sábado, 9 de noviembre de 2019

EL DUELO DE UN AMOR EN SEPULCRO


        La decisión no ha sido fácil, pero mi amor por ti, no obstante lo grande que es, y aunque me está costando mucho trabajo olvidarte, lograré arrancarte de mi vida tarde que temprano. Y es que amarte resultó de una suerte de encuentro en el que mi corazón se estremeció por tan sólo escuchar tu nombre y enmudeció por tan sólo mirar tu rostro. No sé qué pasó durante el tiempo que estuvimos juntos, pero te confieso que entregué mi ser con todo el amor que pudiera existir en mi, y no me arrepiento de ello pues lo hice con la buena fe de un hombre enamorado que esperaba todo de ti. A pesar de la gran desilusión producto de la infidelidad en la que te envolviste por razones que solamente tú conoces, no cesé de amarte y hasta te propuse olvidar todo de tu parte para reiniciar una nueva etapa en nuestras vidas. Pero de nada te valió mi proposición y proseguiste con la infidelidad encharcando aún más mi dolor. Me has dado la estocada final, lo que ha permitido reflexionar y valorar mi ser integro. La consecuencia de eso ha resultado en el beneficio de ocuparme más de mi persona y dejar de aspirar a las sobras de un amor que nunca existió, porque ciertamente el verdadero amor jamás deja de ser. A partir de hoy y en adelante no más serás tú, quedarás en el olvido, en un recuerdo que se desvanecerá como la espuma de las olas al arribar a la arena de la costa; ya no estarás en mi corazón, excepto como un vago recuerdo de lo que nunca pudo ser en la lejanía de la desesperanza y el arrebato de tus impulsos. Al final, habré ganado mucho más que tú, porque el que ama de verdad siempre adquiere, consigue, madura y se perfecciona. Habrá alguién, con la certeza que me otorga mi fe, que Él me coloque en mi vida con todo el amor y el aprecio del mundo; alguién que me ame y valore como yo lo hago con la mayor naturalidad de mi ser. Esa esperanza la esperaré con el corazón abierto, y cuando llegue la cultivaré con un amor más grande y poderoso que el que tú recibiste de mi, pues será un sentimiento renovado de ternura e impetuosidad. Para entonces ya no seré tuyo, si es que alguna vez lo fui, y me habrás perdido del todo. Tú ya no serás mía, aunque ahora dudo que lo hayas sido, y ya no estarás en el cuadrante de mis sentimientos, sino en una parte de mi vida al fondo de un baúl de recuerdos vaciados en su esencia y carentes de sentido. Adiós por siempre y hasta nunca, amor que jamás logró ser mío.     

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