Los días transcurren sin cesar; el tiempo no para y jamás regresa, y para tu sorpresa el año casi llega a su primera mitad. Justo el tiempo te parece una instancia sin memoria, y como si no existieses él mismo te atraviesa desde que amanece y hasta que la noche se instala, pero muy ajeno y distante en tu vida y en tus diarias preocupaciones. Te sientes muy sola; el corazón te palpita por la inquietud y desasosiego la víspera de cada anochecer. Es en tu propio lecho donde te hundes en tus deseos insatisfechos de mujer para dar rienda suelta al cúmulo de pulsiones reprimidas a través del ensueño posesionado por el ello que te transmite su ahogado deseo de arribar a la superficie y dejarte sentir la gran mujer que llevas muy dentro. El otro se aparece en figuras un tanto clandestinas y con pretensiones reprochables al yo real, no obstante te dejas llevar por la marea del deseo. Sólo ha bastado un instante para volver a sentir la vibración de tu cuerpo y con ello tu espíritu se regocija de un amor intenso; cada fibra de tu ser se estremece y quedas posada en completud, dilatada, como exorcizada y con los demonios fuera de tu piel. El amor en apariencia es la única forma amatoria en la que la noche y tus propios deseos te asisten del todo. Tu conciencia se ha recobrado y el vacío existente por la falta de un amor que te arrope y protega, te cuide y console estará presente inexorablemente por el resto del día.
jueves, 2 de mayo de 2019
Y EL AMOR QUE NO LLEGA
Los días transcurren sin cesar; el tiempo no para y jamás regresa, y para tu sorpresa el año casi llega a su primera mitad. Justo el tiempo te parece una instancia sin memoria, y como si no existieses él mismo te atraviesa desde que amanece y hasta que la noche se instala, pero muy ajeno y distante en tu vida y en tus diarias preocupaciones. Te sientes muy sola; el corazón te palpita por la inquietud y desasosiego la víspera de cada anochecer. Es en tu propio lecho donde te hundes en tus deseos insatisfechos de mujer para dar rienda suelta al cúmulo de pulsiones reprimidas a través del ensueño posesionado por el ello que te transmite su ahogado deseo de arribar a la superficie y dejarte sentir la gran mujer que llevas muy dentro. El otro se aparece en figuras un tanto clandestinas y con pretensiones reprochables al yo real, no obstante te dejas llevar por la marea del deseo. Sólo ha bastado un instante para volver a sentir la vibración de tu cuerpo y con ello tu espíritu se regocija de un amor intenso; cada fibra de tu ser se estremece y quedas posada en completud, dilatada, como exorcizada y con los demonios fuera de tu piel. El amor en apariencia es la única forma amatoria en la que la noche y tus propios deseos te asisten del todo. Tu conciencia se ha recobrado y el vacío existente por la falta de un amor que te arrope y protega, te cuide y console estará presente inexorablemente por el resto del día.
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