jueves, 15 de enero de 2015

LA GUERRA INTERIOR


 
Una ojeada más profunda al mar de mi “psique” me ha sido permitida. Y en el intento del autoescrutinio, el olvido se posiciona compulsivamente minando toda pretensión introspectiva. Una actitud valiente sale de mi corazón para encarar mis propias impresiones, pero un pánico penetra hasta por los poros de mi piel, y de forma deliberada me alejo de la hostilidad del universo de pulsiones que parecen eruptar sobre mi como un furioso volcán, alojándome en la cómoda y nada amenazante configuración de mi ser. No obstante que soy el verdadero culpable de mis pesadumbres e indecisiones, me exonero de toda culpa, estúpida dicotomía, maligna paradoja psicotizante ; asumo que la interioridad tiene vida, y bajo esa instancia admito que la cobardía que me cubre al saberme débil y vulnerable traspasa el umbral de mi determinación. Quedo reducido a la nada, en la falsa placidez de un equilibrio que destruye silenciosamente un self soñado, un yo de largas batallas y ejercicios de poder y logro. Una vez más, el otro que subyace mucho más al fondo ha salido victorioso, mientras que, en tanto esto discurre, la ansiedad me conduce por senderos conocidos, y decido esconderme en la pasividad anquilosada de mi voluntad, al equilibrio malsano y pseudoevolutivo.  

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