Amor que brota en el ser humano y en los
otros en sana correspondencia, es un sentimiento que une, que cohesiona y da
pertenencia, sentimiento que se promueve a sí mismo y se multiplica, y que nunca
es suficiente porque siempre se está sediento de él. Ese sentimiento que emana
de los corazones buenos y mansos, de corazones que perdonan y reconcilian,
almas que olvidan para reiniciar, reestructurar, recapitular hacia una vida
nueva y que discurre entre los seres queridos y amados. Esto es lo que yo llamo
una verdadera “familia”, sin importar la
cantidad de las personas que la componen. Y las desavenencias, problemas,
conflictos y traumas del pasado, no obstante la fuerza de su carga negativa, no
pueden desvanecerla, antes bien la fortalecen cuando sus miembros, dispuestos a
darse a sí mismos con sus seres amados, capitalizan sus terribles experiencias
porque están cobijados precisamente con el amor, el sentimiento más poderoso de
todo corazón y de toda unión humana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario