Podrás tener todos los bienes mundanos que
cualquiera desearía tener y contar con la belleza que impresiona a los demás,
transfigurando tu carácter en las relaciones con el mundo, tu propio universo
de cosas y personas que se tornan indispensables en tu diario vivir. No
obstante, si no tienes un corazón noble para entregar y una actitud de humildad
al trato con los que te rodean, tu sardónica sonrisa delatará una vaciedad de
espíritu sostenida únicamente sobre los endebles pilotes de la vanidad,
engreimiento y falso orgullo. Con el devenir de las cosas y el transcurrir del
tiempo, de forma inexorable aparecerán al desnudo las falsedades y
contraventuras de tu vida. Y nada importará si de aquello nadie se entera, pues
el peor juez a ser encarado se encuentra en tu conciencia, y ésta justamente es
inevitable, inviolable e irreversible.
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