Friday, March 20, 2015

EN EL DAR ESTÁ EL RECIBIR



    Compartirte con los que quieres, con los tuyos, con la gente que amas es algo realmente maravilloso, y son las cosas que no debemos olvidar, mas por el contrario, son las cosas que debemos acuñar para que la vida tenga un significado valioso. Sentir que el día es de cuarenta y ocho horas de plenitud, de un gozarse mutuamente cuando los seres más queridos están presentes, y permitir que te hagan suya para gozarse en ti, y a la vez que el tiempo no alcanza por tanta dicha, es verdaderamente una bendición para cualquiera. Puede ser que la fortuna de tu vivir es tal que el corazón se te desborda, y es dable imaginar entonces la dicha que debe resultar del ofrecer tanta alegría a alguién más quien no tiene a nadie en la vida. Siempre habrá un Cristo en aquella persona que no posee un pan para llevarse a la boca, un Cristo en esa persona que de pronto lo viste sediento; quizás se te apareció un Cristo en forma de una persona sin un hogar para descansar, y que complicado resultó contemplarlo como el Cristo que nos ofrece cada día su morada en el cielo. Puede ser que darle la vuelta no haya sido lo más cómodo para ti, pero ninguna razón justifica el acto, aunque de pronto fue fácil recluirlo en el inconciente por la culpa que de vez en cuando asalta la conciencia. Sin embargo nunca es tarde para rectificar, por qué el Cristo tuyo y mío es tan misericordioso que siempre perdona cualquier cosa que hagamos, siempre y cuando cumplamos sus santos sacramentos y nos arrepintamos de corazón. Si tu corazón alberga mucho amor y felicidad, que hermosa experiencia la tuya. Y si compartes un poco de ese amor con algún necesitado que lo único que se le desborda de su corazón es miseria y desolación, tus acciones serán mil veces más hermosas porque lo habrías hecho por ese mismo Cristo quien ha llenado el corazón tuyo para llenar de felicidad a tu familia. Entonces atinarás concluyendo que el tiempo de dar amor no es de veinticuatro horas, ni de cuarenta y ocho, sino que el dar amor no tiene tiempo ni medida, y realizarás en tu corazón que entre más lo ofreces y compartes más allá del hogar, más se llena del amor que necesitas para respirar, vivir  con significado profundo y, en consecuencia, ser verdaderamente feliz con los tuyos.  

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