viernes, 23 de enero de 2015

EL DIÁLOGO NUNCA ES DE SORDOS



ELECCIÓN DEL DIÁLOGO
    Camila, la sabionda, solo apuntaba a proliferar palabras de oscuro entendimiento y escaza utilidad en el consuetudinario orden de su contexto, y con regularidad su desgarbada desnudez para expresarse mostraba el ánimo de no ser entendida por sus interlocutores. Mas sin embargo, los demás entendían perfectamente su vanidad intelectual y la amplia necesidad de reconocimiento. Al poco tiempo, sus oyentes se retiraron como en cascada porque el escuchar cosas ininteligibles les resultaba abrumador, intimidante, además de frívolo. Cuando estuvo sola, sin la presencia de un alma por solitaria que esta fuera, no obstante ello, persistió con sus discursos incomprensibles al promedio, pero fue hasta entonces que ella pudo escucharse a si misma. Grande fue la sorpresa de Camila cuando trató de entender lo que decía, ciertas palabras le parecieron tan complicadas, algunas en desuso, y otras casi en el olvido que la gente ni siquiera había escuchado en su vida. Peor fue cuando consultó el diccionario para tratar de entender ciertas expresiones, y mayor fue la sorpresa cuando descubre que la mitad de dichas palabras no aparecían allí. Luego de ello, comprendió que había estado en un error al hablar un lenguaje que los otros no alcanzaban a dilucidar. Cambió su forma de hablar, de ese lenguaje intelectual y sofisticado que la aisló de toda la gente que le escuchaba, a uno coloquial, menudo y ordinario. Ahora Camila es capaz de conversar, ser entendida y, al mismo tiempo, escuchar a los demás. Pero por sobre todas las cosas, Camila puede ahora escuchar a si misma el mensaje de las palabras que emergen de su corazón con aquella simplicidad solo semejante a la de un niño. Hoy, Camila tiene más amigos que antes, muchos la quieren y aprecian. Ella cambió el soliloqio intelectual de palabras rimbombantes, por el diálogo de entendimiento mutuo. Esa ha sido la diferencia que ha marcado su vida. La petulancia y típica sordidez de un corazón ufano se alejaron de su vida para dar paso a la humildad, probidad y parsimonia.      

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