Saturday, January 19, 2013

EL HOMBRE IDEAL PARA LA MUJER DE HOY

EL HOMBRE IDEAL PARA LA MUJER DE HOY
    Seguramente le ha pasado por su mente, en algún momento de su vida, la idea de que no existen hombres en toda la extensión de la palabra, de aquellos que puedan satisfacer las necesidades de una mujer en importantes  aspectos de su vida tanto en lo económico como en lo espiritual, de proporcionarle la estabilidad emocional y proveerle a cada instante el sentimiento de sentirse segura a su lado, de respetarle su dignidad y valor de mujer, y de convertirla en la única y exclusiva dama dueña de su corazón. Inclusive podría asegurar que en muchos casos eso sucede hoy día, y si esa condición es algo que aún tiene prescencia importante sobre muchas mujeres, en especial aquellas que han sufrido grandes decepciones con hombres carentes de escrúpulos, hombres inconstantes en su vida sentimental, inadecuados emocionalmente o faltos de la capacidad de amar y entregarse a una mujer por la razón que fuere, entonces el concepto del hombre ideal pudiera convertirse en una utopía, mera fantasía de mujeres soñadoras y desubicadas del contexto real, por lo menos para esta clase de mujeres que han sufrido experiencias desagradables y hasta traumáticas  con el sexo opuesto. En consecuencia, la concepción que una mujer se forma respecto de un modelo de hombre tiene su barómetro en ella misma, en su pasado propiamente dicho, en lo adecuado o inadecuado de sus propios modelos masculinos en su vida y, por sobre todo, en la figura del  primer  hombre en la vida de toda mujer: su papá. Bajo esta última condición descansan gran parte de las expectativas de éxito o fracaso en torno a las relaciones heterosexuales y, particularmente, en las relaciones románticas y amorosas con el sexo opuesto. No obstante, toda mujer contiene elementos en común con el tema referente a como debe ser un hombre, y cuáles son los elementos que, éste último, debe cumplir ante una mujer para satisfacer a cabalidad sus deseos, fantasías, pretensiones, anhelos y hasta caprichos personales. Ovbiamente la mujer de hoy es una mujer que lucha al parejo con el hombre, al que parece que lo único que le ha sucedido en muchos años es que le han cambiado el estatus de la féminas, con lo cual ha tenido que buscar los ajustes para conciliar sus propias particularidades con ellas, particularidades que la cultura le ha otorgado desde siempre con ciertas ventajas y que muchas de las veces se niega a modificar. Hoy por hoy la mujer ya no es la misma de hace dos o tres décadas y los prototipos culturales han sufrido una gran revolución debido a importantes cambios en las sociedades modernas que involucran a la cultura, la educación y la ciencia. Afortunadamente estos cambios no se pueden soslayar, a menos que se quiera negar una realidad que resulta muy clara para todos, realidad que realza la participación de las mujeres en los diferentes niveles de la vida pública. Con todo esto, resulta obvio que los cambios en los roles del hombre y de la mujer en la sociedad salten a la vista y que el concepto de hombre ante la mujer moderna también contenga cambios importantes. Le preguntaba a una abuelita de ochenta y dos años acerca del hombre ideal para la mujer y textualmente me respondió “ ese hombre debe mantener a su mujer y a sus hijos; debe ser trabajador, que no permita que su mujer trabaje para que cuide a sus hijos y los eduque con buenos ejemplos y les de toda la atención que necesiten”. Otra viejecita, ahora nonagenariana,  me respondió lo siguiente ante la misma pregunta “ la segunda educación de una mujer es la del marido. El hombre de la casa debe ser atendido como debe ser y es obligación de su mujer atenderlo como se merece. El hombre debe ser muy trabajador, respetar su casa;  podrá andar con otras, pero siempre debe respetar el hogar de su mujer con la que se case”. Resulta claro que para la mujer de nuestro tiempo estas aseveraciones pudieran resultar anticuadas, aunque para las mujeres de principios y mediados del siglo pasado, esos conceptos, basados en los testimonios de las dos mujeres, con tinte machista resultaban algo normal y, ciertamente, muy aceptados por la cultura prevaleciente. Quizá para algunas mujeres sigue siéndolo, pero para la mayoría, por fortuna, las cosas han cambiado, y estas condicionantes han dejado de operar para dar paso a otras variables culturales relativamente nuevas. Los cambios vertiginosos en los medios masivos de comunicación y la tecnología y los avances en la ciencia en general y la educación, son factores que practicamente vuelven complicada la diferenciación entre los hombres y las mujeres, en especial en las comunidades urbanas modernas del mundo occidental, basicamente. Estos elementos se suman a las exigencias de la mujer actual que busca la igualdad de derechos y condiciones para su desarrollo en los diferentes ámbitos de la estructura socio-cultural. Bajo estos elementos operantes en la sociedad, las mujeres han modificado el prototipo de hombre ideal en el esquema social y psicológico, de modo que, hoy mismo, cualquier  que se jacte de “civilizada” la exigencia gira en torno a una igualdad de oportunidades de expresión y desarrollo en la sociedad y en los patrones familiares de comunicación y conducta, por supuesto sin discriminación de género. Empero, y a pesar de todas estas diferenciaciones de la mujer de hoy y la de nuestras abuelitas, en general las mujeres de cualquier lugar del mundo tampoco pueden soslayar las cosas que corresponden a los hombres y que son inherentes a su naturaleza masculina. En este recuadro, la mujer encuentra con agrado que un hombre reuna ciertas características que satisfagan su vanidad femenina, le retribuya su necesidad de sentirse protegida, etc. No obstante, y a pesar de todos los cambios culturales que operan a favor de  la mujer de nuestro tiempo y de su nuevo estatus de liberación en torno a los prejuicios de género y discriminación en la sociedad, ésta nueva mujer moderna no ha podido sacudirse algunas formas esenciales que, por naturaleza, corresponden al hombre, y con algunos cambios ciertamente importantes aún sigue manteniendo preferencia por algunas características del hombre del pasado, por supuesto exceptuando algunas que ya se han vuelto inoperantes. Mas sin embargo, algunas otras características masculinas se han agregado a la lista de las féminas, y ello ha enriquecido el esquema del nuevo prototipo de hombre del siglo veintiuno. Echémos un vistazo a ciertas peculiaridades que, en mi opinión, la moderna mujer exige de un hombre para satisfacer sus necesidades como persona y como mujer propiamente dicho en una relación de amistad, noviazgo y de amor. Dentro de las tres siguientes  grandes categorías que todo hombre debe poseer para estar al nivel de la mujer de hoy, se encuadran algunas otras singularidades que son pertenecientes a ellas tales como la sinceridad, la comunicación y la capacidad de amar. Algunas otras se derivan de las diferencias individuales y que tienen que ver con la personalidad del hombre y su educación tales como los intereses en la vida, las costumbres y hábitos, las expectativas de crecimiento y ambiciones personales y/o profesionales, su filosofía de la vida, religión y matrimonio, crianza de los hijos, entre otras.

PARTICULARIDADES DEL HOMBRE IDEAL

EL HOMBRE RESPONSABLE
     Un hombre que responde con responsabilidad es aquel que genera confiabilidad en las expectativas de sí mismo y de los demás. Este atributo radica en la conciencia del individuo, y es como una regla de vida, una práctica de cada día el responder con verdadera confianza ante lo que los demás esperan y, por sobre todo, ante su propia exigencia. Es predecible y sus actos se validan por si mismos sin necesidad de intermediarios o portavoces. La historia de su comportamiento asociada a una fuerte solvencia moral es su mejor carta de presentación. Para una mujer, el hombre responsable es digno de fe y confianza y sus actitudes son inspiradoras para sentirse estables emocionalmente, sin las contrariedades y vacilaciones de un hombre insensato, caso opuesto. Ese hombre particular que toda mujer desea debe ser un hombre respetuoso de sus propias obligaciones, maduro y conciente en el abordaje de su presente y futuro; sabe lo que quiere, y a menudo es una persona que planea sin dejar cabos sueltos. Esta condición le produce a él convicción  y estabilidad emotiva. El ser y actuar responsablemente tiene una motivación intrínseca muy profunda y poderosa que radica en la personalidad de la persona en cuestión. Un hombre probadamente responsable difícilmente cambiaría en la vida este atributo porque ello se constituye como parte de sí y se adhiere como parte de su piel que lo inmuniza del efecto de la injusticia y la insensatez. La fortuna de una chica de encontrar un hombre consistentemente responsable le proporciona una sensación de sentirse resguardada, alejada de la ambivalencia y la indefinición. Si hay algo que un hombre responsable produce en una chica es el sentimiento de sentirse atendida, estable y consistente en la relación.

EL HOMBRE AMOROSO ANTES, DURANTE Y POR SIEMPRE
    El punto débil de toda mujer es de sentir que el corazón se le derrita por un hombre que le corresponde de igual o mejor manera, vuelto loco de amor y pasión por ella; un hombre que la ame de verdad y que le entregue el corazón sin condiciones. Y amar es darse completamente en cuerpo y alma. Creo que las mujeres modernas requieren de una atención mucho mayor en este aspecto. Resulta claro que en un mundo de comunicaciones globalizadas y de una convivencia mutua intensa entre hombres y mujeres en los diferentes ámbitos y competencias de la vida en sociedad, las mujeres se insertan en muchos círculos de  interacción con personas de diferentes características de personalidad, formas de ser y de concebir la vida, el matrimonio, el noviazgo, las diferencias de los sexos y la participación de las mujeres en la sociedad, aspectos como la religión y la familia, el trabajo y los amigos. Envueltas en esta vorágine de cosas, las mujeres de hoy están más equipadas para responder adecuadamente, para adaptarse a las nuevas y crecientes circunstancias de la vida, y la ingenuidad  y el desconocimiento que otrora impregnó a nuestras abuelitas, siendo jóvenes, desde luego, ha desaparecido practicamente en la juventud del nuevo milenio. Pero al mismo tiempo la mujer actual, y quizás por todo lo anterior, se ha vuelto, aunque muy conocedora, mayormente suspicaz,  y le es complicado ceder al amor en un mundo donde abundan los lobos que solo buscan lo pasajero para su egocéntrica diversión y banal entretenimiento. Ahora las féminas exigen ser consideradas, tal cual debe ser, como todas unas auténticas mujeres, y que esos hombres entreguen el corazón a la par que ellas hacen lo mismo con ellos. Una mujer siente que la vida tiene significado y valor cuando alguién se enamora de ella, de su interior, de su forma de ser, así como de sus ojos, de su cabello y de toda ella completa sin quitarle ni ponerle absolutamente nada. Cuando un hombre comparte este sentimiento con la mujer, le expresa que la ama por lo que ella es, no por lo que tiene, y, además de eso, le hace saber y sentir que ella se ha convertido en la propietaria de su corazón por siempre, entonces esa mujer ha encontrado la gloria en la tierra. Su condición de homologada con el hombre en la cultura y en la sociedad le permite exigir eso de un hombre. Si ella es capaz de amar sin condiciones y de entregarse profundamente a un varón, entonces qué objeción habría para tal hombre para no hacer lo mismo. No obstante, creo que el estigma del hombre de hace treinta años, quizá más, ha manchado las expectativas del hombre de hoy.  Pienso que el hombre actual ha cedido a muchas presiones y ha tenido que modificar su patrón de conducta en la relaciones heterosexuales, en el cortejo y galanteo, como por ejemplo. Inclusive, ahora muchas mujeres se atreven a declarar su amor a los propectos en vísperas de una relación formal de noviazgo o matrimonio. Los temas en los que las mujeres fueron privadas en el pasado son, ahora mismo, cosa del diario vivir, lo cual permite una más activa y mayor interacción entre ambos sexos, eso creo. Ahora bien, si la consistencia del amor en un hombre se le viene abajo ante cualquier amenaza o por razón de  alguna falda que se le ha atravesado, entonces el desmoronamiento es inminente y muy doloroso para la supuesta mujer amada. Pero el hombre que realmente está enamorado de su mujer, no busca ni encuentra nada fuera del matrimonio o noviazgo. Simplemente la ama y es feliz con ella, y cuando el corazón lo proyecta con fuerza sobre una mujer no hay fuerza humana que pueda desprenderlo de ese sitio. El sello de garantía que puede tener una mujer de que un hombre la ama de verdad es la constancia, la perseverancia, la confiabilidad y los sacrificios que hace por ella a través del tiempo. La mujer lo advierte, lo presiente, lo intuye, ciertamente, con ese sexto sentido propiedad exclusiva de ella e inaccesible a él, desde luego. Así que, si realmente necesitas saber si ese hombre que te pretende o con el que ya tienes una relación más o menos formal contiene estos elementos de personalidad, obsérvalo detenidamente y juzga por ti misma. Empatiza, es decir, colócate en los pantalones de ese hombre por un momento y reflexiona acerca de lo que tú serías capaz de hacer por una mujer. Exige lo que tú das a la relación y de lo que eres capaz. Si amas con profundidad, no te pierdas en la ilusión ni en el enamoramniento si no sabes realmente con que clase de hombre te estás metiendo. En la medida en la que él se entrega a ti, tú le otorgas, y por si alguna razón ese hombre te genera desconfianza, y dicho sentimiento persiste en un tiempo mas o menos largo, probablemente es tiempo de decir adiós a la relación por el bien de ambos. También es necesario decir que un hombre amoroso piensa y desea a una mujer de igual condición. Ahora bien, no necesariamente los hombres tan amorosos son detallistas como toda mujer lo quisiera. A menudo los varones, en general, adolecen de la atención de ser de ese modo, no obstante ello no obstaculiza el deseo de ser mejores cada día y, como contrapeso, en el caso de los hombres verdaderamente amorosos, buscan la estabilidad emocional y afectiva en su hogar recurriendo a un esfuerzo de racionalización denodado. Es menester agregar que a muchos hombres tiernos y afectivos (no mujeriegos por si está pensando que es lo mismo) les encanta el hogar y lo disfrutan tanto o más que sus consortes. Si eres de esas damas que les harta la miel que en exceso un hombre le prodiga a su mujer con besos y caricias, palabras y detalles particulares a su personalidad, debes hacer un esfuerzo por agradarlo, de modo contrario estarías matando una de las formas predilectas de ese hombre por mostrarte su amor. Las mujeres que siempre dan la bienvenida a las muestras de cariño de hombres excesivamente expresivos con sus sentimientos, son una fuente de motivación muy importante para mantener una relación cercana y estrecha con dichos hombres; digamos que es la manera que ellos, en particular, han aprendido a expresar sus sentimientos de amor, y eso los regocija sobremanera. Lo justo es que exista reciprocidad, aunque lo contrario no significa el colapso de una relación formal, ni mucho menos. Además, también es una suerte maravillosa para cualquier mujer tener a un hombre con esta característica. Créame, no abundan los hombres bajo este rubro. No desaproveches la oportunidad si alguno de ellos toca a tu puerta. Solo asegúrate de que ese hombre contenga el resto de las características que debe poseer para ser digno de una mujer hermosa y bella como tú. Nunca pidas menos; siempre debes decirte que tú misma te mereces lo mejor, y asi estar preparada para cuando llegue ese amor soñado. Coloca en tus estándares esos requisitos, y si algunos hombres se retiran solitos es porque no están a la altura y no te merecen. Quizás a esos hombres les asusta mucho tu buen nivel de autoestima y saben de antemano que nunca cumplirán los requisitos que implícitamente son dados en las relaciones interpersonales, en el diálogo y en la conversación sana. Pero ten fe y confianza en que Dios pondrá al hombre de tu vida, aquel que reúna todas las cosas bellas que tú deseas para ser inmensamente feliz a su lado por el resto de tu vida.

EL HOMBRE PROTECTOR
    Habitualmente, las mujeres tienden a conciliar con hombres que se acomoden a sus características de personalidad, con los que puedan congeniar en base a semejanzas en carácter, forma de ser y de pensar. También, la mujer trae consigo el modelo paterno en su experiencia personal que impacta muchísimo a la hora de elegir a un hombre como su compañero amoroso. Pero existe algo que, eventualmente, a las mujeres de todo el mundo les encanta de un hombre, y esa cualidad que, bien se puede decir, es inherente a todo masculino, con sus raras excepciones, por supuesto, se refiere a la protección que un hombre le inspira, le ofrece, le otorga, le promulga o le expresa con o sin palabras a su enamorada. Este rasgo en particular, prevalece en la expectativa de la mujer desde siempre. Aunque en el pasado, cuando la cultura machista se imponía de manera absoluta, este concepto se refería a un conjunto de cosas entre las que figuraba la fuerza del hombre sobre la mujer, la virilidad y el prestigio social que sobre ellos la cultura favorecía. El hombre debía de cuidar de su mujer y estar atento a cualquier amenaza que atentara contra ella. El hombre era el héroe, el superman invencible sobre el cual la mujer descansaba para sentirse segura. Hoy en día las mujeres no necesitan de guardaespaldas para sentirse protegidas contra cualquier amago o intimidación. Puesto que la mujer moderna se sabe más conocedora de sus derechos y obligaciones en y para con la sociedad, ya no les es imprescindible esta clase de machos para poder vivir y sentirse cómodas. Lo que las mujeres de hoy exigen de un hombre es el sentimiento de que las salvaguardará ante cualquier cosa, sin importar si representa una amenaza o no. Es el simple hecho de sentir que él está allí justo por un lado de ella para protegerla, de servirle de apoyo, de abrigo y seguridad. De hecho la mujer de hoy se defiende con mucha fuerza y pareciera que no hace falta ningún apoyo masculino en ese sentido, no obstante el sentir que alguién la protege y está de su lado es sentir que ese alguién ha pensado y preocupado por ella. La protección no tiene que ver con el dinero ni de cosas por el estilo porque, de hecho, la mujer de hoy  es más independiente y tiene la capacidad de valerse por sí misma sin tener que depender de un hombre en particular. El sentimiento de sentirse protegida trasciende lo material y se identifica plenamente con el deseo de compañía, seguridad, confort, tranquilidad  de que él está para dar la cara por ella o por lo menos que está allí para dar apoyo, disfrutar los éxitos y llorar juntos los fracasos. Esa es la protección que la mujer del siglo veintiuno exige del hombre actual. Ahora bien, en cierta forma cada hombre posee este atributo, no obstante no todos lo tiene bien desarrollado. En algunos hombres eso es lo primero que salta a la vista; de hecho cuando estás con él, pareciera que observas a un animal predador cuidando de su compañera y de toda la manada, cuando la hay. Hay hombres que poseen esta característica muy acentuada, lo cual es bastante gratificante para muchas féminas, en especial aquellas con un fuerte deseo de sentirse protegidas por alguna carencia personal en sus vidas o que han llevado un modelo paternal de enfoque machista. Otros hombres, caso contrario, no se distinguen por este atributo precisamente. Digamos que en ciertos hombres algunas cualidades están por encima de otras. Siempre es preferible un balance en torno a estas cualidades, pero los gustos personales de cada mujer hacen la diferencia. De igual forma que en las demás características que debe tener un hombre para la mujer de hoy, el ser protector debe estar combinado con el resto para tener certeza de que su amor tiene una base sólida y consistente.


EL HOMBRE RESPETUOSO
    El respeto es un valor universal que vale a cualquier persona sin importar condicionamientos culturales ni subterfugios de ninguna especie. El ser respetuoso tiene una base familiar muy poderosa relacionada directamente con los modelos de crianza empleados en la educación.
    La respetuosidad en una relación hombre-mujer, es un ingrediente escencial para su buen desarrollo y altas expectativas de permanencia. Un hombre respetuoso aporta invariablemente una dosis grande al buen funcionamiento y sostén de una relación de noviazgo o de matrimonio. Sin embargo el respeto es también un interjuego en el que la mujer aporta también con su dignidad y exigencia, como dama que es ante el mundo y de frente a cualquiera. Empero, su postura y actitud pueden favorecer o demeritar el valor del respeto. El hecho de que un hombre sea respetuoso es algo de gran valor para una mujer, no obstante algunas damas lo llevan a un extremo de saboteo inconciente, como si ellas mismas no merecieran ser respetadas probablemente porque sus propios padres, en especial la figura del papá, no lo hicieron de forma adecuada con ellas y, hoy día, compulsivamente menoscaban el respeto que un hombre les demuestra. Lo mismo pasa en el caso contrario, cuando una mujer se da a respetar y el hombre no precisa de hacerlo porque sus modelos de vida en el hogar son o fueron exactamente lo contrario, es decir, irrespetuosos e irreverentes ante la figura femenina por considerarla de baja estima y solvencia mínima en la cultura. No hay mala fe, simplemente no conoce otras formas y solamente valida aquellas que ha conocido desde siempre en el hogar, y la pena que da ello.
    Ahora bien, dejando de lado las concepciones psicológicas respecto al asunto que nos ocupa, debo decir que a los hombres sólo se les tiene la certeza de que son respetuosos por su constancia ante una mujer y por el consenso y reputación que tiene en la comunidad cercana, me refiero a los amigos, conocidos y, sobre todo, la familia y asociados. El tiempo da la respuesta a la mujer acerca de si realmente está tratando con un hombre cabal y de respeto, digno de fe y confianza o con un vil, mentiroso y farsante. Desde luego que hay embusteros profesionales, por tal razón se debe estar siempre, como dice el dicho con “ un ojo al gato y otro al garabato”. El hombre que respeta a una mujer es, y sin querer serlo, un hombre galante y hasta sexy. En otras ocasiones la ceremoniosidad del hombre respetuoso es tal que la mujer siente que una barrera se interpone en la relación debido a que el amor y afecto se ven obstaculizados en su expresión. En efecto, para muchos varones el respeto es entendido en forma tan sublime, de modo que se ven limitados al expresar sus afectos; sienten o imaginan que cualquier cosa bonita y agradable que pudieran decir a una dama podría ofenderla. En su faceta balanceada el hombre respetuoso es siempre un signo positivo a cada mujer. Saber que un varón les da el lugar que se merecen, les respeta su forma de ser y no intentan cambiarla por ninguna razón y, en concordancia con ello, la aceptan tal como es con todos los atributos y cualidades que su persona posee, es en verdad algo que la mayoría de las mujeres hoy en día desearían encontrar en los hombres. ¿Los hay? Yo diría que sobran. Debes saber que esos hombres están dispuestos a amar, pero también están disponibles a recibir lo que ellos son capaces de dar.   
  
CONCLUSIONES
    Los tiempos y las formas han cambiado, y con ello una generación completa ha sido testigo de la revolución feminista que ha traído consigo mayores libertades para las mujeres, sin duda alguna. La consabida frase o slogan “liberación femenina”  ha sido vinculado a la lucha por la igualdad entre ambos sexos en una cultura que ha favorecido por mucho tiempo, sino es que por siempre, a los hombres. Asociado a esos cambios, los roles de los sexos en la sociedad han sufrido modificaciones importantes que le han permitido a la mujer adoptar nuevas formas de inserción bajo nuevos patrones de conducta frente al sexo masculino. Así mismo, las formas de relación heterosexual también se han modificado enormenente de tal suerte que la mujer de hoy se encuentra a nivel de su contraparte. Aunque aún persisten viejos prejuicios, el camino se ha abierto y hoy las mujeres gozan de una mayor apertura en las relaciones con los hombres con propósitos de todo tipo, en especial la de entablar relaciones serias y duraderas. Hoy en día las mujeres exigen del hombre el que  sean consideradas como sujetos de la relación y no como objetos, como antiguamente prevaleció. Se espera que el hombre sea más abierto a los cambios y encuentren que eso no es mas que la busqueda de adaptación mutua y la búsqueda de felicidad más que competencia de sexos. De este modo, la mujer pone de manifiesto que el hombre se muestre más colaborativo, muestre una mayor responsabilidad en sus actos y, con todos estos ajustes interactivos, que encaje de manera adaptativa con las expectativas que poseen ellas. La mujer de hoy exige un hombre moderno, y al decir moderno me refiero a un hombre libre de las cadenas culturales machistas, libre de los prejuicios sociales y familiares que le impidan entregarse a una mujer, y que, además de todo, no le impida a la mujer que se autorealize, que no le prohíba ser ella misma tratando de cambiarle su personalidad a conveniencia propia como si fuera un mero objeto de sus caprichos. Hoy en día la mujer  aspira a un balance y equilibrio en las relaciones herterosexuales sin descuidar los amados atributos que un hombre posee y que ellas aman, y que siempre han amado de verdad,y tratando de contrarestar aquellos rasgos de superioridad, prejuicio e ignorancia que tanto daño hicieron en el pasado a las mujeres.


1 comment:

  1. Este escrito me parecio maravilloso. Muchas Gracias.

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