jueves, 12 de septiembre de 2013

CORAZÓN ESTOICO





TRISTE CORAZÓN

        Pese a la distancia temporal, tu amor no ha cambiado en nada por ese hombre con el que decidiste vivir libremente en matrimonio. Mas bien, parece que al paso de los años te has enamorado mucho más por él a pesar de los infortunios vividos a su lado. En realidad no se te llena la boca al decir la gran cantidad de años que la han pasado juntos, de hecho te averguenza el tanto tiempo “juntos” y el tanto aguante de tu parte, y debido a esa felicidad a medias que experimentas desde hace mucho tiempo, del cual ya ni te recuerdas cuantos años ha transcurrido y que te mata en forma insidiosa, dejas de sentir al deseo de seguir viviendo. La otra cara de la moneda es la tristeza que embarga tu corazón; y es esa cara la que debes ocultar por la fuerte necesidad de negar a toda costa que eres inmensamente infeliz. Y arribando al final del día, justo cuando el sol deja de brillar para dar paso a la oscuridad de la noche, ese escenario se convierte en un convulso presagio de un amor que se oculta en su propia necesidad de amar por la ausencia del otro que lo complemente, que lo aprecie, que lo valide, en una palabra: que lo ame. Así, la noche se vuelve más oscura de lo habitual, y los días son grisáceos por un sol que se resiste a salir plenamente; días apenas salpicados por los minúsculos recuerdos maravillosos de lo que algún día fue. En tu realidad te reprimes, de pronto te justificas y te alías a tí misma en el lado de tus convencionalismos sociales. Te detestas porque te muestras débil y te dejas llevar por la inercia del costumbrismo que ha hilvanado cada hebra de tu triste corazón amordazado y resquebrajado.        

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