Puede que seas muy
bella físicamente y que poseas una posición envidiable en tu escala
interpersonal y social. Quizás estés muy bien económicamente y no hay nada que
realmente te quite el sueño, desde el punto de vista material. Es posible que
estés convertida en una profesional consumada en tu area específica o bien en una
mujer exitosa en los negocios, una ejecutiva de alto nivel o la mujer que se
desbarata por el prójimo muy apegada a sus preceptos religiosos. Pero al
arribar a tu alcoba, las cosas ya no son iguales. Comienzas por despojarte del
disfraz de una persona balanceada, ecuánime y bienaventurada. Enseguida, te miras al espejo y de pronto ya
ni te reconoces. Y es que el disfraz ha dejado una marca que de día es indeleble,
pero que ante el espejo de tu ser parece desaparecer por completo. Así
también, tus atributos de persona madura, respetable y elocuente se desvanecen
al despojarte de tus polvoríficos destellos sobre tu rostro y esos labios de
ensueño que cubres con un hermoso rojo o en una tonalidad más discreta de
pronto se diluyen y tu dulzura deja de
ser; esas palabras maravillosas que expresaste durante el día, o los increíbles
textos que has escrito en alguna parte, en verdad son parte del otro que
barniza tu ser ante los demás y, ahora, en el umbral del ser real y el ficticio,
aquel ser inventado a modo de tus prejuicios y exigencias de los que te rodean,
te cubres con el velo de la seducción falsa y la perfidia a tus propias y
auténticas esencias personales. Posada al
desnudo de tu alma sientes que tu integridad es complicada de sobrellevar, que
las cosas no son realmente las que presentas al mundo y que todo va más allá de
lo que puedes controlar por ese ominoso prejuicio que te doblega, por ese controlador
y manipulador que no te deja ni un solo momento ser tú misma socavando tu ser interior.
No obstante el decoro de la belleza exterior, la interior se ha minado por todos los
espejismos que tu misma has creado. En resúmen, ante los demás dejas de ser tú misma para convertirte en aquel ser que creas a semejanza de lo que idealizas, pero en la intimidad de tu ser te
miras con asco y desprecio; entonces te ocultas y dejas de posar. El dolor es
grande, y prefieres seguir con la farsa. Ante los demás, el día de mañana, serás la heroína, la hermosa, la bella, la culta, la excelente profesional, la esposa
ideal, la mamá ejemplar, la hija bien deseada, la samaritana de bellos sentimientos
y actos de amor puro. Las paradojas de la vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario