En las relaciones heterosexuales, una de
las más grandes mentiras de todos los tiempos es la siguiente: “Si
verdaderamente me amas, debes darme una prueba haciendo el amor conmigo” La
vileza de este argumento ha estado vigente por siempre, y lo peor del caso es
que muchas jovencitas, y otras no tanto, caen ingenuamente en las garras del supuesto
enamorado; las que no son tan ingenuas, no es que caigan rendidas ante tal
petición, sino que ya lo esperan con mucho deseo, y hasta lo provocan de alguna
manera para hacer más fascinante el momento y experimentar un sentimiento de
estar siendo halagadas, seducidas y conquistadas por el chico, cuando quizás es al contrario, y al hombre le queda fácil aquella
"prueba de amor" que se ve venir. Pero la pregunta es si el chico ama a
su novia o prometida en forma sincera. Cuando el valor de la castidad en una
mujer es grande e importante, su comportamiento respecto de mantenerse casta es
una consecuencia de ese valor. La castidad no es una moda o algo parecido que
tenga que cuestionarse, y mucho menos tacharse de manera peyorativa, es mas bien
una forma de respetarse a sí misma y, en consecuencia, de mantener la condición
de que los demás le den el mismo respeto. Muchos chicos advierten la
operatividad de este valor en algunas mujeres y experimentan una clase de
respeto que los aleja de ellas, porque saben que por allí no habrá fiesta. Otros
chicos, quizás los menos, celebran a las mujeres con el sello de la castidad, y
no solo eso, sino que se convierten en su principales
defensores, y ven en ellas a posibles candidatas para pasarla por el resto de sus vidas. Créanme, el
hecho de que algunos hombres aprecien la virginidad no significa que estén de
acuerdo en respetarla. En muchos casos ni siquiera ellos mismos han respetado la
propia, mucho menos las de las chicas. Y
en esto coexiste una clase de machismo que, tristemente, aún opera en los
esquemas de muchos hombres. Si la frase “dame la prueba de amor” fuese verdadera
y honesta, entonces no tendría razón de ser, lo cual la convierte en
paradójica; es realmente un mensaje contradictorio, pues el que realmente ama a una chica, no le
pedirá que le entregue algo que la hará sentir mal. El hombre que realmente ama a una mujer la
respetará cabalmente en todos sus valores y no la incitará a hacer algo encontra
de lo que ella piensa y siente. Así que cuando un hombre se te acerque y te pida
la famosa prueba de amor, es decisión tuya la de faltarte al respeto o de
exigirlo. Podrás decir que ya no eres virgen, pero eso no significa que no puedas
llevar una vida de castidad. Cualquier joven comete un error de juventud; eso
pasa en forma recurrente, pues se dejan llevar por la moda (“es que todo mundo lo
hace”) o por la presión del novio (¿puedes imaginar que el que dice que te ama es
el primero que te presiona a hacer algo que va contra tus valores? ) Me pregunto yo entonces, como te tratarán los que no
te aman. Pero enmendar el camino es de humanos, rectificar para mejorar ofrece prospectiva, y
no tienes que tirarte por aquello de que dejaste de ser virgen y nadie te va a
valorar como antes. Es cierto, podrás no ser virgen, pero puedes iniciar una vida
de castidad respetándote y haciendo que los demás te respeten. Debes
creerme, muchas veces la virginidad se lleva en el corazón. Muchas mujeres que se
jactan de serlo no llevan una vida casta, sino mas bien una existencia de
libertinaje y desórden, y ciertamente llevan una vida sexual sin penetración, no obstante aún así se sienten muy dignas porque su “himen” no ha sido trastocado. Ese es un
error que muchas jóvenes cometen. En el fondo de ellas hay un sentimiento de
verguenza y culpa, pero se justifican por el hecho de que no han sido penetradas por
el varón, aunque han hecho de todo sexualmente hablando. Siguen siendo virgenes desde
el punto de vista anatómico, pero espiritualmente no lo son, y en los corazones
de ellas habita el fantasma de la indecencia y la impureza. Como mujer, debes
defender el derecho de ser virgen en todos los aspectos de tu persona y llevar
una vida de castidad que te haga ser una hija digna de Dios. No se te olvide que
el cuerpo es templo del Espíritu Santo y, por tanto, debes protegerlo del
oprobio, de la deshonra. Recuerda una cosa: la famosa prueba de amor es una gran mentira
que a muchos hombres conviene porque consiguen la diversión que buscan. Si tu
novio o prometido insiste en la prueba de amor, y tú no deseas romper con tu
virginidad y/o castidad, es tiempo de cuestionar cuanto realmente te
quiere, porque al que ama lo único que quiere es que su amada se sienta féliz, digna, valorada
y respetada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario