CUANDO TODO LO BASAS EN TU CAPACIDAD
Una madre de seis niños, la cual no sabía leer ni
escribir, hubo de trabajar duro para sacar adelante a su familia. Su esposo
había fallecido en un accidente de trabajo y, quedando ella sola en la gran
ciudad, tuvo que trabajar con todas sus fuerzas desde su hogar haciendo comidas para
vender, lavando ropa ajena y realizando
toda clase de labores dignas de cualquier persona trabajadora con muchas deseos
de proveer a su familia de lo indispensable para no verles sufrir. En una ocasión,
una mujer gerente de una agencia de autos le compró unos tacos de los que
acostumbraba llevar para vender en dicha agencia. La mujer lucía elegante, bien
aliñada y de una apariencia respetable. Mas en sus ojos, se notaba un dejo de tristeza,
quizás atribulada por las circunstancias de la vida, el trabajo y hasta la
familia. La humilde vendedora de tacos, advirtiendo aquel signo de desventura y
desolación en la elegante vendedora de autos, le pidió que si podía ofrecerle una
sugerencia. Ante tan peculiar petición, la gerente de la tienda la cuestionó respecto
de qué tipo de sugerencia tan humilde persona podría darle y para qué. Enseguida, la sencilla mujer
de vestimenta frugal le respondió a la mujer elegante que en sus ojos se proyectaba una tristeza
muy grande, y que probablemente lo que tenía que decirle podría servirle de algo. La
gerente, un tanto perpleja asintió, se sentó en un sillón e invitó a la dama de
los tacos hacer lo mismo. Estando frente a frente, humilde mujer dirigió su
mirada y sus palabras a su interlocutora:
“Creo firmemente
que tú eres de las mujeres que lo tiene todo para salir adelante ante cualquier
desafío. Lo has demostrado a lo largo de los años, y ahora puedes recoger el
fruto de un largo trabajo y esfuerzo por el cual debes mostrarte orgullosa,
después de todo no ha sido una tarea fácil. No subestimes tu labor como madre,
esposa, hija, hermana, profesional, porque en todo lo que has podido realizar
una parte de tu corazón está allí. Tampoco desatines por el valor que cada cosa
realizada tiene en tu vida. Solo recuerda que tú no has sido la protagonista principal
y dueña absoluta de tu pasado, y por ahora arquitecta del diseño de tu futuro,
sino Dios para quien reservamos la honra total y la gloria absoluta por las
bendiciones que recibes no solo ahora, sino desde siempre. Asi que todo lo que
eres y todo lo que tienes es para sentirte orgullosa y bendecida, feliz de
tener todo lo que necesitas para sacar adelante a tu familia. Da gracias por lo
poco o mucho que tienes, en lugar de estar pensando en lo que no tienes y lo que otros
si poseen. No busques la felicidad porque ya la tienes y de sobra. Solo date el
tiempo de verla, está junto a ti. Que Dios te bendiga”
Cuando aquella
mujer tomó su canasta de tacos y se retiró del lugar, la dama de la tienda se
quedó pasmada, estupefacta, sin palabras. La noche de ese día tuvo un sueño en
el que se veía sin trabajo y sin dinero. Su esposo había sucumbido a una
enfermedad mortal y no encontraba la puerta con sus tres hijos menores de edad
aún. Las cuentas se amontonaron y los acreedores de su esposo se hacían presentes
con las deudas adquiridas por él y la amenazaban con denunciarla y
quitarle hasta el último centavo. Su angustia era mayor cuando sus hijos tenían
hambre y no tenía nada que ofrecerles pues todo se había terminado. En su sueño
deseó morirse y pensó incluso en el suicidio. De pronto un beso en su mejilla
la despertó. Era su hijo de cinco años quien jugueteaba con su muñeco de
peluche. Recostada en su cama se puso a pensar en el sueño, se acordó de la
mujer humilde, la que se había ofrecido incondicionalmente para darle un consejo y abrazó con mucho
amor a su hijo. Los problemas con su marido no debían hacer mella en su vida.
Ahora más que nunca haría lo posible para rectificar en su vida marital,
valorar las cosas que Dios le colocaba en su vida y dejar de quejarse por las
cosas negativas que de pronto le ocurrían. Nunca olvidaría esa lección de vida, el envío de un ángel del Señor,
y por supuesto que jamás se olvidaría de aquel sueño. La celestial invitación
estaba hecha. Ahora la inspiración humana le deparaba su realización.
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