¿Feliz Navidad? Pero ¿y desde cuándo
asistes a la misa y cumples con los sacramentos como para suponer que tendrás
una Feliz Navidad? Ciertamente, y no es nada grato recordarte, la navidad no es
lo que te traes entre manos, como por ejemplo el disfrutar de una gran cena,
suculentos platillos y tremendas bebidas para pasarla superbién. Mucho menos
significa que la navidad sea el baile y la música estrilosa que acostumbras cada
año cuando arriba esta celebración. También debo decirte, y duele escucharlo
aunque yo no tengo ningún empacho en expresarlo, pero sí con la cristiana responsabilidad de recordártelo, que
si estás en espera de celebrar la navidad lo primero que deberías hacer es
cuestionarte si realmente tienes en tu corazón a Dios. Si no tienes la certeza
de ello y pluralizas la respuesta, u ofreces una bastante impersonal para así
librarte de una respuesta personal e íntima, entonces la celebración es sobre tu
propia navidad o la navidad de sabe quién más, pero nunca la navidad del Señor.
Así que antes de expresar, y cualquiera lo puede hacer, lo cual es muy válido,
Feliz Navidad, averigua si realmente el adviento ha traído consigo la presencia
del Señor en tu corazón y que realmente la víspera de la celebración será en su
Nombre. De ser así, entonces naturalmente la fiesta cambiará de rumbo y muchas
cosas impresindibles para el “reventón” dejarán de estar presentes porque ya no
tendrán sentido. Pero si es sólo tradición decir ¡Feliz Navidad! y la celebración de algo tan bello es pujantemente una
banalidad expresa, pues entonces esa navidad es de quién sabe quién, pero nunca del
nacimiento del niño Jesús. De este modo, tienes el derecho de decir Feliz
Navidad, pero no será en su Nombre, y bajo esa perspectiva carecerás del
privilegio de sentirla, y así será por lo menos hasta que hagas tu propia conversión
a Cristo Jesús.
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