Siempre
es el tiempo de festejar a tu mujer. Ámala sin condiciones y recíbela con las
flores de los abrazos y besos. Aliméntala cada vez con los detalles de la atención
y cuidado, y nunca dejes de enaltecerla como la dama dueña de tu corazón. Cuando
realices todo lo anterior, darás cuenta que, con excepción de la tuya, no hay
otra mujer en la vida que pueda festejarte a ti con todo el amor y pasión concebible.
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