Thursday, April 16, 2015

AGARRADOS DE LA MANO DE DIOS





 
     No sabe usted la belleza que significa una sonrisa extendida, una caricia ofrecida con gratitud, y en especial aquellas palabras de amor, aliento y esperanza que se profesan desde la  parte noble del corazón, con destinatario en otro que se ofrece en reciprocidad. Sin embargo, los detractores de estas bellas manifestaciones están siempre al acecho buscando el deterioro y nulidad de las mismas. El corazón es depsito de sentimientos bellos, pero también se alojan dentro, muy dentro otra clase de afectos no tan buenos que nos acompañan por muchos años, muchas veces por toda nuestra vida. Por eso debemos ser cautos cuando recibimos algo que proviene del corazón, pues bien puede ser algo como un resentimiento, tal vez rencor, envidia, recelos y otras cosas peores. Nuestro trabajo diario es lidiar con esta clase de alimañas para no permitirles su libre acceso, su fácil entrada en nuestras relaciones interpersonales, con la familia, con nuestros hijos, esposos o esposas, padres, hermanos, amigos, etc. El antídoto recomendado es la práctica diaria del amor en dsis que puedas ofrecer y prolongar por algún tiempo, muy probablemente por toda tu vida. Poner en marcha de forma periódica la parte generosa y amable de tu corazón tendrá el afecto inmediato de fortalecer los buenos sentimientos y fomentar positivamente las relaciones con los demás, especialmente con los que mas quieres. También, es necesaria la detección temprana de los bichos para suprimirlos en tiempo real con el florecimiento de los sentimientos mas bellos que Dios nos ha regalado: amor y humildad.
     Seguramente encontrara fácil la lectura de lo anterior, pero cuesta un mundo avanzar un centímetro en contra de lo malsano y perverso. Sin embargo, nadie ha dicho que la enseñanza sea fácil. Al contrario, la batalla es larga y complicada, y con frecuencia salpicada de sangre y lagrimas, de dolor y desventura. Pero vale la pena sonreírle al prójimo, aunque nos caiga mal; tratar de agradar al que ni siquiera conocemos, porque lo fácil es agradar al hermano, o al padre. Entonces tú y yo tenemos que librar la guerra contra los malévolos sentimientos, y es una guerra a muerte, un conflicto sin concesiones, una hostilidad sin cuartel. La buena noticia es que no estás solo. Alguién más te acompañará y te llevará de la mano, siempre y cuando se lo permitas. Dale la oportunidad de estar dentro de ti. Accésalo, intérnalo, acñalo con verdadera fe, después déjale llevarte de la mano a donde El quiera llevarte. Finalmente, aunque los caminos de Dios son insospechados, ellos siempre serán hermosos.




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