No sabe usted la belleza que significa una
sonrisa extendida, una caricia ofrecida con gratitud, y en especial aquellas
palabras de amor, aliento y esperanza que se profesan desde la parte noble del corazón, con destinatario en
otro que se ofrece en reciprocidad. Sin embargo, los detractores de estas
bellas manifestaciones están siempre al acecho buscando el deterioro y nulidad
de las mismas. El corazón es depόsito de
sentimientos bellos, pero también se alojan dentro, muy dentro otra clase de
afectos no tan buenos que nos acompañan por muchos años, muchas veces por toda
nuestra vida. Por eso debemos ser cautos cuando recibimos algo que proviene del
corazón, pues bien puede ser algo como un resentimiento, tal vez rencor,
envidia, recelos y otras cosas peores. Nuestro trabajo diario es lidiar con
esta clase de alimañas para no permitirles su libre acceso, su fácil entrada en
nuestras relaciones interpersonales, con la familia, con nuestros hijos,
esposos o esposas, padres, hermanos, amigos, etc. El antídoto recomendado es la
práctica diaria del amor en dόsis que puedas ofrecer y
prolongar por algún tiempo, muy probablemente por toda tu vida. Poner en marcha
de forma periódica la parte generosa y amable de tu corazón tendrá el afecto
inmediato de fortalecer los buenos sentimientos y fomentar positivamente las
relaciones con los demás, especialmente con los que mas quieres. También, es
necesaria la detección temprana de los bichos para suprimirlos en tiempo real
con el florecimiento de los sentimientos mas bellos que Dios nos ha regalado:
amor y humildad.
Seguramente encontrara
fácil la lectura de lo anterior, pero cuesta un mundo avanzar un centímetro en contra
de lo malsano y perverso. Sin embargo, nadie ha dicho que la enseñanza sea fácil.
Al contrario, la batalla es larga y complicada, y con frecuencia salpicada de
sangre y lagrimas, de dolor y desventura. Pero vale la pena sonreírle al
prójimo, aunque nos caiga mal; tratar de agradar al que ni siquiera conocemos,
porque lo fácil es agradar al hermano, o al padre. Entonces tú y yo tenemos que
librar la guerra contra los malévolos sentimientos, y es una guerra a muerte,
un conflicto sin concesiones, una hostilidad sin cuartel. La buena noticia es
que no estás solo. Alguién más te acompañará y te llevará de la mano, siempre y
cuando se lo permitas. Dale la oportunidad de estar dentro de ti. Accésalo,
intérnalo, acύñalo con verdadera fe, después déjale llevarte de la
mano a donde El quiera llevarte. Finalmente, aunque los caminos de Dios son insospechados,
ellos siempre serán hermosos.
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