Caminaba sin
cesar sobre las dunas corporales
Deseando nunca
finalizar mi gozoso cometido
Vertiendo la
espuma de mis osados mares
Ello sucedió
en un momento de sensualidad
Un torrente de
impudicia y deseos carnales
Atravesaron el
umbral de mi moralidad
Después de la
tempestad sobrevino la calma
La brisa de tu
boca solo rosaba el follaje hirsuto
De un obsceno
bosque de oscuras y extenuadas palmas
Eres un
encanto de suaves y aterciopeladas curvas
Atesoradas en
la virginidad de la decencia y recato
Que ahora me
pertenecen junto a su coyuntura
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