritmo de la canción. El campo vuelve ser aquel lugar con sus flores altivas y soberbias, radiantes y graciosas.

MORALEJA: La vida en comunidad es algo importante en nuestras vidas, y sobre todo que es un asunto tan cotidiano que practicamente no podemos evitar. No obstante, los peligros siempre acechan y podemos ser vulnerables a ellos. Dios quiere que nosotros vivamos unidos, amándonos y queriéndonos mutuamente. Nos ha dejado a su madre María como nuestra madre, la mamá de todos sus hijos para refugiarnos en ella en tiempos de dificultad y pedirle con amor que interceda ante su hijo Jesús Padre de todos los cielos y la tierra para que nos cuide del mal. Encontramos en nuestra Virgen María apoyo y consuelo en tiempos de angustia, y al estar unidos como comunidad cristiana pidiendo por su intercesión ante Dios nuestro Señor, encontraremos la paz y la felicidad que añoramos tener.

VIGÉSIMA
LA FÁBULA DEL SALTAMONTES, LA BELLA FLOR Y EL AVISPÓN

        El saltamontes picaba de flor en flor, y luego volvía a saltar en busca de otra nueva cada vez, pero parecía no llenarse de la miel interior de la hermosas flores, hasta que un día un clavel le anunció que tuviese cuidado de no sustraer nada de una nueva flor naciente en el jardín, una muy bella y esplendorosa de vivos e intensos colores. El saltamontes le preguntó al clavel del por qué no debía picar de la majestuosa flor que ni siquiera había visto antes. El clavel le respondió que tuviese cuidado con la majestuosa flor porque debajo de su dulce y jugosa miel poseía ponzoña abundante. El saltamontes hizo caso omiso de lo que la flor le informaba, y cuando se encontró con aquel encanto de flor quedó impregnado de su gracia y hermosura, su corazón dio un vuelco al sentir su prescencia, y al respirar sus aromáticos perfumes naturales no pudo contener su deseo de sustraer su miel, y enseguida penetró hasta lo profundo de la delicada flor en busca de lo más preciado y sublime. La bella flor pareció no objetar nada en lo absoluto, antes bien sus pétalos se abrieron ampliamente para al saltamontes pica flor. En los días subsecuentes, el saltamontes parecía no conocer otra flor que aquella de magnificentes colores, pues había quedado prendado desde su primer contacto con ella. Sin embargo, la flor poco a poco fue perdiendo el interés,y el suministro de miel cada vez era menor. Entonces el saltamontes comenzó por sentirse desilucionado. Cada vez que se acercaba a la amada flor, ésta encorvaba sus pétalos como una señal de un amor en decadencia. Preocupado por la situación, el saltamontes decidió vigilar de lejos a la hermosa flor para ver que le estaba pasando, pues aquello no era normal, ella siempre había sido amable y amorosa con él. Situado entre dos flores marchitas, el saltamontes aguardó desde allí, y con paciencia observó a la flor venciendo sueño y hambre. De pronto, nota como la linda flor abre sus pétalos, y sus colores se reavivan embelleciéndola todavía más. La sorpresa fue mayor cuando un avispón, extasiado con los aromas de la flor la penetró extrayéndole sus dulces jugos naturales. Pasado un tiempo, el avispón salió del fondo de la flor que con sus pétalos lo había cubierto, y se retiró con una sonrisa de satisfacción. Para el saltamontes la desilución fue grande, y nada volvió a ser igual.

MORALEJA: A veces lo bello por fuera es tan solo eso, una belleza superficial, porque por dentro la belleza es inexistente. Aprendamos a ver el fondo de las personas y a valorarlas desde su interior, y no a partir de valores estéticos impuestos por la sociedad.

VIGÉSIMA PRIMERA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA IGUANA, LAS HORMIGAS Y EL TORDO

        La iguana, posada en un tronco transversal de un zapote, mantenía su hocico ampliamente abierto como succionando el bochorno exterior para aliviar su frialdad interior. La reflexiva y profunda concentración que le ocupaba, de pronto se vió interrumpida por una falange de hormigas, las cuales marchaban en fila protegidas por algunas que se hacían llamar “soldado”, distribuídas éstas a lo largo de la infinita hilera de los diminutos animales. La iguana detuvo su meditación, cerró su circular hocico, se paró de su lugar y se dirigió a las hormigas que transitaban muy quitadas de la pena - ¿Pero qué les pasa a ustedes pequeños animales? ¿Por qué obstruyen mi camino y me molestan cuando estoy descansando? – Las hormigas parecían no entender nada, pero en eso una de las soldado se le acercó y repuso – Disculpe usted señora iguana. La mera verdad fue que no la vimos que estaba posada en este en el árbol, pues usted se ha vestido de igual color y textura que su corteza verde y con arrugas. Además, ni siquiera percibimos ningún movimiento. De ese modo usted parece un tronco de zapote mi querida señora iguana, aunque en realidad es muy diferente al que da fruto. – El reptil se retiró del lugar en busca de otro donde descansar y aplacar su frialdad interior. Dió un salto al tronco del árbol vecino, un guayabo de tronco liso descarapelándose. El cuerpo de la iguana se transformó en minutos, luego abrió su hocico y se perpetuó en una posición como de estatua de cualquier plazuela citadina. Más tarde, un tordo negro y robusto se acercó al guayabo y picoteo por la fruta deseada, y ¡sorpresa! Una vez más la iguana fue interrumpida en su catatónica posición recibiendo dos fuertes picotazos de aquel enorme pajarráco. Muy molesta la iguana le reclamó a su agresor, y éste,apenado, le ofreció disculpas, pero al mismo tiempo se contenía la risa por lo que había sucedido. El tordo le dijo a la molesta iguana – ¡Se parece tanto a éste árbol! – refiriéndose al palo de guayaba – pero son tan distintos. El palo da fruto, y no creo que usted lo haga señora iguana. La iguana dio media vuelta y se retiró de allí encontrando no muy lejos del lugar otro árbol. Se montó de inmediato e hizo exactamente lo mismo que las ocasiones anteriores. Sin embargo, en esta ocasión no fue confundida con las ramas y el tronco del nogal, esta vez una de su misma especie deambulaba buscando lo mismo en el árbol de buen fruto, intentando aliviar su frialdad interior por medio del calor del medio que le rodeaba.

MORALEJA: A veces las “buenas” personas lo son solo de apariencia, y por dentro están llenos de maldad. En ocasiones tienen conciencia de ello y tratan de mejorar sus vidas, inclusive se acercan a la casa del Señor buscando “calentarse por dentro”. Muchas veces se confunden con los verdaderos hermanos, los de buena fe; se confunden porque dan la apariencia de estar convertidos. Solo Dios y ellos saben el tormento interior que viven y la falsedad con la que se manejan al interior de la casa del Señor.

VIGÉSIMA SEGUNDA FÁBULA
LA FÁBULA DEL ESTORNINO Y EL GRANJERO

        La pasión por la fruta le envolvía el deseo de arrancarle un trozo de pulpa. El estornino resultaba motivado por los atractivos colores y los olores que inundaban el cielo, en torno del enorme sembradío de manzanas y de los amplios viñedos que se esparcían sobre el fértil terreno. Era su primera vez que levantaba el vuelo por sí mismo; su primera vez en alimentarse con sus propios recursos, sin la ayuda de su madre. Surcaba los cielos con el ímpetu del primerizo que se come al mundo cuando se sabe conocedor de una habilidad, y con la derrochada juventud puesta en escena  no vaciló en hacer lo que sus padre le heredaron por naturaleza, una naturaleza tan sabia que nunca deja en desamparo a sus hijos. Era tal su deseo por los frutales, más por ser la primera vez que los visitaba, pero un instinto lo guiaba camino seguro junto a una parvada enorme de su grupo de pares. El recién desempacado estornino se apresuraba, y en su camino avizoraba un mar de manzanas y uvas de distintos colores. Aquella nube de pájaros rapaces, en un santiamén acabaron con toda la cosecha. En su probada inexperiencia, el estornino solo pudo asimilar una humilde uva de regular tamaño. El resto lo devoraron las de mayor esperiencia. A cierta distancia le tocó ver una cara triste y afligida. Ese rostro dejaba ver una gran lamentación por la cosecha perdida, un trabajo arduo y laborioso de meses atrás perdidos en menos de treinta minutos por oportunistas y desalmados pajarrácos. El estornino no pudo menos que sentir pena por aquel granjero. En ese momento tomó la decisión de no robar el fruto de alguién más. Si para alimentarse tuviese que ir a lo más recóndito de la pampa, allá donde el alimento pertenecía a toda criatura que lo solicitáse sin afectación a nadie, lo haría por siempre. Desde ese día conocimos a el único estornino digno de admiración por su conducta de respeto a los demás.

MORALEJA: Es cierto que vivir en sociedad implica de alguna manera una renuncia a cierta individualidad, no obstante cuando esta sociedad pone en peligro los valores de respeto y dignidad, entonces a los individuos les toca reaccionar a favor de dichos valores. El hecho de que algo sea practicado por la mayoría no significa que esa costumbre sea correcta. Si somos valientes, no tan solo dejamos de practicar esas ideas, sino que mostramos nuestros rechazo público ante las malas prácticas de nuestra comunidad. Seamos activistas de lo bueno y llevemos en alto los valores del respeto y la dignidad con nuestro ejemplo.

VIGÉSIMA TERCERA FÁBULA
LA FÁBULA DEL BURRO, EL TORO Y LA VACA

        Un burro era el punto de discusión entre una vaca y un toro, debido a la prescencia del primero en los terrenos de los otros dos. Y es que, tanto la vaca como el toro jamás habían compartido el campo con tan semejante animal que para ellos era antiestético por lo orejón, cabezón y chaparro, amén del color grisáceo y deslucido. Pero la cosa no paraba allí, ya que tanto el toro y la vaca veían al burro como un intruso que los asaltaba tragando yerba todo el santo día. Cada vez que apacentaba, comenzando desde muy temprano por la mañana, las porciones de alimentación se reducían considerablemente en el campo. Entonces, vaca y toro echaban el grito al cielo pidiéndole a Dios que les quitara semejante compañía. Un buen día, el granjero se llevó al burro a otro campo separado del suyo por una gran cerca de maderos y púas. Los quejumbrosos animales de la granja saltaron de felicidad al saber que el burro ya no estaría con ellos. Mas el burro había dado a parar a otro campo repleto de hierbas y de heno, además de cardos y arbustos leñosos. Había comida para escoger, y no existía nada ni nadie que lo molestara, ni mucho menos que se enojaran por su buen apetito. Un buen día, la vaca y el toro se fueron a pastar lejos de la granja debido a la ausencia de material vegetal en la zona. Era aún de mañana cuando la vaca atisbó al burro, el cual se encontraba pastando también. Ambos, toro y vaca, se acercaron al lugar donde el burro se encontraba. No tardaron en darse cuenta de que los terrenos donde el burro apacentaba correspondía a un extenso campo fértil y rico en vegetación suave y hierba joven, mientras que ellos tuvieron que viajar considerable distancia y tan solo cardos pudieron encontrar, y con lo cual tenían que conformarse. Nuevamente echaron el grito al cielo pidiéndole a Dios que les permitiera un campo así de rico. Lo que  no tardó en llegar fue la prescencia del granjero, quién venía por ellos para arrearlos a los corrales, y en los cuales tuvieron que conformarse con la comida hecha por el hombre. Mientras tanto, el burro siguió disfrutando de lo que la naturaleza le ofrecía.

MORALEJA: Pocas veces estamos dispuestos a compartir con otros lo poco o mucho que tenemos. De espíritu ávaro aquel hombre que le duele compartir, y aún ver el crecimiento del prójimo le provoca displacer, codicia y egoísmo. Le cimbra el alma, le revuelve la entraña, y aún en esa condición es capaz de solicitarle a Dios que lo favorezca de igual manera. Tan grande es su ceguera y egoísmo que no alcanza a percibir lo contradictorio de sus actos.

VIGÉSIMA CUARTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA JIRAFA Y EL RATÓN

        En una ocasión, una jirafa y un ratón se toparon en el camino. La primera advirtió que algo allá abajo se movía hasta que pudo atestiguar que se trataba de un pequeño roedor. El segundo había confundido las dos enormes patas de la jifafa por dos árboles moteados, que al parecerle tan raros levantó la mirada a la cima y pudo darse cuenta de que no eran árboles gemelos, sino las extremidades de una largirucha jirafa. Al verse ambos, trataron de comunicarse, pero una estaba tan alta y el otro estaba tan abajo que pareció aquello una conversación de cine mudo, sin palabras. Entonces el ratón tomó un leño de regular tamaño y comenzó por escribir en la tierra arenosa, de modo que pudiese enviar un mensaje a la jirafa que no alcanzaba a escucharle. Esto fue lo que le escribió a la elevada jirafa : “ ¿Te será posible que bajes a conversar a mi nivel?  Después que la jirafa leyó el mensaje escrito por el ratón, la altiva y orgullosa cuello alto se retiró del lugar dejando con un pasmo al humilde roedor.

MORALEJA: El orgullo y la arrogancia resultan impedimentos en la comunicación sincera y honesta. Colocan al sujeto en lo más alto de un pedestal enarbolando la jactancia y la soberbia, con lo cual el humilde de corazón no encuentra la llave para conversar confortablemente siquiera un minuto. ”La comunicación con Dios es vertical, pero entre los humanos debe ser totalmente horizontal”

VIGÉSIMA QUINTA FÁBULA
LA FÁBULA DEL GOLERO, EL COLIBRÍ Y EL RATÓN

        El golero, verdadera ave de rapiña, volaba tan alto que, un pequeño colibrí que extraía la miel de una flor dejó de hacer esto por mirar el vuelo espectacular de aquella, y se dijo con cierto ánimo, ”me encantaría ser como esa ave, volar alto y más alto cada vez”. Eso ocurrió por lo menos una decena de ocasiones, y el colibrí soñaba ser grande y volar muy alto como el golero, ave a la que bastante admiraba. Cierto día, el colibrí sorbeteaba del corazón de una flor con su fragante polen que lo extasiaba y le agudizaba los sentidos. Pero una escena la sacó de su arrobamiento con el fruto permitido, al observar mas abajo de su lugar que un ratón se había encontrado a una serpiente que yacía muerta y tendida al sol sobre una piedra. El roedor se disponía a llevársela a su guarida. Se entristeció por la serpiente, pero se alegró por el ratón al saber que alimento no le faltaría, al menos por ese día. De pronto, un ruído proveniente del cielo se hizo presente, como un aleteo que salpicaba el viento provocando un tan aterrante como ensordecedor sonido. El colibrí se asustó e inmediatamente se escondió debajo de la flor para protegerse. Se percató de que el ratón huía del lugar dejando su preciada comida. Entonces, muy escondido el colibrí notó que el estruendo desapareció y el golero se hizo presente con su majestuosa prescencia, sus grandes y hermosas alas y con un pico y unas garras espectaculares. Así mismo, diose cuenta de que aquella ave había bajado para robarle al ratón lo que le pertenecía. A lo lejos observó al roedor muy asustado, y prescenciaba como el ave devoraba lo suyo. En ese momento, el colibrí dejo de admirar a tan majestuosa ave, bajándola del pedestal donde la tenía ubicada, y mantenerla en sus recuerdos como, precisamente la gente la llama, la tristemente ave de rapiña.

MORALEJA: Nuestra percepción de las persona es incompleta cuando solo observamos su apariencia y nos dejamos llevar por la primeras impresiones. Sin embargo, a las personas se les conoce realmente en las necesidades, en las penas y en las dificultades, y es ahí donde te das cuenta del auténtico carácter que posee. Dice un dicho que “las apariencias engañan”, lo cual tiene mucho de cierto. Antes de arriesgar tu cariño, el amor y al afecto por una persona, asegúrate de conocerla interiormente, de su escencia, de su ser real y auténtico. Así sufrirás menos desiluciones.

VIGÉSIMA SEXTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA LIBÉLULA Y LA RANA

        La libélula se paseaba por encima del estanque. La quietud del lugar contrastaba con el agitado vuelo del insecto, el cual como cada día buscaba algo con que alimentarse, generalmente moscas y otros insectos más pequeños que ella. Motivada por una rana que reposaba sobre una lilly, la libélula buscó tenderse sobre la verde y ancha hoja que estaba de lado, con propósito doble: descansar, y platicar con la imperturbable rana. Se acomodó en la lilly, y pareció que aquella ni se inmutó. Absorta en sus pensamientos, la rana ni siquiera giró la vista para cerciorarse de qué o quién se trataba lo que se había posado sobre la hoja de a un lado de ella. Bueno, tal vez que ni cuenta se dió de nada. La libélula la miraba inquisitiva en una mezcla de sentimientos, embelezada por la impasible actitud de la rana, pero también un tanto molesta por su denotada indiferencia hacia ella, y aparentemente a todo a su alrededor. En eso, la rana abrió su boca y permaneció así mientras que la libélula no paraba de observarla, y se preguntaba por qué lo hacía. La rana estaba completamente inmóvil. Entonces, el insecto la rodeo por pura curiosidad y notó que permanecía como clavada a la lilly, inalterable, fija. Estándo de frente a la rana, la miró a sus ojos entre melancólicos y nostálgicos, de pronto en un descuido de la libélula, ¡zas! Una lengua larga y pegajosa sale de su enorme y ovalado hocico en dirección al espectador insecto volador, lo engancha untado al liquido vizcoso y pegadizo de la lengua, lo atrae en un movimiento increíblemente rápido hacia su boca, lo traga; en un santiamén la desafortunada libélula desaparece del mapa.

MORALEJA: Dice el dicho: “la curiosidad mató al gato”. No metas las narices donde no te incumbe. Se paciente y espera que la gente a tu alrededor tome sus determinaciones sin inmiscuirte en ellas. La apariencia de las personas puede ser inofensiva, pero nunca sabes la naturaleza de sus motivaciones internas. Solo toca a la puerta, y si la abren es porque están interesados, pero no te introduzcas en la vida de la gente sin su permiso. Recuerda que el Señor de Señores, nuestro Cristo Jesús solo toca la puerta de nuestros corazones, nunca las abre por su Excelentísima Respetuosidad. Si Él siendo Dios lo hace así, ¿por qué no habríamos de hacerlo de igual forma nosotros?

VIGÉSIMA SÉPTIMA FÁBULA
FÁBULA DE LA SANGUIJUELA

     La sanguijuela se pegaba más a la pierna del hombre que se había metido en el río. Otra sanguijuela que pasaba por ahí hizo exactamente lo mismo, pegándose a la pierna del amigo nadador, y practicamente éste no se daba cuenta de ello, pues sus piernas estaban casi entumecidas porque el agua estaba muy fría. Pues bien, pasaba por ahí un pescado de regular tamaño, el cual  advirtió la prescencia de las dos sanguijuelas, y se acercó a una de ellas con ánimo de arrancarla y comérsela. La sanguijuela ni cuenta se había dado de ello, puesto que estaba muy ocupada absorbiendo la sangre de su huésped. Nuevamente, el pez hacía intentos por acercarse y arrancar a la sanguijuela de su lugar, pero la pierna del hombre se movía mucho y se le dificultaba hacerlo. Estaba un cangrejo queriéndo hacer lo mismo que el pez, pero no podía controlar el movimiento de sus tenazas y de la extremidad del hombre. Una temible piraña hizo su aparición, y  percatándose de la prescencia de la sanguijuela se dispuso arrancarla de su fuente de alimentación, pero sus filosos colmillos no alcanzaban a morder a la delgadísima y escurridiza sanguijuela. Una vez satisfecha la glotona y pegajosa criatura, decidió despegarse por un momento de su “maná”, y no tardó ni veinte segundos cuando llegó un pez que de un tajo se la tragó. Todos los demás animales fueron testigos de aquel hecho singular, y nunca más han tratado de comerse a una sanguijuela mientras se encuentra alimentando.

MORALEJA: Las oportunidades llegan antes de lo que imaginamos. Cuando te llegue la oportunidad de crecer y superarte, aprovecha ese momento para tu realización personal, porque nunca sabes cuando volverán los buenos tiempos.

VIGÉSIMA OCTAVA FÁBULA
LA FÁBULA DE LOS PERROS

En cierta ocasión, un perro buscaba comida desesperadamente en un contenedor de basura, pero de pronto algo lo alertó, era un ruído extraño que lo hizo alejarse del depósito de deshechos. El perro, observante y expectante ante lo incierto, y a unos metros del lugar visitado, dio cuenta de como un gato salió meneando su cola con un pedazo de carne en su hocico y alejándose un tanto del lugar para tragarlo. Entonces, al notar que no existía peligro alguno, el perro se acercó nuevamente al contenedor, esta vez en forma sigilosa, tratando de no molestar al gato, hasta que se introdujo dentro del mismo. Con su habitual olfato, husmeó todo alrededor; algunos olores le agradaban y otros no tanto. Oradó de entre los despojos y, su nariz se respingó aún más cuando un delicioso olor a carne cruda y ensangrentada invadió el espacio reducido en el cual buscaba algo para llevarse a la panza. Con sus fuertes y afilados colmillos alcanzó el premio al esfuerzo, buscó salir por donde entró, y lo hizo pero de espaldas jalando aquel preciado bocadillo. Una vez fuera del contenedor, su asombro fue mayor: cinco grandes y extraños perros lo aguardaban no con gestos de buenos amigos precisamente. Con la carne en el hocico miró a los lados como buscando un camino de escape, al mismo tiempo que uno de los perros se le acercaba y le ladraba. El perro en cuestión dejó caer el pedazo de carne lamiéndose la sangre que le chorreba, y se hizo a un lado. No quería disputas de ninguna especie, y menos con tantos a la vez. El otro perro paró de ladrar y se dirigió a la ensangrentada carne. Los cuatro perros restantes se acercaron y salivaron aún más cuando fueron testigo de como su acompañante devoraba aquel codiciado elemento. El amenazado y prudente perro se alejó de la prescencia de los cinco de su especie, y frustado y hambriento se echó al piso. Postrado en su necesidad de comer, esperó y esperó hasta que los cinco perros emprendieron la retirada. Del gato no supo más, seguramente huyó para proteger el pellejo. El perro miró al gran contenedor de basura. Ahora lucía vacío, aunque de buenos olores su olfato ya nada, o casi nada, podía atestiguar. No obstante su esperanza era grande y volvió a introducirse con la ilusión de encontrar por lo menos un hueso para roerlo. Ya dentro, comenzó de nueva cuenta su búsqueda. Había de todo, desde pañales usados hasta productos de belleza, ropa, libros, lámparas y hasta una almohada yacían en al cubo de olores nauseabundos. Escudriñaba cuidadosamente, cuando de pronto una bolsa negra llena de algo pesado y fuerte se estrelló sobre su lomo, lo cual lo asustó enormemente saliendo del recoveco de un salto. Tuvo tiempo para darse cuenta de que un hombre adulto se encontraba tirando bolsas negras de basura hacia el contenedor. Nuevamente, asustado se alejó del lugar, y se echó bajo la sombra de un árbol. Adolorido por el golpe parecía contener el llanto, pues en su rostro se dibujaba una frustación grande, con ojos húmedos y fijos en la nada. Además de todo, su panza estaba completamente vacía. Habían pasado ya alrededor de treinta minutos, desde la última vez que se aventuró en el espacio destinado para la basura del vecindario. Sentía una gran necesidad de comer. Comenzaba a experimentar un fuerte dolor provocado por el hambre y las tripas le revoloteaban en las paredes de su bajo torso. Se incorporó, observó de lado a lado asegurándose de que estaba solo, y de que nadie le haría sombra en su intento de encontrar un pedazo de comida, lo que fuera pero que fuese algo para llevarse a la panza que tanto se lo reclamaba. Con cautela se dirigió otra vez al irresistible lugar. Frente al contenedor, volvió la mirada hacia atrás, tomándose el tiempo de holgura en vigilar que nadie estuviese cerca del lugar. Advirtió que todo marchaba bien, sin visitas a la vista para tomar la determinación de volver a internarse en la “basura” por tercera vez. Una última mirada a los alrededores le permitió sentirse más seguro, y de pronto de un salto se impulsó y cayó en el lugar indicado comenzando el rastreo por el sustento. Sus movimientos eran mas rápidos, pues la experiencia le dictaba que cualquier cosa podía acontecer. Con sus patas trataba de rescatar una bolsa plástica atorada en lo profundo del contenedor. Su olfato le indicaba que su interior estaba ocupado por algo que olía agradable y sustancioso. Metió el hocico entre los bultos y jaló con fuerza para desatorar lo que parecía ser su comida del día. Con éxito obtuvo el bulto aquel que tanto buscó. Disponiéndose a abrirlo escuchó un estruendo, al tiempo de que el contenedor se sacudía vigorosamente. Con el bulto en sus colmillos dio un brinco para salir del contenedor, puesto que el camión estaba por levantarlo y llevarse la basura definitivamente. En el saltó, la preciada bolsa se le safó de sus colmillos y con tristeza vio desaperecer lo que parecía ser lo único para llevarse a la panza. Por lo menos había salvado la vida, de otro modo ya estuviera hecho papilla dentro de aquel enorme camión. Testigo de lo que ocurría, no supo si llorar, gritar o reír por las cosas que le pasaban. Muy triste se fue del lugar con paso lento, y ni cuenta se dio de que un perrito chihuahua se acercaba al recién desempacado contenedor en busca de alguna ración de comida. Los ladridos lo sacaron de sus cavilaciones, ya que el diminuto perro no paraba de ladrar y ladrar a un costado del basurero. Su apuro era que no veía el modo de entrar, puesto que era muy pequeñito. Pero insistía en ladrar como si algo hubiese dentro. El perro lo observó por unos instantes, y luego se acercó para decirle de que el contenedor de basura estaba vacío, que no había nada dentro del mismo; que ni intentara buscar algo porque resultaría infructuoso. Y eso fue lo que le expresó al perrito. Sin embargo, el pequeño lo miró incrédulo e insistió en que algo bueno había  dentro del bote. Aseveró que su olfato jamás se equivocaba, que por favor le ayudase a entrar. El perro accedió de buena gana pues nada perdía al no hacerlo. Ya dentro, el chihuahueño saltó de alegría y sus ladridos fueron de felicidad, pues había encontrado un gran trozo de carne envuelto en una bolsa de plástico. Su regocijo era enorme, y le convidó un pedazó a su compañero ayudante. Cuando este se dio cuenta de ello, se alegró de igual manera. Era exactamente el mismo trozo de carne que el había soltado por la fuerza del movimiento cuando intentó salir del contenedor minutos antes. Ambos perros trabaron amistad profunda, y ahora son inseparables en las buenas y en las malas. Cosas de la vida.

MORALEJA: Dicen que la perseverancia es la llave para conseguir lo que deseamos en esta vida. Y muchas veces esta aseveración resulta ser cierta. Sin embargo, muchos de nosotros desistimos cuando nos topamos con barreras de cualquier índole; no seguimos en el camino porque nuestro espíritu de lucha es de una tolerancia muy baja, y a la primera falla o descalabro nos desalentamos y dejamos todos los proyectos a medio camino. Dios nos da muchísimas oportunidades de salir adelante, y somos nosotros los que debemos aprovecharlas. No podemos estar esperando que todas las posibilidades nos pasen por las narices y que otros siempre sean los beneficiados. Pues bueno, todos tenemos derecho de salir adelante, pero el sentimiento de incompetencia que se genera cuando los demas aprovechan los espacios, y nosotros no lo hacemos de igual manera, contribuye mucho a deprimirnos y a abandonar todas las metas propuestas, en ocasiones culpando a los demás de nuestros propios descalabros. Recuerda lo que dice Dios “ayudate que Yo te ayudaré”

VIGÉSIMA NOVENA FÁBULA
LA AVENTURA DEL SALMÓN

        ¡ Apúrate, apúrate ! – Le decía un salmón a otro inmersos en las frías y cristalinas aguas del Océano Pacífico – Tenemos que arribar antes de la llegada de la primavera. De otro modo, no podremos desovar y no cumpliremos nuestra misión de vida – Ambos animalitos iban de regreso a la morada que algún día los vio nacer, porque algún día partieron rumbo al mar abierto a ganarse la vida y, había llegado el momento de regresar para perpetuar la especie, a morir para poder dar vida. En su recorrido de regreso a casa, los salmones tenían la esperanza y el deseo impregnado en sus corazones de volver a su terruño y disfrutar de las aguas dulces. Cuando eran apenas unos pescaditos, su felicidad era muy grande, porque se gozaban y se disfrutaban todos mutuamente en aquel paraíso de agua que les sabía a miel, no obstante de haber sido abandonados desde pequeños, lo que es habitual en los salmones del Pacífico. Los pequeños nacen y los padres se retiran a morir en algún lugar alejados de sus crías. Pero que mejor hogar que aquellas dulces y bajas aguas desde donde se podía apreciar un cielo azul siempre resplandeciente. Y qué mejores compañeros que la grata y segura compañía de un millar de salmones siempre unidos, ofreciéndose calor necesario los unos a los otros, en un espiral de amor y pertenencia al grupo. Se recordaban cuando, por mandato natural ajeno a sus propias decisiones, tuvieron que abandonar su refugio de amor para aventurarse a las heladas, profundas y saladas aguas del Pacífico Norte. En esos lugares inhóspitos, crecieron y se hicieron adultos, y las aventuras fueron grandes y maravillosas y, aunque los peligros siempre estuvieron al acecho, ellos siempre salieron avantes de las constantes  amenazas del mar. Y ahora, con ese afán de volver a las aguas maternales, al ambiente de su impronta natural a la que amaban y deseaban, era el justo momento que a ellos les tocaba regresar y disfrutar, y lo más importante, dar a luz a la progenie, aunque después de ello hubiese que perecer. Pero eso no importaba en su carrera loca. Ahora ellos iban excitados de solo saber que en pocos kilómetros ya estarían en casa.
        Mientras tanto, no obstante, en casa los aguardaban algunos peligros de los cuales nunca nadie les había advertido. Aunque viajaban en cardumen, las sorpresas siempre estaban presentes. Una señal les indicaba que estaban muy cerca del añorado sitio; el agua comenzaba a sentirse suave y dulce y las criaturas respondían con saltos cada vez mas altos y llenos de emoción. Además, la brisa podía percibirse más agradable. – ¡ Por fín en casa !-  Mencionó uno de ellos. El golpeteo del agua se apreciaba por doquier, y es que todos los salmones se sabían y se sentían en casa y la emoción no les cabía en sus corazones. A pesar del nado contracorriente, su entusiasmo resultaba tan grande que el cansancio no trasnminaba su anhelo. Al cabo de un rato, todo pareció haberse calmado; las aguas se mostraban más calmadas y la mayoría de las criaturitas pararon su agitada prueba de vida. En ocasiones, los salmones observaban desde el agua el cielo y les parecía algo bello y hermoso. Otras veces, la hermosura del cielo, por momentos, se oscurecía parcialmente, para luego volverse azul magnificente. De pronto, por unos instantes la paz reinante desapareció. El cielo se empañó, y la prescencia de una extremidad grande y peluda danzaba entre las aguas amenazando a los salmones con atraparlos. Era el oso pardo que buscaba la comida del día y ponía en la mira de su alimento a los peces recién arribados del mar. - ¡ Vamos nademos más aprisa! – Uno de los salmones le gritó al otro bastante asustado. Y no era para menos. Su vida peligraba. Ambos peces se escondieron debajo de unas rocas agregadas, en un hueco que les permitió salvar la vida del enorme mamífero. Otros tantos no corrieron con igual suerte, pero la mayoría había salvado la vida. Más tarde, protegidos por la densa oscuridad nocturna, los salmones salieron de su escondite y huyeron rumbo a aguas un poco más profundas, en un espacio para aparearse y preservar la progenie. Después del acto sublime de dar vida, un instinto milenario aparece en el proceder de los animales y buscan el camino a la muerte, terminando así un ciclo maravilloso, y dejando la semilla para que dicho ciclo continuase por siempre en la figura de sus vástagos.

MORALEJA: Ningún hogar está excento de problemas, y ninguna familia es perfecta. Pero cada núcleo familiar contiene cosas bellas y enseñanzas maravillosas que debemos rescatar, antes que lamentarmos de los desaciertos de nuestros padres. Andando por la vida, es tu espíritu de lucha y tu fuerza de voluntad los que te convertirán en un triunfador. No dejes que los problemas y desafíos que la vida te encara debiliten tu empeño y el deseo de ser lo que siempre has querido. Al igual que el salmón, muchas veces tendrás que remar contra la corriente en la vida, pero nunca desfallezcas ni te desalientes. Al final, tus buenos y magníficos propósitos traerán vida y esperanza a otros. Tu esfuerzo no es en vano. Recuerda que aunque parezca que todo se diluye, ÉL todo lo ve y todo lo traerá a cuenta en su momento. Por lo pronto, es momento de seguir trabajando y luchando por una familia más fuerte y por unos hijos cada vez más preparados para la vida en autonomía e independencia. Y por sobre todo, seguir en la lucha por ser mejores, unos verdaderos trabajadores del bienestar propio y común; verdaderos amantes de Cristo.

TRIGÉSIMA FÁBULA
LA AVENTURA DEL MAPACHE Y LOS ANIMALES DEL BOSQUE

        Érase una vez, en un lugar de maravillosos espectáculos naturales y de una cantidad inimaginable de animales viviendo allí todos juntos, en un sitio conocido y denominado por sus habitantes como Bosquelandia, encontrábanse en reunión plenaria la totalidad de la fauna. Algunos animales, no obstante congregados ahí, se preguntaban ¿para qué es esta reunión? ¿de qué se trata?. Otros animales estaban medio informados y se expresaban con cierta preocupación por la incertidumbre de no tener en claro los propósitos de estar reunidos todos los animales, por cierto, una reunión poco usual. Otros más, los pocos, eran aquellos que habían promovido el encuentro general en pleno corazón del bosque, a los pies de un gigantesco y precioso secuoya. Pero, un solo animal brillaba por su ausencia, el mapache. Sin embargo, la inasistencia de este animal no era un asunto de la casualidad, sino del orquestamiento confabulado de ciertos vecinos, como el armadillo, el zorrillo y la víbora de cascabel, quienes resultaban ser los portavoces de las quejas que ningún otro miembro animal del bosque se atrevía a denunciar, sea por temor, desidia, apatía o lo que fuere. En la reunión, el armadillo tomó la palabra y comenzó despepitando contra el mapache al cual consideraba desde ya un animal de conducta reprobable. El zorrillo le siguió en el turno, mientras el resto de los concurrentes cuchicheaban entre sí respecto de lo dicho por el armadillo. El zorrillo se postró en una gruesa y saliente raíz del gran árbol que a la sombra se cobijaban todos los animales asistentes. Mencionó que el mapache no respetaba la propiedad privada y que le gustaba extraer las cosas ajenas. Dijo que en su caso, de nada había servido colocar sus excreciones, por cierto las más pestilentes del bosque, para marcar su territorio, puesto que ni eso pudo evitar que el mapache se adentrara en su guarida y extrajera algunas cosas de su propiedad. La audiencia se mostró sorprendida por ese hecho y hubo un clamor general de reprobar el comportamiento del mapache. Enseguida, fue la víbora la que asumió el turno. El cuchicheo era mayor y la distracción de los animales era evidente. Entonces, el reptil subió a dos metros de altura del grueso tronco, agitó su cascabel fuertemente para llamar la atención y todos callaron en forma inmediata. Posada desde las alturas, la serpiente sostuvo que el mapache había sido el causante de la muerte de dos pequeños vástagos de picamaderos. Ante eso, la rechifla generalizada en contra del animal acusado fue mayor, y más valió que no hubiese estado presente porque de lo contrario, ahí mismo hubiera sido…, mejor ni pensar en ello. Sin embargo, todos los animales concidieron en que el mapache debía ser castigado, y que nunca más se le permitiese actuar encontra de los habitantes de Bosquelandia. Lo que nadie sabía es que el multicitado animal motivo de esa reunión, todo el tiempo que duró la junta, había estado escuchándolos parapetado en la cima del secuoya, y el eco de las voces había subido a las alturas y llegado a sus oídos. Asustado escuchó la sentencia final: “ El mapache debe ser expulsado de bosquelandia. Su comportamiento va encontra de la sana convivencia y del respeto que cada uno de nosotros nos merecemos” Acordaron citar al animal en cuestión a una junta general, pero a partir de ese tiempo jamás se le volvió a ver, y tampoco se le ha vuelto a ver. Aparte de todo,  nadie ha podido localizarlo en ninguna lugar. Algunos dicen que se lo trago la tierra; otros mencionan que la última inundación barrió con toda su existencia. Sin embargo, nadie puede afirmar a ciencia cierta que lo hayan visto alguna vez desde que se acordó expulsarlo de Bosquelandia. A partir de ese entonces, el mapache decidió usar un antifaz para ocultar su verdadero rostro, y nunca nadie ha sido capaz de reconocerlo. Ahora, se va en busca de comida en los botes de basura, en los alrededores del bosque y  donde la gente acostumbra dejar rastros de comida. Oculto en su mascara va por el mundo escondiéndose de todos los que lo conocen y saben bien de sus malas intenciones.

MORALEJA: Cuantos seres humanos van por el mundo mostrando facetas e identidades falsas, engañando a todo el mundo fingiendo atributos y cualidades inexistentes en la personalidad, y en ello arrastrando por los suelos la autoestima y el sentido de amor propio. Problablemente usted sea muy “conocido”, aunque en el fondo quizás sabe que usted mismo es un perfecto desconocido para la gran mayoría de los que lo “conocen”. Todo mundo lo vitorea, le celebra, lo invita y departen juntos, mas sin embargo, usted no se da a nadie, y todo es pura parafernalia psicológica para ocultar sus mas oscuros propósitos e intenciones, y deja muy en el fondo toda la pobreza, en efecto, toda la basura que lleva dentro y que adorna con toda la falsedad vestida de elegancia, glamour, orgullo, seducción y hechizos, habilidad social y prestancia. Y todo ello de falsa calidad, de llana cobertura y sin profundidad de espíritu. Si en verdad quieres cambiar, búscalo, está frente a ti, y lo ha estado todo el tiempo desde que naciste. Solo quitate la venda, y deja volar tu espíritu.Date la oportunidad y deja de fingir. Recuerda que Dios te ama.

TRIGÉSIMA PRIMERA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA ARAÑA Y LAS HORMIGAS

        Una discusión grande se escuchaba entre un grupo de hormigas obreras y una araña, todos ellos posados en un enramada justo en la cima de un pequeño arbusto de follaje nutrido y voluminoso. Tal discusión se había generado por razón de que la araña no parecía muy contenta de que el grupo de hormigas se atravesaran por el camino en que acostumbraba colocar su telaraña. El agrío altercado sucitado degeneró en dimes y diretes de manera tal que, el trabajo de las hormigas quedó temporalmente paralizado, lo cual no era un asunto cotidiano dado que la labor de ellas nunca paraba desde el alborada hasta el ocaso. La solitaria araña arguía de que en su paso las hormigas le estaban arruinando su única forma de subsistir, puesto que ningún animal se atravesaría a pasar por su red atrapainsectos mientras ellas estuvieran en ese lugar. El grupo de hormigas con buenos modales hicieron un justo reclamo a la araña de que ellas habían pasado primero por el camino en cuestión. Al escuchar la defensa de las pequeñas hormigas, aquella las vituperó con altisonantes, además de rebajarlos con frases como: “enanos de seis patas”, ”tontos que solo trabajan para una reina y se olvidan de sí mismos”, etc. ,etc., etc. Al escuchar las groserías, las hormigas solo se limitaban a escucharla horrorizados del lenguaje tan prozaico de su oponente. Al fin, las hormigas se decidieron por un cambio en el trayecto, y no fue difícil encontrarlo. Afortunadamente, el arbusto era de follaje tupido y tenía muchísimos caminos en su estructura. No obstante, las hormigas se sintieron ofendidas, y las imprecaciones calaron tan hondo en sus corazones que durante el resto del día sus lágrimas rodaron por todo el camino nuevo que encontraron. De esa forma, sellaron la vereda con sus propias excreciones de dolor y angustia. Por esta circunstancia, las arañas y las hormigas no se trastocan ni se dañan. Ambos animales van por rumbos distintos en la vida, y hacen todo lo posible por no encontrarse en sus caminos, en sus propósitos y en sus destinos.

MORALEJA: La maldad no anda en burro y siempre es oportuno saber que puede provenir de cualquier parte, inclusive hasta de tí mismo. Nunca dejes que el veneno de otros (arma maldita) te aleje de tus valores, sobre todo del amor de Dios (arma bendita), del Rey para el que trabajas en conjunto con muchos hermanos en todo el mundo. Cuando has marcado tu destino y haz señalado a otros el camino a seguir, el mal suele alejarse en forma natural, y no hay nada que te aleje de ese  buen camino cuando persistes en hacer de la “Buena Nueva” un estilo de vida.

TRIGÉSIMA SEGUNDA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA TORTUGA Y EL VENADO

        Muy en lo profundo de un enorme y maravilloso bosque, podía apreciarse un riachuelo tan largo que practicamente lo cruzaba de lado a lado, y en el cual nunca dejaba de rodar agua en sus cauces. Bendecido como tal, era lugar de paso y estancia de muchos animales atraídos por su abundante agua todo el año. Uno de aquellos animales era la tortuga, la cual alternaba entre las inmediaciones del bosque y la vida húmeda del riachuelo. Otro resultaba ser el venado, el cual, por cierto, no le gustaba bañarse, mas sin embargo, la necesidad de beber agua lo forzaba a vivir muy cerca del afluente. Ambos animales eran muy idependientes el uno del otro. En nada coincidían, excepto en que ambos concurrían en la misma fuente de agua y eran pertenecientes del mismo bosque. Un buen día, y con un raro ánimo de entablar conversación, la tortuga se dirigió al venado mientras éste, sediento y sin afán de parlar, se disponía a beber del bendito torrente – Es unlindo día, ¿no lo cree señor venado? – Viendo de reojo a la normalmente poco amistosa tortuga, se dispuso a beber y después de un momento el venado tragó el último sorbo del preciado líquido, levantó su cabeza con sus altos y filosos cuernos, y le respondió – Es en efecto un hermoso día, en especial para disfrutarse con gratas compañíasEso es cierto – contestó la tortuga, y prosiguió hablando - A propósito, es muy raro verle a usted solo señor venado. Casi siempre anda en compañía de otros iguales a usted, y ahora lo veo sin nadie – Pues si, eso es muy cierto. Acostumbro andar en manada para estar más seguro y convivir  con los míos. Pero debo decirle a usted señora tortuga que, siempre que la veo está sola, muy sola, sin nadie con quién pasarla bien y, por cierto, muy raras veces saluda; es mas, ni siquiera voltea a ver quién está a su alrededor. – La tortuga sacó su cabeza de su concha y la alzó virándola hacia donde estaba el venado, quién se había movido hacia un lado después de beber el agua. Un poco turbada por lo que le dijo el venado, le respondió – Por qué dice eso señor venado. Usted hiere mis sentimientos con lo que ha expresado – Solo trato de decirle por lo que yo veo. Usted siempre encerrada en su concha, mirando de frente, adusta, orgullosa y tan austera, que ni siquiera se digna voltear para vernos a los demás que tan educadamente le dirigimos  un saludo – A estas alturas, al venado le salían las palabras con deseos de que su interlocutora entendiese lo que él le manifestaba, mas sin embargo al escuchar la observación del venado hacia sus actitudes y su forma de relacionarse con los otros, la tortuga decidió encerrarse en su concha, y groseramente se alejó dándole la espalda al claridoso venado sin enunciar una sola palabra. Desde entonces, no se ha sabido de una tortuga que sea amistosa, abierta y dispuesta a relacionarse con alguién más que no sea una de su especie. Mientras tanto, el venado hizo lo propio, se retiró del lugar, mirándo y saludándo a otros animales que por ahí deambulaban al igual que él.

MORALEJA: Muchas personas andan por la vida mostrando un orgullo y un deseo malsano de ser aprobados por los demás de una manera consistente y sistemática, de tal suerte que nunca escuchan a otros, solo se escuchan a ellos misms. Se cubren con el velo de vanidad ,petulancia y  engreimiento, y su crecimiento espiritual es casi nulo. Lo peor de todo es que no lo saben o no están concientes del desafortunado hecho, y pocas personas se atreven a decirles claramente lo que les acontece. Y cuando por fín esto ocurre, se hacen los ofendidos y nunca entran en razón. Hagamos a un lado estos complejos y orgullos tontos, y vayamos por el mundo con humildad y mansedumbre, mirando siempre de frente y saludando a todos nuestros hermanos. Dios dice: “al que se engrandezca a sí mismo yo lo humillaré, y aquel que se humille yo lo engrandeceré”

TRIGÉSIMA TERCERA FÁBULA
LA FÁBULA DEL GRILLO, LA RANA Y LA MANTIS

  En la rama de un árbol cerca de un arroyo, dos animales se encontraban muy cerca uno del otro: una rana y un grillo. Con mucha hambre, a punto estaba la rana de estirar su larga y pegajosa lengua para engullir al pobre y desnutrido grillo que ni saltar podía, cuando este último ofreciéndo un esfuerzo denodado, y ante el peligro de ser devorado en forma inminente, dió un salto al vacío sin saber en donde caería. Al notar que el grillo ya no estaba ahí, la rana cerró su amplio y espacioso hocico con un gesto de lamento. Mientras tanto, el grillo había tenido mejor suerte, puesto que su caída había sido amortiguada por unas ramas sobre las cuales vino a dar abajo. No obstante, otro animal que habiendo observado todo lo que acontecía se acercó al grillo con intenciones claras de comérselo enterito. El grillo yacía exhausto en su colchón improvisado de hojas suaves y verdes. La mantis religiosa dejaba ver sus propósitos nada religiosos, a decir por su nombre. Levantando sus antenas y preparando sus patas delanteras para atrapar al agotado grillo, un movimiento del depredador alertó a éste, el cual no tuvo tiempo de pensar que hacer, y antes de que el largirucho animal lo atrapara se precipitó al agua con un brío salido de lo profundo de su frágil cuerpo. Una vez en el agua, se dejó arrastrar por la suave corriente hasta que arribó a puerto seguro, en un lugar donde habitaban una gran cantidad de grillos grandes y chicos, y allí descansó por tres días seguidos hasta lograr recuperar sus fuerzas. Se alegró de seguir aún con vida, no obstante los peligros por los que había pasado.

MORALEJA: Cuando sientas que todo acaba, saca fuerzas de los más profundo de tu ser y saldrás victorioso. Además, busca refugio con los tuyos y nunca te separes del apoyo y del amor que te tienen. Y recuerda, Dios siempre estará para ayudarte.

TRIGÉSIMA CUARTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA TORTUGA Y LA ARDILLA

        Por los numerosos y repetidos laberintos del bosque, una tortuga se internó en la gran espesura de los arbustos y en la alta densidad de sus árboles, logrando penetrar tierra adentro una distancia bastante considerable. Después de cierto tiempo de avanzar y dejando atrás el riachuelo donde habitaba, se dió cuenta de que se encontraba perdida. Miró para todos lados y su desorientación fue mayor. Todos los caminos eran exactamente iguales. De pronto, una ardilla que trepaba en un árbol muy cerca de allí notó la prescencia de la desorientada tortuga, y solo por curiosidad se le acercó para preguntarle:
       -Pero señora Tortuga, ¿qué hace usted aquí en medio del bosque?
         Se supone que usted vive en el riachuelo, ¿no es así?
       -Así es mi querida ardilla. Mi casa está junto al riachuelo del bosque, sin
embargo por esta vez me atreví a merodear por este lugar. Alguién me dijo
que era un sitio magnífico, y sencillamente quise conocerlo. El problema es
que, ahora no sé como regresar a mi hogar. ¿Me podría usted aconsejar
como regresar mi querida ardilla? Para usted es más facil ver el horizonte,
puesto que usted puede trepar hasta lo alto de los arboles.
       -Pero es usted muy irresponsable señora tortuga. Como pudo haberse
        internado en un lugar que desconoce. Hasta podría resultar peligroso.
       -Usted tiene toda la razón señora ardilla, pero mi problema comenzó
desde que salí a caminar absorta en mis pensamientos. Se que debí
haber marcado el camino, y así hubiera sido fácil regresar a mi morada, pero
no lo hize. Ahora necesito de su ayuda. Solamente usted puede ayudarme a
 regresar. Entonces, que dice, ¿me ayuda o me deja aquí, sola y extraviada?
       -No se preocupe señora Tortuga. Sé de los peligros a los que se expone
en medio de éste lugar. Sería incapaz de dejarla sola sabiendo de los trances
y amenazas del bosque.
       -¡Muchas gracias querida ardilla! No sabes cuanto le agradezco esto que
hace por mi.
       -Oh no, no me agradezcas nada por favor. Antes bien, levanta tu cabeza y mira
al cielo para darle gracias a Dios por que es Él el que me ha puesto en tu
camino.
      -Asi lo haré. De todos modos  gracias por todo.
        Después del acuerdo entre ambos habitantes del bosque, la tortuga fue conducida por la ardila, quién se pasaba entre las ramas de los árboles, y la Tortuga levantaba su cabeza para observarla y enfilar su camino hacia el lugar deseado, su hogar.


MORALEJA: Cuántas veces nos equivocamos en el camino y sentimos la desesperanza en nuestras vidas. Andamos en la vida sin un propósito, como errantes sin un destino fijo, y al final del día nos sentimos perdidos, sin una mano amiga que nos tienda su ayuda para salir del problema en el que nos hemos involucrado. Pero aún cuando te sientas tan solo, Él aparece de mil maneras para llevarte y sostenerte en el camino. Siempre allí para sostenerte en sus brazos amorosos y protegerte de todo obstáculo. Da gracias a Dios por las bienaventuranzas que recibes cada día de tu vida. Hazlo ya, por qué mañana podría ser tarde.

TRIGÉSIMA QUINTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA OVEJA Y EL LOBO

    Había una vez una oveja que pastaba por los verdes campos en una tarde de primavera. De pronto divisó a lo lejos a un animal que parecía ser un lobo. Pero la oveja ni se inmutó. Antes bien siguió pastando la jugosa hierba. Pasaron los minutos sin que la oveja diera un solo respiro masticando y masticando sin parar. De repente levantó la cabeza y advirtió que el lobo estaba a no menos de doce metros de ella. Pero eso no pareció importarle mucho. No obstante el lobo no salía del asombro que le producía el hecho de que aquella oveja no hubiese emprendido la carrera ante el temor de ser devorada por él mismo. Muy por el contrario, la oveja se dirigió al estupefacto lobo solicitándole su ayuda para encontrar al rebaño y su pastor, el enemigo número uno del lobo, y quién estaría muy preocupado por ella. Muy inquisitivo el lobo le preguntó el por qué de tal petición tan absurda y fuera de contexto, puesto que él debería estar devorándosela en estos momentos. La oveja le respondió al lobo hambriento que por comida no se preocupara. Ella le correspondería a su ayuda ofreciéndosela cuando se reencontrara con el resto del rebaño. Una vez allí junto a sus compañeras, le indicaría a quién atrapar a que hora del día sería recomendable dar el golpe mortal. ”Es como si estuviera rumiando una venganza contra alguién de su mismo grupo” pensó el lobo. De cualquier forma acordó con la oveja y sostuvo el pacto de ayudarla y recibir la ayuda de ella, a pesar de que dicho acuerdo le pareció muy desleal y miserable de parte de la oveja. En menos de treinta minutos la oveja se reencontró con su amo y las compañeras de todos los días. El pastor la acogió con mucha paciencia y amor. Ya entrado el ocaso, la obeja le informó al lobo de la compañera a la cual debía atrapar. No sería algo difícil porque la ovejita estaba débil, ya no corría y eso facilitaría el camino para el imponente animal. Le dió las señas y la hora exacta en que debería aparecer para llevarse a la pobre y desafortunada oveja. El lobo asintió no muy convencido. A pesar de todo esperó pacientemente y, una vez llegada la hora indicada, la oveja se le atravesó al lobo quién al verla tan débil, endeble y exánime sintió pena por ella, y le perdonó la vida. Se preguntaba, como depredador que era, quién sería más lobo si aquella oveja que perdió el rumbo y le solicitó de su ayuda o él mismo, que siendo un lobo de verdad hasta el corazón se la partió por la oveja ofrecida en pago por su ayuda.

MORALEJA: Hay personas que dicen o aparentan ser humildes y bondadosas, mas sin embargo ante la necesidad personal parecen no tener escrúpulos cometiendo el oprobio sin la menor consideración por el prójimo. Además hay otros que, por su no tan grata fama, la gente los califica como perversos y detestables. No obstante dentro de sí mismos contienen un corazón bueno, indulgente y compasivo. Así que no nos dejemos engañar por las apariencias.

TRIGÉSIMA SEXTA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA ABEJA PERDIDA EN EL BOSQUE

    Había una vez una abeja, que en pleno vuelo alrededor de unos matorrales repletos de flores por un momento se distrajo, alejandose del resto de las abejas hasta que finalmente diose cuenta que estaba sola y perdida. Para colmo de males, tenía un hambre voraz, pues no había probado polen desde hacía varios días atrás. Muy acongojada volaba muy cerca de un gran arce rojo, muy viejo y casi seco. Durante un tiempo considerable estuvo girando alrededor del enorme árbol inspeccionando la posibilidad de obtener su savia. Como le pareció que la corteza de aquella imponente criatura de la naturaleza era muy dura y difícil de penetrar, pidió la ayuda de un escarabajo que de tanto en tanto se posaba sobre la piel del arce. El orgulloso escarabajo le expresó su negativa arguyendo que las abejas eran de una clase inferior a la de los escarabajos, como a la que él pertenecía. Ella dió la media vuelta y se retiró de ahí. Sin embargo continuó su búsqueda con la esperanza de encontrar quien le pudiera agujerar aquella corteza gruesa y dura. De pronto se le atravesó un grillo con antenas largas y paralelas. La abejita se dijo para sus adentros “ahora si encontré la ayuda que estaba necesitando”. El grillo la escuchó atentamente, sin embargo se mostró renuente a ayudar a la abeja perdida, dando razón de que los grillos solo colaboran con criaturitas que cantan, de modo que le iba a resultar imposible ayudarla. La abejita se retiró del lugar sin mediar palabra. No desistió de solicitar ayuda en su afán de lograr la savia del otrora esplendoroso árbol, ahora casi marchito por los años y las inclemencias de la naturaleza. A pesar de ello, la abeja prosiguió su incesante búsqueda de alguién quien pudiése auxiliarla. En eso estaba cuando se apareció frente a ella un pájaro de lindos colores y de pico largo y puntiagudo. Un tanto turbada, la abeja le solicitó lo mismo que a los animales anteriores: ayuda. La negativa del pájaro desmoronó momentáneamente el ánimo de la abeja. Luego de ello se repuso y decidió hacer el trabajo por ella misma. Cansada de pedir ayuda, la abeja se dispuso a picotear con su frágil y diminuta agujita la piel áspera y rugosa del arce rojo sin descanso alguno. Los días y las noches se sucedían en un vaivén ininterrumpido, mientras la abeja picaba y picaba una y otra vez. De repente, aparece como un torrente el bendito jugo y la abeja encuentra el premio a un esfuerzo sin igual. Se sacia plenamente de aquel líquido. En ese momento aparecen sus compañeras que pasaban por allí nuevamente, y su felicidad al verlas no tiene reparo. Nunca más se volvió a separar de sus hermanas, y nunca más dejaría de trabajar.

MORALEJA: No deposites la esperanza en otros por algo que tú puedas hacer por complicado que parezca. Cree en tí, lucha por lo que quieres sin esperar que alguién más se haga cargo de ello, y nunca dejes de perseverar. La vida es una prueba de amor, pero también es una prueba de trabajo y de lucha para cada uno de nosotros.

TRIGÉSIMA SÉPTIMA FÁBULA
LA FÁBULA DEL PECESITO

    Un pequeño pez deambulaba solito por las templadas aguas del río que lo albergaba. De pronto advirtió que un extraño y enorme pez se dirigía directo a donde él se encontraba. El hecho le produjo un temor grande. Paralizado del miedo solo se limitaba a observar como se acercaba cada vez más aquel pez de enormes e inexpresivos ojos. Hizo un gran esfuerzo por moverse del sitio en el que se encontraba; no deseaba convertirse en la comida del pez grande, pero le resultaba imposible ejercer cualquier movimiento. Realmente se encontraba paralizado del temor. Entonces, decidió cerrar sus ojitos y orar a Dios por su integridad y dejarse llevar por la fuerza del destino tan superior a él. Cuando ocurrió esto, se percató que el temor desapareció, y a su vez experimentó una gran fuerza interior. Ahora estaba preparado para lo que viniese sin importar lo que fuese. Sin abrir los ojos notó un aleteo brusco del agua cerca de su prescencia, después de lo cual sobrevino la calma. Una fuerza invisible le hizo abrir sus ojos, y el pez del que tanto temió desapareció del entorno. En su lugar apareció un banco enorme de peces de su especie que le envolvió en la seguridad de sus movimientos sincronizados, con trazos perfectos que dibujaban la morada de la que nunca debió salir.

MORALEJA: Salirse del redil es cosa fácil, y las tentaciones llevan consigo la destrucción en aquellos que se dejan llevar por los placeres mundanos que a la carne se ofrece. Volver a situarse en el camino requiere que hagas un cambio de actitud, prenderte de la oración y depositar tus flaquezas a Dios que todo lo puede. A veces es necesario renunciar a tus propios esfuerzos y permitirle a Dios que entre a tu corazón, y que haga las maravillas que tu espíritu demanda.

TRIGÉSIMA OCTAVA FÁBULA
LA FÁBULA DE LAS MOSCAS

    Un par de moscas entraron en una habitación dentro de una casa un tanto asustadas, debido a que la puerta había sido azotada con fuerza y el viento las empujó más allá del vuelo que llevaban, lo que les produjo cierto desequilibrio. No obstante, después del zarandeo se posaron en un florero que pendía de un pedestal colocado de lado de un sofá en uno de los dormitorios de la casa. Prendidas sobre una una hoja del hermoso flororero, una mosca le preguntó a la otra si pensaba que hubiese comida en aquel recinto. La interrogada respondió que la respuesta debían resolverla juntas volando alrededor e indagar en cada espacio. Mas sin embargo la preguntona mosca decidió no moverse de su lugar, y no solo eso, sino que instó a su compañera a buscar por comida. Entonces, ante la negativa de la perezosa mosca de rastrear por alimento, la otra mosca decidió por sí misma ir en busca de comida para sobrevivir, mientras su homóloga se quedó dormida en sus laureles. La activa mosca no tardó en saborear el premio a su esfuerzo, encontrando una deliciosa pieza de pan de dulce, al mismo tiempo que la otra mosca se disponía abrir sus rayados y enormes ojos cuando de pronto… ¡ zzzzaaaazzzz ! , un enorme periódico enrollado hizo blanco sobre su integridad dejándola más muerta que una hoja seca de otoño.

MORALEJA: No te duermas en el camino; no desistas y continua la lucha por que si te enfrías la muerte acecha con gran poder sobre ti. En cambio, el que persiste en el camino no importando los sacrificios y penurias encuentra la Gloria del Señor.

TRIGÉSIMA NOVENA FÁBULA
FÁBULA DEL COTORRO Y LA PALOMA

    Erase una vez un cotorro que hablaba y hablaba y nunca cesaba de hablar. Decía muchas cosa, y a menudo repetía lo dicho. Cierta vez cuando sobrevolaba un árbol, se encontró en el camino a una blanca paloma, la cual se mostraba con la vista y el pico de frente, muy seria pero con actitud amable a la vez. El cotorro advirtió su vuelo y se dirigió a ella con una expresión ruda y una actitud petulante y muy ufana. La paloma diose cuenta de ello y no hizo caso al llamado descortés del cotorro. Este insistió con una forma de conducta mas amable, a lo que la paloma respondió con un saludo afable. El cotorro la invitó a su guarida, pero ahora con una actitud de humilde apariencia, mas la paloma le preguntó el por qué de la invitación, a lo cual el cotorro respondió que sería solamente para platicar y trabar amistad. Muy confiada la paloma se acercó alnido del cotorro, y en poco tiempo charlaban con animosidad. No obstante, la paloma advirtió que el cotorro tendía a repetir una y otra vez la misma historia, lo cual le produjo cierto desasosiego y aburrimiento. Con amabilidad la paloma busca el momento propicio para despedirse, y así fue como sucedió. En los días subsecuentes pasó lo que tenía que pasar. La paloma volaba y el cotorro se aposentaba, la paloma callaba y el cotorro parlaba sin parar, el cotorro vestido fastuosamente multicolor y la paloma vestida de blanco, el cotorro petulante y engreído y la paloma humilde y sencilla. La paloma agua, el cotorro aceite. Ambos desearon concordar pero nunca fue posible; la paloma al norte, el cotorro al sur, y nunca más volvieron a trabar contacto alguno. Tan distintos, tan opuestos, sol y luna, día y noche, nunca más juntos, uno a la vez y separados por siempre. La prudencia y la indiscreción nunca fraguadas; la verdad y la injusticia nunca disueltas; es la paloma y el cotorro el ejemplo vivo de una relación de nunca jamás.

MORALEJA: En ocasiones resulta complicado coincidir con cada uno de nuestros hermanos en Cristo Jesús, de modo que cuando nos topamos con alguién bajo esas condiciones humanamente estamos limitados para lograr armonía. Este es un hecho tan humano como desafortunado en nuestras vidas.

CUADRAGÉSIMA FÁBULA
FÁBULA DE EL ARMADILLO Y LA MARIPOSITA

    De la profunda madriguera emergió un enorme y robusto armadillo. Con su hocico en forma de cono y su piel como de un aramazón grueso y elegante, comenzó a vagar por el terregal en busca de su comida favorita, las lombrices. A cada paso que daba husmeaba con cuidado el terreno. Algunas veces detenía su paso donde parecía haber encontrado comida en lo profundo de la tierra; en otras ocasiones continuaba su camino sin dirección específica. Así merodeo por un largo tiempo en una gran extensión de terreno. Al tiempo que sucedía esto, otro animal apareció en escena, pero el armadillo seguía su camino y se pasaba justo frente al camino del animal en custión sin ningún respeto, inclusive casi choca con el pestilente animal. La zorrilla, de quien estamos hablando, le molestó mucho la actitud de descuido del armadillo, de no fijarse por donde caminaba, y que por tal razón había invadido sus terrenos previamente marcados por él. Al orgulloso y al parecer altivo armadillo, poco le importó la molestia de la señora zorrilla. Siguió su camino por aquí y por allá, en línea recta y en zig zag. Que importaba si lo que buscaba podía encontrarse en cualquier lugar. Un tercer animal observaba a la distancia, y le pareció muy descortés de parte del forrado animal que viniese a invadir sus propiedades. El topo retrocedió prudentemente ya que el armadillo pasó muy cerca de él, pero lo peor es que ni siquiera lo saludó,e s más ni se dignó saber de su prescencia. El topo reprimió su molestia porque poco podía hacer frente al equipado bulldozer. Nadie le hacía frente a este vanidoso animal, mas sin embargo una lección le esperaba de parte de un pequeño e insignificante animal que nadie hubiese imaginado. El temor que la mayoría de los animales del bosque le tenían al armadillo era muy grande, y por esa razón hacía lo que quería sin importar terrenos y propiedades ajenas. El día que aprendió su lección fue cuando iba descendiendo de una colina boscosa después de una búsqueda infructuosa de lombrices en tierras de mapaches. Estos al verlo decidieron alejarse para no entrar en conflicto con el invasor animal. Pero un pequeño animal fue testigo de lo que ocurría. Al ver que todos los animales le temían y sin motivo aparente, el pequeño animal decidió valerse por cuenta propia para darle una merecida lección al armadillo. Lo fue siguiendo colina abajo calculando el momento para atacar. En un descuido del armadillo el pequeño animal se alojó en su oído derecho, internándose poco a poco hasta lo profundo del martillo y el estribo. Una vez allí, comenzó a proferirle palabras, frases, oraciones y hasta pequeñas historias acerca del respeto que debía tener a los demás. Muy asustado, el armadillo sintió terror por no saber de donde salían esas palabras, y pensó que se estaba volviendo loco. Luego de ello, se hincó y mirando al cielo pidió perdón  por su falta de respeto a los demás.Juró no volver a invadir la privacía de nadie y ser un animal amable y respetuoso con cada uno de sus vecinos y compañeros del bosque. Una vez complacida la diminuta y blanca mariposa, salió del oído del animal que le parecía enorme para su tamaño, volando por otros aires en busca del bien contra el mal.

MORALEJA: No temas a los orgullosos y soberbios. Mas bien orad por ellos para que una voz interior provista de ángeles divinos le señale el camino a seguir y desista del que lo ha alejado de Dios.

CUADRAGÉSIMA PRIMERA FÁBULA
FÁBULA DE LA LECHUZA Y EL CONEJO

    Antes del orto de un día de verano, un conejo iba en busca de comida caliente, mientras que desde lo alto de un árbol a una lechuza se le dilataban sus pupilas y parecía que sus ojos se agrandaban a la vez que giraban en la dirección del Conejo. Un tanto desconfiado, el pequeño mamífero miraba a su alrededor cada vez que avanzaba tres o cuatro pasos. La lechuza permanecía agazapada e inmóvil en el leño, pero comenzaba por calcular el momento de atacar su potencial comida del día. Del lado diametralmente opuesto, un halcón avizoraba cada paso del conejo sobre el boscoso suelo repleto de frutas. Ambas aves parecían tener conocimiento una de la otra en torno al apetecible manjar. Entonces sucedió que el conejo avanzó más allá de sumadriguera donde sus crías la esperaban con ansia. Ello fue ampliamnte perceptible tanto para la lechuza como para el halcón, quienes de inmediato se aprestaron para emprender el vuelo letal. El conejo estaba muy ocupado con algunas manzanas sobre el suelo, y ni siquiera había notado la prescencia de la saves que de  entre las penunbras del momento antes del amanecer se avalanzaron en dirección al deseado animal lanudo. A la mitad de la distancia que separaba al conejo de las rapaces aves, fue cuando el conejo diose cuenta de su prescencia. Entonces intentó correr hacia su guarida, pero desistió de ello debido a que comprendía que la distancia que se había alejado era grande. Después de un titubeo que duró escasos dos segundos, decidió renunciar a un escape, el cual, dicho sea de paso, no era viable y cualquierea de las dos aves lo atraparía en cualquier momento. Eso significaba su muerte. Renunciando a sus propias fuerzas el conejo se quedó quieto en espera del mortal zarpazo. De pronto ambas aves se enfrascaron en un duelo, el conejo abrió sus ojos y dándose cuenta de lo que ocurría emprendió la huída directo a su hogar. Por lo pronto las aves continuaban en su duelo mortal. Así el conejo pudo salvar su vida mientras que las aves terminaron mal heridas.

MORALEJA: Siempre debemos ser cautelosos en la vida y estar siempre atentos a las fuerzas del mal las cuales nunca cesan de encontrar las oportunidades de golpearnos en nuestras necesidades. Cuando nos debilitamos y nuestras fuerzas no son suficientes para defendernos del oprobio debemos descansar con fe en Cristo Jesús. El hará la parte que nos corresponde para mantenernos alejados del mal.

CUADRAGÉSIMA SEGUNDA FÁBULA
FÁBULA DEL COCODRILO Y EL HIPOPÓTAMO

 Por un lugar del África Oriental, en una región semi-tropical de clima húmedo y caliente, se encontraba una charca lo bastante grande y profunda, de manera tal que estaba en capacidad de albergar a peces de variadas clases y tamaños. Sin embargo, la charca encontrabase casi sin población animal, de manera que los primeros exploradores que la divisaron la denominaron “la charca virgen”. En un día soleado de primavera muy cerca de por ahí, dos grandes animales merodeaban el lugar. Uno de los animales era de sangre fría y respondía por el nombre de “cocodrilo”. El otro era de sangre caliente y su nombre era “hipopótamo”. Ambos iban en camino a la charca desde caminos diametralmente opuestos, uno por el oriente y el otro por el occidente, motivados por la humedad la cual habían olfateado desde mucha distancia atrás. Por azares del destino, ambos animales llegaron al mismo tiempo a la mencionada charca, la cual mostraba sus maravillosas y apetecibles aguas transparentes y tranquilas, lo que despertaba un interés mayor por introducirse y darse un chapuzón para aquellos extenuados y sedientos animales. Tanto el cocodrilo como el hipopótamo advirtieron su presecencia mutua, y deteniendo su marcha en la ribera de las mansas aguas ambos animales se vieron de frente, sin despegar la vista el uno del otro. Sin decir nada, y sin dejar de mirarse, los dos animales se introdujeron lentamente al agua. Al contacto con el agua, el cocodrilo experimentó un frío intenso en su corpulento y alargado cuerpo. Por el contrario, el hipopótamo sintió un calor insoportable en el justo momento que tuvo el roce con el agua. No obstante, ambos animales no dejaban de escudriñarse mutuamente. El cocodrilo abrió su enorme boca, y el hipopótamo hizo lo suyo mostrando sus enormes colmillos al abrir su hocico y doblar sus mandibulas. Ninguno daba marcha atrás. Por el contrario, iban de frente y con intenciones poco amistosas. Pero por un instante todo pareció cambiar en el trayecto. Conforme se acercaban, sus expresiones y sus gestos adquirieron un tono mas amable y menos agresivo. El cocodrilo comenzó a experimentar un calor tan especial como nunca lo había vivído antes. Al mismo tiempo, el hipopótamo se dió cuenta que conforme avanzaba hacia el oponente animal, aquel calor insoportable se fue dilyendo para dar paso a una frescura suave y agradable al cuerpo. Estando a casi dos metros de distancia uno del otro, el cocodrilo notó que aquel calorcito agradable a él provenía del gigantesco hipopótamo. También, éste último se percató de que el frío agradable que su cuerpo captó era despedido por el enorme cuerpo  del cocodrilo. Las sensaciones maravillosas que los animales palparon en todo su cuerpo cuando se acercaban resultaron tan placenteras que, desde ese día nunca se apartaron uno del otro para vivir juntos en el mismo lugar. Esa es la razón por la que el cocodrilo y el hipopótamo decidieron vivir en comunidad y de respetarse mutuamente, puesto que cada uno es sabedor de la necesidad del otro.

MORALEJA: Detrás de una áspera personalidad, de una mala actitud y de una postura desafiante de cualquier persona hacia ti, no sientas temor de ello, antes bien estudia sus necesidades más profundas, y date cuenta de sus puntos débiles en los cuales quizás hasta puedas colaborar. También, observa tu propio comportamiento, conjetura y comprueba que cosa pudiera estar activando el malestar en la otra persona. Considera que la ayuda mutua es fundamental para salir adelante. La vida en comunión es necesaria porque dependemos en muchas cosas. Recuerda que el instinto gregario es inherente a la naturaleza humana. Nos necesitamos los unos de los otros. Así que si hemos de vivir juntos, pues amémonos los unos a los otros como Dios lo pidió.

CUADRAGÉSIMA TERCERA FÁBULA
FÁBULA DEL MURCIÉLAGO Y EL GAVILÁN

        El murciélago volaba de noche a una velocidad increíble. No chocaba con nada porque era guiado por su radar natural, y se tenía toda la confianza del mundo por esa habilidad innata. No obstante, en el camino se le atravesó un gavilán que había perdido el camino a casa y la noche lo atrapó dando vueltas por doquier. Entonces, el murciélago  chocó con el pájaro y fue a dar contra la pared en las afueras de la cueva donde vivía. Ya recuperado, le reclamó al gavilán por no fijarse en su camino. El gavilán le confrontó al decirle que el espacio era libre y que cada quien podía volar a la hora que quisiera. Además le hizo ver al muerciélago que él estaba dotado de un radar que pocos animales podían tener y que no había excusa para chocar con alguién en pleno vuelo. El animal se quedó pensativo por lo que le dijo el gavilán, y se dijo a sí mismo que en la próxima sería mas cuidadoso. Después de todo, nadie es perfecto, ni siquiera su radar a prueba de velocidad en espacios reducidos.

MORALEJA: Pensarás que tus habilidades en algunas áreas de tu vida son infalibles, y que siempre saldrás  victorioso en las pruebas que la vida te ofrece. También puedes decir que eres una persona muy buena en alguna área del conocimiento y que nunca o raras veces te equivocas. Pero recuerda que como ser humano tenemos la tendencia a fallar, y nunca podremos arguir de que siempre seremos infalibles en los diferentes campos de la vida. Fallaremos, y lo peor del caso es que de mil veces que lo hagas bien, una falla echará todo abajo y te darás cuenta de que nadie es perfecto en nada, solo Dios.

CUADRAGÉSIMA CUARTA FÁBULA
FÁBULA DE LOS CABALLOS

        El caballo relinchaba con energía. Se le veía inquieto y no era para menos, puesto que la carrera estaba por comenzar. El resto de los caballos también se mostraban listos para salir como bala de sus asignados andenes. Evidentemente todos querían ganar la carrera; nadie deseaba llegar al último. Uno de los caballos alineados, tuvo tiempo de ofrecerle palabras de aliento y desearle buena suerte al nervioso caballo. Del lado opuesto se encontraba apeado un caballo que no cesaba de proferir groserías al caballo en cuestión, y no paraba de desearle la peor carrera de su vida. Todo estaba listo. El hipódromo estaba a reventar y no cabía ni un alfiler en las gradas. De pronto, se escuchó un disparo y las puertas se abrieron. Súbitamente, todos los caballos emprendieron la carrera a toda prisa con sus jinetes abordo. El caballo no era el favorito de nadie, ni siquiera consideraba que pudiera llegar a la meta. Sin embargo, en el fondo quería ganar, aunque también temía perder por temor a la crítica y el rechazo de los demás caballos, inclusive de su jinete, el cual, no obstante, depositaba toda su confianza en él. El gran miedo a perder le hizo posesionarse de una fuerza extraña que lo hizo avanzar más rapidamente. Del más atrasado, ahora se encontraba en el séptimo lugar y la carrera iba a la mitad de su trayecto. En su mente se dibujaba una derrota y la consabida burla de todos, inclusive el rechazo de sí mismo. Ello le provocó generar una velocidad mayor, y estando en la recta final, casi a docientos metros de la meta, el caballo incrementó increíblemente su velocidad dejando detrás al sexto, al quinto, al cuarto, y al tercer lugar de la justa. A escasos cincuenta metros del final, su esfuerzo fue mayor rebasando al segundo, y a pocos metros del fin de la carrera, un esfuerzo denodado se reflejó en sus estremidades dejando detrás a su único rival a estas alturas de la gran carrera. Por un centésimo de segundo, pasó del segundo lugar obteniendo el primero, y una gran sonrisa se esbozó en su rostro, satisfecho de su logro motivado por el temor a la crítica y de ser aislado de los demás por incompetente.

MORALEJA: Una buena dosis de miedo hace falta para avanzar en los caminos de la vida, trabajo, escuela o en cualquier otro contexto de desarrollo personal y profesional. En ocasiones, nuestras motivaciones radican en evitar el dolor que emana de la crítica de los demás hacia nuestras personas, y entonces hacemos un gran esfuerzo para salir adelante. Algunas veces las palabras de desaliento de otros nos pueden derrotar, y en otras tales palabras se convierten en el detonante que nos permite competir con dignidad y alcanzar las metas que deseamos.

CUADRAGÉSIMA QUINTA FÁBULA
FÁBULA DE LA MARIPOSA MONARCA Y LA FLOR

        En verdad, la mariposa representa un animal de un comportamiento tan exquisito como complicado. Sabemos mucho acerca de estos animales en ciertos aspectos, pero paradójicamente sabemos muy poco acerca de otros elementos de su vida. A resumidas cuentas, sabemos el como, pero somos ignorantes del por qué de muchas de sus respuestas, y realmente su naturaleza aún es un misterio para nosotros. Tal es el caso de Ludivina, una de esas mariposas Monarca que sobrevolaba todos los días las copas de los árboles en busca del elixir de la vida. El viento perfumado por la miel de las flores exaltaba su ánimo merodeando cada espacio y cada rincón del bosque. Las bellas flores alzaban sus pistilos y abrían excitadas sus pétalos para recibir con sus manjares a las hermosas mariposas que extasiadas con el olor penetraban lujuriosamente al interior de ellas, saciando su hambre y su sed. Ludivina sabía de esto, y cada día era un encuentro profundo con alguién totalmente distinta de su especie. No entendía el por qué de ello, pero honestamente resultaba innecesario saberlo; simplemente era gozarlo a plenitud y libre de prejuicios. Ambos, flor y animal se hundían al unísono gozándose mutuamente, dándose el uno al otro como si fuese el último día de sus vidas. Tanta dependencia se generaba entre una bella representante de la fauna, y otra no menos bella representando a la flora, que un buen día a Ludivina se le ocurrió preguntarle a una de su misma especie acerca de si esto era normal, es decir, este enamoramiemto tan intenso que experimentaba por la bella flor, o algo le estaba pasando mal en lo particular. Su compañera mariposa le respondió que ese vínculo era algo normal, aunque al final de cierta temporada debía decir adiós a la relación idílica, puesto que tendrían que partir rumbo al destino marcado en sus vidas. La mariposa entristeció, pero se dijo a sí misma: “la vida tiene que seguir” El día de su despedida lo fué también para millones de mariposas que tendrían que partir rumbo al norte. Ese día, su amante temporal dejó de perfumar el viento cerrando sus pétalos de seda y encorvando su apariencia, mostrando un tallo lánguido y apesadumbrado, como señal de pena y aflicción. Ese día el viento palideció y el cielo ensombrecido pareció rodar lágrimas sobre los campos taciturnos, inodoros y luctuosos. Todas las flores parecieron desfallecer.

MORALEJA: Cuando el amor llega a tu vida, decides alojarlo y darle la mejor de las bienvenidas por que tu existencia comienza a brillar como nunca antes, y el amor te sale hasta por los poros de tu piel. Quizás te dices a ti mismo(a) que este amor es para siempre. No obstante debes recordar que todo en esta vida acaba, hasta los amores más profundos tendrán que decirse adiós algún día, el mismo día que Dios nos llame a cuentas. Debemos estar preparados para ello, aunque por el momento debemos gozarrnos hasta el último momento de nuestras vidas. Hoy es el día que tienes para alojar el amor y sentirlo al máximo, expresarlo sin prejuicios, defenderlo con garras afiladas cuando se sienta amenazado, mantenerlo con ternura y hacerlo florecer cada día para que tu vida tenga sentido y dirección. Y no olvides que la felicidad no viene solita, hay que ir en su búsqueda y luchar por ella, con Dios por delante.

CUADRAGÉSIMA SEXTA FÁBULA
FÁBULA DEL TIGRE Y EL ANTÍLOPE

    Un tigre acecha a un antílope que pasta en medio de un rebaño numeroso. El solitario tigre pone el ojo en el antílope. El depredador se agazapa cuidadosamente tratando de no hacer ruído y asustar al rebaño. De pronto, un agregado del rebaño se percata de la prescencia del tigre, extiende sus cuernos hacia adelante y se yergue en posición de escape. El tigre se da cuenta de ello, y para cuando toma la decisión de emprender la cacería o renunciar a ella, los antílopes ya se encuentran huyendo a una velocidad increíble. Entonces, el tigre, un tanto perplejo, se da la media vuelta y se retira derrotado.

MORALEJA: No pienses demasiado en hacer las cosas, o en decidir que hacer sobre todo en aquellos aspectos importantes de tu vida. A veces la indecisión trae consigo tristezas y amarguras, porque las oportunidades se han desaprovechado precisamente a causa de no saber toma una decisión a tiempo. Además, debemos prestar atención a varias opciones, y no centrarnos solamente en una.

CUADRAGÉSIMA SÉPTIMA FÁBULA
LA FÁBULA DE LAS HORMIGAS Y LA LOMBRIZ

        Una hormiga muy ocupada en su labor de llevar comida a la reyna del hormiguero, se topa de repente con una lombriz de tierra, la cual se encontraba merodeando en territorio perteneciente al hormiguero en busca de comida. Un ejército de hormigas soldado le hacen frente a la lombriz en defensa de la hormiga obrera y del hormiguero en cuestión, y en lo que la lombriz se repliega hacía atrás, no pierde ocasión en preguntarles que por qué son tan agresivas con ella si solamente pasaba por ahí. Una de las hormigas soldado da un paso adelante y de frente a la lombriz le responde que ante la invasión del espacio vital y del territorio ajeno, una respuesta de ataque sobrevendrá en consecuencia. En lo que escuchaba la lombriz lo que decía la hormiga, sin darse cuenta ya estaba rodeada de hormigas soldado por los cuatro costados. Viéndose presa trató de huir, pero resultó en un verdadero fracaso su intento de escape.

MORALEJA: Dice el dicho, ”no te  metas en camisa de once varas” Muchas veces la curiosidad, la inconciencia o la desfachatez y el fisgoneo nos meten en problemas que luego no sabemos como resolver. Debemos ser cautos ante los problemas ajenos y guardar la distancia en la relación, y ser prudentes al trato.

CUADRAGÉSIMA OCTAVA FÁBULA
LA FÁBULA DE LA VACA Y EL TORO

    Un día la vaca decide no dar más leche. Entonces el granjero comienza a preocuparse por aquella situación. La vaca le dice al toro que está cansada de ser exprimida cada día, que se siente usada y explotada sin ningún beneficio personal. El toro le explica que su destino en la vida es servir a los demás en ese aspecto de su existencia; que debería sentirse orgullosa de hacerlo cada día mirando a tantos que obtienen beneficio a partir de su sacrificio. La vaca le contradijo argumentando que, ya que él no daba leche por eso se le hacía fácil decirlo, pero otra cosa era vivirlo. Entonces, el toro le dijo que en el caso suyo su misión era exactamente la misma que la de ella, es decir, alimentar a otros, pero que en su caso su destino era engordar lo suficiente para luego ser sacrificado ofreciendo su vida y su carne. Horrorizada la vaca, volvió a su establo y al día siguiente la leche brotó nuevamente de la bendita ubre.

MORALEJA: Si crees que los sacrificios que haces por los tuyos son lo suficientemente grandes que no puedes soportarlos,t e equivocas por que Dios no da más allá de lo que cada uno puede aguantar. Antes bien, da gracias por lo que Dios te permite hacer, por los que amas; recoge tu cruz con dignidad y anda  tras sus huellas que tanta falta te hace.
        La mosca picaba y picaba y nunca se saciaba. El mosco se siempre detrás de la mosca, hasta que un día la mosca lo aborda y le cuestiona el por que siempre se mantenía detrás de ella. Entonces el mosco le responde que

CUADRAGÉSIMA NOVENA FÁBULA
FÁBULA DEL GATO Y EL RATÓN

        Érase una vez en tierra de ratones, un pobre gato que deambulaba cabizbajo y sin rumbo fijo, sin darse cuenta del camino de pronto levantó su vista, y percatándose de que andaba en un lugar ajeno y peligroso, se llenó de temor y no supo que hacer. Ratones por doquier, por detrás y por delante, por ambos lados y hasta en los troncos de los árboles encontrábanse con miradas y desafiantes hacia el solitario y ahora asustado gato. En tanto, éste último paró su camino, y mirando el amplio horizonte a su alrededor tuvo la certeza de que esa noche sería su fin, y con toda probabilidad la cena de todos los ratones que lo rodeaban. No obstante, en ese instante de apuro, recordó un consejo que su abuelo acostumbraba ofrecerle cada vez cuando aún era un pequeño miníno: “ Cuando sientas que todo acaba, reconsideralo, por que tal vez las cosas apenas están comenzando, mas ello dependerá de una actitud humilde y sumisa “ Entonces el gato reaccionó de forma fortuíta, se hincó ante la multitud de ratones pidiendo ayuda y solicitando que le dejásen dar una explicación de lo que le acontecía. Enseguida, se acercó a él un ratón grande y con la cara seria y amenazante, el cual parecía ser el líder de los ratones, y le preguntó en forma directa, ¿Por qué has osado entrar al reino de ratolandía, tú que eres el enemigo número uno de nosotros? ¿Qué te ha traído hasta aquí forastero ingrato? El gato se incorporó, pero ante el interrogatorio no hacía mas que mirar porque las palabras se le aglutinaban en la garganta. Entonces, aquel gato que ni maullar podía, buscó serenarse para poder hablar dado que su vida pendía de un hilo. Luego de unos instantes pudo articular palabras, y pidió perdón a los ratones por interrumpir la vida en sus caminos y por invadir sus propios terrenos. Además, les aseguró que jamás volvería a comer ratones, y suplicó que lo dejaran libre. El ratón que le hacía frente se volvió hacia sus iguales, y con sonidos extraños se dirigió a ellos pidiéndoles su opinión de que si debían dejar libre al asustado gato. Ante la actitud sumisa y humilde del invasor, los ratones parecieron estar de acuerdo en liberarlo, pero con la condición de que nunca atacáse a ninguna población de ratones viviendo juntos. El gato juró y perjuró que nunca jamás lo haría, antes bien les rendiría tributo y se alejaría dejándoles vivir en paz. Y fue de ese modo como el gato pudo salvar su pellejo.

MORALEJA: Una actitud humilde y sincera es al antídoto ante situaciones en las que tu integridad personal, tu dignidad y reputación personal se encuentren amenazados. Deja salir de tu vida el orgullo, la soberbia y la insolencia que tanto daño hacen. En su lugar procura la sencillez, y acepta, sobre todo, tus limitaciones ante los demás, como una señal de madurez en tu persona. Opta por la conciliación y respeto, antes que a la división y el desprecio al prójimo, y si en ello es necesario humillarse, pues humillate y dale la lección de tu vida al alzado y engrandecido orgullo.

QUINCUAGÉSIMA FÁBULA
FÁBULA DE LOS COTORROS Y LOS PATOS

        La vida transcurría sin mayores problemas para la comunidad de cotorros instalados en los encinos del bosque semitropical del norte de Virginia. La entrada de la primavera era un espectáculo maravilloso de vivos colores naturales cobijados en los animales y en las plantas del gran bosque que cubría una extensión territorial equivalente al estado de Rhode Island. Como todos los años, los cotorros hacían su camino de regreso desde las cálidas temperaturas del norte de México, lugar al que migraban en la época de frío, hasta el norte de estado de Virginia. Desde hace días que el bosque estaba convertido en un paisaje hermoso de colores y sonidos que se conjugaban para deleite y regocijo natural de cuantos tenían oportunidad de observarlo, normalmente los visitantes amantes de la naturaleza y paseantes de todo tipo. La cantidad de cotorros era tan grande que parecía que en los  diferentes árboles dónde se posaban, estos se doblaban por el peso de aquellos. El ruído que provocaban los loros era tan perturbador que no se podía escuchar una conversación normal entre dos personas. De pronto, una parvada de patos silvestres pasó volando por encima de las copas de los árboles, y los cotorros se quedaron quietos y expectantes. Pareció no gustarles la prescencia de los patos que los sobrevolaban, y que en cantidad eran casi lo mismo que los cotorros. Los patos advirtieron una mala actitud de los loros, mas sin embargo fueron respetuosos y cordiales al saludar a sus ahora vecinos del bosque, compartiendo los encinos que poblaban el campo. De pronto, el líder de los cotorros aparece sobrevolando la copas de los grandes encinos y exige denodadamentre la presencia de su igual de entre los patos. En menos de lo que canta un gallo un pato de enorme envergadura y gran colorido, adusto y de gesto altivo se posa en la misma rama dónde el cotorro, más modesto en su actitud pero no menos colorido, lo esperaba. El resto de las parvadas respectivas observaban con expectancia. El cotorro se dirige al pato con un tono conciliador – señor pato, no entiendo su actitud de arrebatarnos nuestro terrotorio. Hemos estado aquí por siempre, y creo que usted debe saberlo – Entonces el pato le responde – Nosotros somo aves de paso. Vamos migrando según la estación del año. Nuestro destino fila está en el norte. Así que no debe preocuparse señor cotorro porque muy pronto nos iremos - El cotorro se quedó muy pensativo, y después de unos segundos se volvió al enorme pato y para asombro de todos,t anto patos como cotorros, el líder de los patos expresó muy emocionado – Señor pato le ruego a usted y a los suyos que nos disculpe por nuestra actitud. Es nuestro deber atender a los forasteros en sus necesidades antes que privarles de lo que Dios nos ha regalado a todos sin distinción de ninguna índole. Estamos a sus órdenes en lo que sea posible ofrecerles. Están en casa y sean ustedes bienvenidos - La mayoría de los cotorros se quedaron impávidos ante la decision de su líder, y aún los mismos patos no acertaban a definir el por qué de esa actitud. Sin embargo algunos cotorros aceptaron de buena gana y otros de mala gana la sabia decisión de su justo y compasivo líder.

MORALEJA: Mucha falta hace en nuestro mundo la existencia de buenos líderes en nuestras comunidades. Lo común es el celo de grupo sin mirar las necesidades de los otros que pueden ser mayores aún. Un buen líder atiende las necesidades de los miembros de su grupo, pero va más allá de su feudo al ser sensible a las necesidades de otros y se esfuerza en atenderles. Su actuación humanitaria no se limita a los suyos si no que trasciende a la de los ajenos también.


FIN
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