Creo que la mujer, en mi particular punto de vista, es la protagonista
principal en la génesis de una relación heterosexual; el nexo entre un hombre y una mujer
justamente con propósitos de formar un matrimonio, una amistad o una relación de noviazgo. Con esto quiero
decir que la mujer es la que determina y la que define la persona con la que
mantendrá un contacto más íntimo, llámesele novio, esposo o amigo, lo que significa que no es el hombre el que decreta con quién vivirá o
mantendrá una relación. Por supuesto, el hombre sabe con quién se une, y además piensa que ya
escogió primero, pero lo que no advierte es que ya fué escogido previamente por la chica, la que se convertirá luego en la
mujer de sus sueños, su novia o su amante. ¿Sabe usted que la mujer con solo guiñar
su ojo tiene a sus pies a cualquiera, literalmente hablando por supuesto? Recuerdo un dicho
que mi madre solía decir “ la mujer está para escoger”. Debo reconocer que en
un principio, la expresión causaba
cierto malestar en mi orgullo de hombre, sin embargo siempre reflexionaba en ello, de la veracidad de su contenido y de que
tan cierto resultaba lo que había en esa frase. Con el tiempo, puesto que era una
de esas frases acostumbradas que regularmente ella expresaba, me fui convenciendo de que aquella expresión no
era una simple posición feminista que
transgredía el papel del hombre machista de entonces. Era simplemente la propia
experiencia que mi madre había tenido con mi padre, y era así como lo experimentaba, y aún ahora lo concibe como algo verdadero. Estoy convencido de que hay
algo de cierto en esa frase. Y déjenme decirles que existen muchas mujeres que
hacen un uso indebido de esta ventaja, por llamarlo de algún modo, para tener hombres a su lado. De pronto, siempre hay la
mujer que le gusta jugar con el sexo opuesto, mostrando una falta de respeto
hacia la figura masculina, y al mismo tiempo degradando la figura de la mujer, o
por lo menos la de ella misma. En ocasiones, la mujer actúa así por que se siente
sola, hueca y con una autoestima en deplorable condición. En otras
circunstancias, es simplemente la simple vanidad de sentirse asediada por los
hombres. Con los años la mujer se vuelve una esteta en el asunto y la madurez la convierte en una persona más selectiva en las relaciones y, entonces,
la búsqueda de relaciones que ofrezcan su tranquilidad es ahora la prioridad. No es
difícil ver a una chica de 16 o 17 años con una cantidad increíble de galanes
tras sus "cueros". Y es que ellas mismas se han dado cuenta del poder para atraer al sexo masculino, como el imán que
atrae al hierro. Algunas no saben como hacer un uso debido, prudente y apropiado de sus encantos, y a todos los chicos les encajan una
mirada de tentación. Si éste patrón continúa hacia la adultez, no es extraño que la agenda de la chica este llena por lo menos tres meses por
adelantado de citas con muchachos, fiestas, reuniones con amigos,etc., etc., etc. Tal vez sea una sátira mordaz decirlo de ese modo, pero es más o menos lo que
podría estar pasando con algunas chicas con una gran necesidad de ser rodeadas
por hombres debido justamente a su inconmesurable sentimiento de soledad y minusvalía, o bien
por la gran vanidad en sus corazones. Veamos algunos tipos de mujeres respecto al uso de la táctica del coqueteo en la relación con el
sexo opuesto en la perspectiva de principiar una relación formal y/o de acercamiento con propósitos propios de cada mujer.
LA MOJIGATA
Bajo
esta categoria encontramos a la mujer que se muestra santurróna y puritana. El
grado de moralidad en su esquema personal y experiencial es muy alto. Le cuesta
mucho trabajo adaptarse a las costumbres
nuevas y un tanto liberales, y el guiñarle un ojo a un hombre sería el
equivalente a un pecado de consecuencias penitenciales, más por su propia
conciencia que por el acto propiamente dicho. Un exceso en su conducta le puede
acarrear dolor y un sentimiento de culpa grande, debido a una aplicación
rigurosa sobre sí de reglas verdaderamente severas. Es un monumento al estoicismo
el sometimiento de su persona a un cuadrante reglamentario que la comprime. Lo
que es verdaderamente cierto es que la persona tiene convicción de sus esquemas
morales y de sus aplicaciones en la vida. Así que, guiñarle un ojo a un hombre es
una realidad siempre y cuando ese hombre se trate de su padre, y no otro hombre por ningún motivo. El
extremo de esta categoría de mujer se sitúa en la hipocresía, en el
encubrimiento, y el que dirá la gente le afecta sobremanera. Su mecanismo de
defensa básico es la represión. El último censo poblacional en USA arrojó que un
1% de las mujeres de entre 15 a 35 años
son auténticas mojigatas. Esto quiere decir que estas mujeres están en grave
peligro de extinción. ¡Ya casi no existen! Bueno, no creo que a ningún
hombre le preocupe eso. Palabra de honor. Es el tipo de mujer a la que el hombre
moderno “esquiva”
LA PSEUDOMOJIGATA
Como
su nombre lo índica, en esta categoría están envueltas todas aquellas mujeres que falsamente
se hacen pasar por mojigatas, haciendo gala de un moralismo que solo usan a
conveniencia. En realidad son más peligrosas de lo que imaginamos, y eso es
debido a que llevan una doble personalidad en la relación con los hombres. Son
super discretas en aquello de cerrar su ojito a los hombres. No es a cualquiera ni
a cada momento. Son francamente muy selectivas. No obstante, cuando hacen uso de
éste recurso, el contraste de lo que aparentan con lo que muestran es enorme, y
eso crea un espejismo alrededor de ellas, sobre todo cuando el hombre es muy
observador y puede dar cuenta de ello. Lo tigresa que llevan dentro está barnizado con la ternura y la fragileza de una mariposa. Son falsamente bellas. La
pseudomojigata no reprime sus emociones tan intensamente como en el caso de la
mojigata, y sus propios canales de expresión le
ayudan a mantener un equilibrio entre lo conservador y lo liberal. Así esta
mujer accede a las nuevas posibilidades y patrones sociales nuevos sin tanto
problema. La estadística del censo poblacional en USA nos reporta que la
pseudomojigata tiene más prescencia que su vicaria, es decir, la mojigata. Bajo el
mismo rubro de mujeres de entre 15 y 35 años, esta categoría muestra un 5%
poblacional de damas que le guiñan el ojito a los hombres, sin incluir al papá por
su puesto. Usted se preguntará porque es mayor el porcentaje de las pesudomojigatas comparado con la
categoría de las mojigatas. Creo que la respuesta estriba en que las
pseudomojigatas se ocultan en las formas y actúan con las bases, lo que
proporciona enormes ventajas en su diario vivir, en especial en la relación con
los varones potencialmente relacionables en sus vidas. El mecanismo de defensa que emplean tiene que ver con una especie de racionalización/justificación. No necesariamente son malas mujeres. Es simplemente que ellas
luchan entre una educación tradicional que han recibido desde siempre y una
nueva forma de ver la vida más liberal que la sociedad impone, y que ellas en su
observancia femenina dejan ver como algo válido en sus vidas, y no algo que necesariamente les
cause malestar o sentimiento de culpa. Para ello recurre, como dije antes, a intelectualizar sus actos para evitar la culpa que estos
generan en la conciencia. Su porcentaje poblacional es de un 27 % de
entre las mujeres de 15 a 35 años de edad. Es el tipo de mujer a la que todo hombre
“apetece”
LA MESURADA
Si hay
algo aceptable en la sociedad es justamente la mesura. Esto significa
prudencia, ecuanimidad, balance y equilibrio entre otras cosas. La mujer mesurada
es aquella que sitúa su vida en un punto
intermedio,mostrando una interacción más real de sus esquemas
personales, coincidiendo más con la realidad que le ha tocado vivir. Es
adaptable, circunspecta y discreta en sus actos. Considera el flirteo como algo
natural a la mujer. Seducir a un hombre no es un asunto que le acarrea problemas
personales, ni es algo que tenga que ocultar. Aceptan el galanteo de la mujer
hacia el hombre siempre y cuando que las formas mantengan un balance y un respeto en proporción. No es el coqueteo abierto e
indiscriminado lo que practican las mujeres que se colocan bajo este rubro. En realidad es
algo más fino y selectivo. El coqueteo es solo un recurso válido que utilizan de
forma prudente y proporcionada. A ellas les importa mantener la buena imágen, el
buen concepto y opinión que otros tienen sobre sus personas. En esta categoría
encontramos cierto liberalismo, pero también cierto recato, y ambos combinados a la
prefección. Estos elementos se mezclan sin contravenir el uno al otro, dando paso
a una mujer que tiene un manejo de sus
emociones en aparente armonía, de modo que se está bien consigo mísma y con la
sociedad. Psicológicamente, la mujer mesurada tiene más recursos para
defenderse que las dos mencionadas arriba. De acuerdo al censo poblacional de
los Estados Unidos de América (USA, por sus siglas en inglés) la mujer mesurada
se nos da muy poquito. Apenas un 5 % aparecen en escena. Un hombre podría desear
tener más especímenes de ésta clase, pero la realidad es que está en “chino”(difícil) encontrarlos.
Podríamos decir, coloquialmente hablando, que es el tipo de mujer que el hombre moderno “pretende”
LA MUJER SEMAFORO
Le parecerá extraño el hecho de que
una categoría de mujer bajo el título “
Cuando una mujer guiña el ojo a un hombre”, tenga el nombre de un artefacto que sirve para guíar el
tránsito vehicular en una ciudad. Es simplemente que muchas mujeres cierran
tanto el ojito a los hombres, y lo hacen con tanta desesperación que más parecen
semáforos que cualquier otra cosa. Así es, puesto que con el rojo detienen a
cuantos s e les antoja, y de pronto se les encuentra con un tráfico enorme, qué no
le cabe a uno pensar como esa mujer atrae a tantos hombres y con que sentido. Del mismo modo
que atraen masculinos, a ellas les resulta fácil liberarse de aquellos con los que no
desean una relación más formal o de acercamiento íntimo, dándoles "luz verde" para que emigren a otras avenidas. El ambar es
usado como preventivo (just in case) cuando la duda
les asalta y no saben a ciencia cierta si “habrá o no habrá” diversión por allí. Eso es normal y a cada mujer le pasa de vez en cuando, pero en la mujer
semáforo le ocurre con frecuencia. Es el equivalente al popular “don Juan” en referencia al hombre que tiene
un corazón tan grande que le caben todas, pero aplicado al caso de la mujer. A esta clase de mujer todos los
hombres, o casi a todos, les gusta. Ese no es el problema. La cosa es que a todos
(o casi a todos) les cierran el ojito. No les asusta detener el tráfico vehicular. Ni
tampoco les amedrenta ver accidentes y choques provocados por ellas. Creo que
mas bien gozan con ello. Les encanta sentirse el centro de la atención de los
varones. Bajo este poder compensan sobremanera un sentimiento de vacío y una
autoimágen devaluada. Los esquemas psicológicos están en sintonía con una
falange de necesidades no resueltas. Este tipo de mujer tiene un pasado triste
en su relación con los padres, en especial con la figura maternal, la que, como usted
debe suponer, no es la figura más apropiada para una hija, y la cual hereda todo el
pasado de su progenitora, un pasado tormentoso que repetirá fielmente al pie de la
letra. No habrá fe de erratas, se lo aseguro. Hará todo exactamente igual que su madre. El mejor ejemplo de la repetición
compulsiva de un pasado generacional está dado en la mujer semáforo. Es la
típica mujer que tiene hijos con varios fulanos. Nunca vive sola; no sabe vivir
sola porque vivir sola significa soledad, vacío, carencia. Por tanto su soledad es
insana, es tormentosa, juiciosa y perturbadora. El sentimiento de inadecuación
personal que éstas mujeres llevan consigo, como los
semovientes (ganado, vacas, reses) que llevan su sello indeleble de su dueño, se
oculta por el amplio liberalismo en su proceder en la relación con los
hombres, y por la expresión abierta y sin tapujos de sus emociones y deseos. Realmente tienen
un corazón partido en dos: uno lleno de tristeza profunda plenamente esquivada, y otro de felicidad aparente. Pero
solo le conocemos éste último, el de la felicidad aparente. Uno es real, el otro es
ficticio. Uno oculto, otro visible. Según el censo, como en todos los casos
anteriores, la estadística arrojó un 66.6 % de la población de mujeres de 15 a
35 años. Esto quiere decir que éstas mujeres abundan por doquier; se les
encuentra practicamente en todos lados sin importar la condición social, grado de escolaridad, religión, raza, etc. Además de todo, su estadística
apocalíptica (66.6) coincide con el chamuco que llevan dentro. Bien dice el dicho,”nada
es casual”. Este es el tipo de mujer que todo hombre “ desea”
Pues
como hemos visto en estas líneas, un acto tan simple como el coqueteo, tiene una significación poderosa para explicar la conducta de las
personas. Hechos tan simples nos hablan de cosas tan profundas que llevamos en nuestro interior, en este caso las
mujeres. Obviamente ésta clasificación pintoresca no tiene ningún propósito de
educar o informar sobre la personalidad de la mujer. Es solo una caricatura de
una realidad mucho más compleja. Sin embargo, da una idea de como la mujer adopta distintas formas de actuar respecto de algo tan simple como lo es el coqueteo.
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