Friday, September 18, 2015

EL CIELO INTERIOR



    Se internó dentro, muy dentro hasta llegar al piso de tu corazón, y es en ése lugar donde yace el amor tan íntimo y tan profundo que ahora le profesas. Y es en verdad muy hermoso sentir que amas desde lo hondo de ti, que se derrama el afecto y la adoración por él hasta por los poros de tu piel, que no te cabe ese amor en la integridad de tu ser, que tus recovecos interiores se achican con tan grande amor. Admirable que, ya de por si, ames con esa pasión desbordante e incontrolable, pero también es encantador observar lo portentoso y extraordinario por la forma como desplazas ese amor, con intensidad inaudita, fidelidad a prueba de fuego y honestidad que cabalga sobre la dignidad propia. Ese amor que se nota al solo mirar tus ojos, esos hermosos espejos del alma que transparentan toda palabra dicha, toda versión recogida y toda expresión extendida, se revela como el eterno acompañante, el poderoso que va de la mano contigo, e inclusive, el que se posesiona de ti avanzando como una raíz, grande y poderosa que absorbe cada cosa que te alimenta. Ese amor que hace vibrar poderosamente cada fibra de tu ser, cada hilo entretejido que moldea ese lozano y radiante corazón que distingue tu gracia, tu finura y la generosidad al trato. ¡Oh bendito amor que das el suspiro de cada día, el alivio a ese convulso corazón en momentos de angustia, de soledad, de opresión, de caos! Lo tienes en ti, y ha pasado a formar parte de tu ser como una segunda piel agarrada de los pilotes del deseo de ser mejor, de elevarsee por sobre tus fuertes impulsos de iniquidad que también llevas muy dentro, pero que fraguan su lucha por reinventarse cada día, pero el amor éste que brota de ti es más fuerte y sublime, y la razón es que es un amor venido del cielo, un amor provisto de todo sin faltar nada, absolutamente nada. Es ese amor el que te cubre de pies a cabeza, el bendito, el bendecido, el magno, es precisamente el que buscas con ansiedad cada día en un cielo fuera de ti sin advertir que ese cielo se posa dentro de tu ser. No hay cielo tan grande que no quepa en tu corazón, porque si CRISTO vive dentro de ti entonces el cielo está en todo tu ser. La búsqueda interior debe ser pormenorizada y exhaustiva. Aviva tu mente, depéjala y abre los ojos de tu alma cerrando los de tu cuerpo. Tambien cierra el resto de los sentidos de tu cuerpo, y en cambio mantén abierto los sentidos de tu espíritu, la sencillez, la humildad, el optimismo y la mansedumbre. No mires al cielo buscando un cielo porque solo encontrarás el cielo de un día ordinario, el imaginario que nunca llega a tocarte hondo. Llegada la noche, desaparecerá y nunca habrá sido tuyo. En cambio, si buscas el cielo dentro de ti, notarás inmediatamente su presencia, y advertirás que nunca es de noche y siempre es de día, en eterna luz alumbrando el camino de tus renovados amaneceres.  

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